El mejor de los peores
En realidad hay dos detalles de la jornada que me han llamado poderosísimamente la atención. El primero tiene que ver con la NFC Oeste, posiblemente, la peor división de la NFL. A pesar de ello, tiene algunos alicientes que la pueden convertir en una de las más divertidas de toda la competición. Sam Bradford está teniendo un debut meteórico. Ser número uno del draft, y más en la posición de quarterback, pesa como una losa, y más todavía si eres el jugador con más dinero garantizado en tu contrato de toda la NFL cuando ni siquiera has jugado un solo partido. Pero Bradford está creciendo como un gigante en cada partido, con actuaciones que nadie espera de un novato: atrevimiento, seguridad, inteligencia… Los QB rookies suelen pagar cara su bisoñez porque las defensas buscan aprovecharse de esa falta de tablas llevándoles al desconcierto. Pero a Bradford no parecen afectarle ni las jugadas de engaño, ni los múltiples blitzs, ni los golpes. Sólo lleva cuatro partidos, pero verle jugar comienza a ser uno de los grandes alicientes de cada domingo.
Así que, sin que casi nadie lo esperara, la batalla por el título de división puede convertirse en una carrera a muerte entre unos Rams que vuelven a parecer un equipo de football y unos 49ers cuya clasificación no hace justicia a su juego. Tal vez me estoy precipitando en declarar cadáveres a Cardinals y Seahawks, cuando sólo se ha disputado el primer cuarto de la temporada, pero ambos me parecen equipos muy pobres, sin carácter y bastante perdidos. Están a tiempo de resucitar pero me parece poco probable. El inicio de los Cardinals puede dejar muy mal parado a Ken Whisenhunt. Su decisión de despedir a Leinart, y apostar por Derek Anderson, ya parece un error gravísimo, en el que pesó más el orgullo y la falta de sintonía que las auténticas necesidades del equipo. La broma puede costarle al entrenador principal a algo más que muchos disgustos durante la temporada.
El problema de los Seahawks tal vez sea distinto. Pete Carroll es un gran motivador, pero tantos años lejos de la NFL le obligan a un proceso de reciclaje que tal vez sea más largo de lo que él pensaba. Cada partido vemos varias jugadas de engaño que tal vez le funcionaran con los Troyans, pero que casi siempre fracasan con la velocidad endiablada de la NFL. Carroll tiene un prestigio en el football profesional (corregido) pero no parece que pueda cambiar en una sola temporada la falta de carácter que persigue a los de Seattle desde que perdieron la Super Bowl. Su único argumento a favor es que los Seahawks convierten su estadio en un fortín, a pesar de sus limitaciones, gracias a un público incansable y volcado sin condiciones, pero no parece que eso sea suficiente para que puedan aspirar a postemporada.
Por todo lo anterior, estoy convencido de que ningún equipo de la NFC Oeste llegará a las 9 victorias. Un récord 8-8 puede valer la postemporada, así que cada duelo divisional se convertirá en decisivo.
El segundo detalle que más me está llamado la atención es el impresionante inicio de temporada de dos veteranos que parecían acabados: Tomlinson y Owens.
El primero se ha convertido en el auténtico motor del ataque de los Jets. Creo que sin él los de la Gran Manzana estarían casi colapsados en ataque. Ha arrebatado a Shonn Greene los galones de corredor primario y vuelve a ser ese jugador indispensable, capaz de ganar yardas cuando la jugada parece muerta, y de romper la cintura a varios rivales simultáneamente, que fue considerado durante varios años el mejor corredor de la NFL. Tomlinson no sólo consigue primeros downs, es un seguro de vida en las jugadas decisivas y se ha convertido en el objetivo prioritario de las defensas contrarias. Eso le está dando a Sanchez mucho tiempo y tranquilidad. Si Tomlinson sigue jugando así, los Jets se confirmarán como equipo a batir en la Americana, mientras Colts, Texans, Patriots, Steelers, Ravens, Bengals o Chargers siguen, quien más quien menos, despertando nuevas dudas cada semana. A día de hoy, los Jets tal vez sean el equipo más regular, y con un estilo de juego mejor definido, de la NFL. Y creo que el mayor culpable es Tomlinson.
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