Todos ganan con Moss
Nunca he estado de acuerdo con que los mejores Patriots de la historia fueran los de la temporada imperfecta que terminó con la victoria de los Giants en la Super Bowl. Sí que fueron los más espectaculares, pero durante toda la segunda mitad de aquella temporada terminaron ganando muchos partidos in extremis, con golpes de suerte, jugadas geniales y muchos más apuros de lo que parecía.
Para mí, los mejores Patriots de la historia, los que de verdad me enamoraron, fueron los que ganaron la XXXIX Super Bowl a los Eagles. Aquel equipo sólo perdió dos partidos en toda la temporada. Uno fue contra los Steelers, porque faltó el jugador clave de New England en aquella temporada, el otro fue ante Miami, en un final de infarto en el que los Dolphins dieron la vuelta al marcador en dos últimos minutos milagrosos. Durante el resto de la temporada los Patriots humillaron a casi todos sus rivales logrando resultados de escándalo. Ganaron once partidos por más de un touchdown de diferencia y se convirtieron en un rodillo tanto en ataque como en defensa.
Brady era el mismo genio que ahora, y digo ‘que ahora’ porque en los cuatro partidos de esta temporada se ha vuelto a ver al jugador ambicioso y dominante que echamos de menos en 2009. Su grupo de receptores era muy práctico: Deion Branch, David Givens, Troy Brown, Daniel Graham… Si os fijáis, ninguno de ellos era un gran ‘playmaker’, pero todos ellos formaban una nube de avispas que convertía la corta y media distancia en un rompecabezas ilegible para sus rivales.
En defensa estaban los Seymour, Bruschi, Vrabel, Harrison y compañía, un grupo veterano y muy compenetrado; disciplinado pero capaz de improvisar con éxito y de asumir el peso del juego cuando era necesario.
Ese control del juego ofensivo provocaba que la defensa estuviera muy poco tiempo en el campo. Eran jugadores veteranos que agradecían tanto descanso y que podían dar el ciento por ciento en cada snap con la seguridad de que luego tendrían tiempo suficiente en la banda para descansar. Parece que os estoy pintando una situación idílica, pero era la real partido tras partido.
Todo aquello se cimentó en la gran aportación de Dillon. Los Patriots tenían un grandioso juego de carrera. Pero fue una solución provisional porque el jugador ya no era joven y poco a poco fue perdiendo efectividad. Ese equipo se mantuvo, más o menos sin grandes cambios, hasta 2006. Ese año los Patriots cambiaron en dos cosas importantísimas: Maroney compartió protagonismo con Dillon, ya amortizado, y se marcharon Branch y Givens, los dos receptores titulares, que fueron sustituidos por Jabar Gaffney y Reche Caldwell. El juego de carrera no se resintió demasiado, las carencias de Maroney no se notaban demasiado ante la presencia imponente de Dillon, pero Gaffney y ‘el endemoniado’ Caldwell salían al campo cada domingo con las manos impregnadas en crema de plátano. ¡Era increíble que se les pudieran caer tantos pases! A pesar de todo, los Patriots llegaron a la final de conferencia y perdieron, ante los Colts, en un partido memorable. Brady terminó la temporada indignado con su grupo de receptores, y exigió que se renovara con jugadores de calidad. Con esa posición bien cubierta hubieran ganado otra Super Bowl sin duda alguna. Los de Boston despidieron a la pareja de patosos y ficharon a Randy Moss, Wes Welker y Donte’ Stallworth.
Luego llegó la lesión de Brady, el año de Cassel y el regreso a un equipo con la defensa desmontada y sin un corredor de garantías. Y llegamos al pasado domingo, frente a los Dolphins.
Creo que Belichick intuyó en Miami que vuelve a tener los mimbres necesarios para recuperar el estilo de juego que realmente le gusta. Green-Ellis y Woodhead han sido una sorpresa agradable que devuelve la consistencia al juego terrestre que no tienen desde la marcha de Dillon. Brandon Tate, Wes Welker, Julia Edelman, Aaron Hernandez y Rob Gronkowski pueden volver a formar esa nube de abejas molestas que vuelva locas de nuevo a las defensas en la corta y media distancia. Además, Tate se está mostrando como una amenaza muy peligrosa en lo profundo y todos ellos son receptores muy peligrosos con el balón en las manos, capaces de ganar muchas yardas después de la recepción. Con esos mimbres, y un Brady que vuelve a estar en plena forma, los Patriots pueden recuperar el control del reloj y alargar los drives ofensivos, incluso con terceros downs constantes, sin miedo a ser frenados. En esa filosofía Moss no encaja demasiado bien. En los últimos tiempos los Patriots han desperdiciado demasiados drives ofensivos empecinados en buscar a Moss con pases muy largos. Sin un juego de carrera consistente, y con un Moss cada vez más lento y descontento, los de Boston han sido demasiado previsibles cuando fallaba ese primer pase. Wes Welker y Kevin Faulk han tenido que hacer demasiados milagros en segundos y terceros downs largos en los que las defensas sabían la jugada que debían esperar. Ya veréis como en los próximos partidos volvemos a ver a los Patriots machacones, con un juego variadísimo, imaginativo y, sobre todo práctico.
El último factor a tener en cuenta son los equipos especiales. Los Patriots, más allá de haber tenido siempre un kicker estelar, no han tenido nunca unos equipos especiales demasiado poderosos. Tal vez lo del domingo sea una anécdota, pero creo que, por una vez, los de Boston podrán contar este año con que también podrán hacer daño en ese aspecto del juego.
Y, por último, creo que Belichick ha calculado que los Dolphins, después de perder en casa dos duelos divisionales, y con un calendario a la vista que quita el hipo, comienzan a perder terreno en la carrera hacia postemporada. Así que su pelea por el título divisional se puede convertir en un mano a mano contra los Jets y, a pesar de la derrota en Nueva York, aún pueden aspirar al mejor récord o, como mal menor, a un puesto de wild card.
No estoy hablando nada de los Vikings, pero es evidente que Favre está echando mucho de menos a Sidney Rice, y que Randy Moss se convertirá en la llave que abrirá las defensas para favorecer, sobre todo, las carreras de Peterson. Los de Minnesota sólo necesitarán, tras el fichaje del receptor, ajustar una línea ofensiva que no está carburando como se esperaba para volver a ser el equipo favorito de la NFC Norte. Además, los Packers han bajado mucho su rendimiento tras quedarse sin juego de carrera y los Bears mostraron todas sus vergüenzas en Nueva York, así que en el universo de los Vikings vuelve a reinar poco a poco la tranquilidad y la confianza. Favre ha hecho su particular pretemporada durante el primer mes y los daños, a pesar de todo, han sido limitados.
¿Patriots-Vikings en la XLV Super Bowl? El movimiento de Moss puede haber abierto la puerta a esa final.