Cutler ha perdido la fe
El origen de este artículo está en una entrevista a Kurt Warner que leí el otro día. El ex de los Cardinals repasaba la actualidad de la NFL y contaba cosas muy interesantes. He intentado recuperar el enlace pero no lo encuentro, así que, lamentándolo mucho, no os lo puedo ofrecer. Pero hubo un detalle que me llamó mucho la atención. Era un ‘palo’ en toda regla a Cutler’. Más o menos, Warner venía a decir que el problema de Cutler era que no tenía fe en Martz.
Primer inciso. El tema de la fe es un asunto peliagudo. Vivimos en una sociedad que mayoritariamente no cree en nada. Tal vez no estadísticamente, pero si de hecho. Tener fe en algo está muy mal visto. Incluso es criticado abiertamente. Me sorprendieron mucho bastantes de vuestras reacciones y comentarios a un artículo que escribí sobre Tebow durante la primavera pasada. Muchos criticabais duramente a Tebow por sus creencias y eso os servía para desacreditar todo lo que rodeara al jugador. Incluso hubo alguno que ironizó sobre que yo escribiera sobre Tebow defendiendo sus valores. Nunca he entendido esa intransigencia y ese empeño de algunos por desacreditar a los demás por sus creencias. Me parece otra forma de integrismo, y eso que es popular, y hasta políticamente correcta.
Pero, al final, tener fe en algo o alguien obliga a abandonarse en sus manos. Como un niño que, subido a un columpio, se lanza en brazos de su padre con la seguridad de que le va a recoger en el aire. A mí me da envidia esa fe infantil. La capacidad de abandonarse en otro con la seguridad de que se hace lo correcto. Cuando te haces mayor, y te llegan los palos, empiezas a dudar de todo y de todos. De Dios, de la gente, de la sociedad, incluso de los más próximos, esos que teóricamente nunca te fallan. Con los años terminas por no fiarte, como de dice popularmente, “ni de tu padre” (que conste que es un decir, que yo seguiría lanzándome a los brazos del mío sin dudarlo). Así que eso de dejarse caer y esperar que te recojan antes de que te des el gran lechón, pues como que no. La vida te enseña a base de desengaños.
A pesar de todo lo anterior, los hombres tenemos que luchar contra esa tendencia natural a fiarse sólo de uno mismo. Porque eso termina por aislarte, convertirte en un ignorante, o incluso te transforma en alguien sin crédito. La soberbia es, en ocasiones, una forma de protección, pero termina por provocar que nos construyamos un mundo idílico, que deforme la realidad, en el que seamos el centro de todo y no aceptemos las opiniones de los demás, aunque sean muy de peso.
Creo que Cutler tiene unos dones naturales para jugar al football con los que Orton no puede ni soñar. Pero también creo, y creía entonces, que Orton es un jugador disciplinado, trabajador, obediente y empeñado en mejorar, en ser cada vez mejor, y que Cutler no lo es. El QB de Chicago tiene plena conciencia de sus grandes capacidades, pero no ha tenido nunca ese afán de superación que tiene el QB de los Broncos. Posiblemente, un tipo con las facultades de Cutler y las ganas de mejorar de Orton sería el jugador perfecto. Lo anterior viene a cuento porque, un año después, nadie cuestiona a Orton en Denver, pero sí que hay cada vez más voces que culpan a Cutler del pobre papel de Chicago en ataque. Ya he leído, en varios sitios, artículos que cuestionan su continuidad; y firmados por articulistas de gran prestigio.
Después de los macroincisos, vuelvo a retomar el hilo que enhebré en el segundo párrafo. Kury Warner contaba, en la entrevista, que el ataque de Mike Martz obliga a un QB a jugar a ciegas. Muchas veces el pase previsto va a un lugar lleno de manos de jugadores rivales, sin que, aparentemente, haya cerca ningún receptor propio. Pero, de repente, mientras el balón vuela, se abre un hueco, de forma milagrosa, y aparece de la nada un compañero. Según Warner ese tipo de jugadas son las habituales. Pero hay que tener mucha fe en Martz, porque el cuerpo te pide aguantar el balón para buscar un receptor más franco. Lo curioso es que el sistema también provoca que esas zonas limpias, con pase claro, se conviertan en un hervidero de rivales durante el vuelo del balón, por lo que salirse del plan previsto conlleva demasiadas intercepciones. En resumen, hacer caso a Martz, en contra de la propia opinión, lleva al pase completo. Guiarse por el propio instinto, a la intercepción.
Así que, después de leer la entrevista, sumé dos y dos y confirmé que el problema de Cutler seguía siendo el mismo que tenía en Denver: su soberbia. Y si me fío de Warner, el problema de Chicago no es el ataque de Martz, sino que Cutler no le hace ni puñetero caso; algo que, conociendo los antecedentes, y viendo jugar a los Bears, me parece bastante coherente.
A lo anterior hay que sumar que Devin Hester vuelva a ser el retornador letal que consiguió ¡ONCE touchdowns! en sus dos primeras temporadas. Este año lleva dos y los punters rivales ya buscan sacar el balón por la banda…
Así que sólo falta que el ataque de un paso al frente para que los Bears dejen de ser un equipo cuestionado, a pesar de liderar su división con un record 7-3, y se conviertan en aspirantes al título. Matt Forte está respondiendo y los receptores cumpliendo. La línea parece un coladero pero las declaraciones de Warner me hacen pensar que Cutler se está tomando más tiempo de lo previsto para pasar y eso la está perjudicando. Parece que sólo falta que el quarterback se olvide de si mismo y recupere la fe de la infancia para tirarse del columpio y esperar que Martz lo recoja.
¿Será posible que en Chicago estén echando de menos a Orton? Ya lo he leído en varios sitios y os prometo que no lo escribí yo.