A la remanguillé
Pero no puedo cargar mucho las tintas sobre tantos errores cuando repaso mis artículos y predicciones en el blog. Debería mandarme al banquillo. Más allá de los pocos aciertos en la quiniela, si digo que Vick no sabe pasar, y que es un corredor camuflado, en el siguiente partido lanza para casi 300 yardas y tres touchdowns, y sólo sale a la carrera en cuatro ocasiones. Si digo que Flacco se está convirtiendo en un lastre para los Ravens, completa 22 de 31 para tres touchdowns en una actuación casi perfecta. Si apuesto por una resurrección de Palmer, los Bengals ganan pese a él, patético en una primera mitad para olvidar. En algunos casos son opiniones a largo plazo que se van disolviendo como una pastilla efervescente ante las evidencias. Mark Sanchez completó ante los Dolphins poco más del 50% de los pases que intentó, pero lanzó para tres touchdowns, tuvo una eficacia casi quirúrgica en los momentos clave del partido, y tiró del equipo con un entusiasmo incansable. Pocos jugadores me están provocando sensaciones más encontradas… pero confieso que tendré que dejar en la nevera esa opinión de que no será un gran QB. Cada vez parece más la extensión del espíritu de Rex Ryan en el campo. Y la compenetración HC-QB es una de las virtudes indispensables en un equipo campeón.
Otro de esos pronósticos fallidos a largo plazo fue el de que los Steelers estarían muy tocados hasta la llegada de Big Ben. La actuación de Charlie Batch, pese a sus tres pases de touchdown, fue más que gris. Cada vez que soltaba el balón parecía un pase de partido de flag, las intercepciones parecían inevitables (sufrió dos con 12 de 17 completados), pero el temporadón de Rashard Mendenhall, la imposibilidad de atravesar el telón de acero por tierra, y la facilidad con que están desconcertando, e interceptando, a los QBs rivales, les convierte en el equipo del momento pese a la ausencia de Big Ben. Estoy a punto de escribir mil veces: “No volveré a criticar a Tomlin”. Me repito en el mismo párrafo, pero Mendenhall quizá sea el corredor que más me está gustando, en una temporada en la que muchos running backs están jugando maravillosamente.
Así que, a partir de ahora, ya sabéis que sacar como titular a un jugador de vuestra fantasy cuando yo le he criticado se convierte en garantía de éxito. Espero que esta racha no dure mucho, o este blog se puede convertir en una peligrosa fuente de desinformaciones. Y tampoco hay tanta gente escribiendo o hablando sobre NFL en español como para que pueda permitirme el lujo de equivocarme demasiado.
Durante la primera mitad los Saints mantuvieron el tipo gracias a dos big plays: un retorno de punt de Lance Moore que terminó con un touchdown de Shockey y un pase de 80 yardas de Brees al propio Moore. Mientras tanto, los Falcons alargaban sus drives hasta el infinito, acumulaban minutos de posesión en ataque mientras agotaban a la defensa contraria y balanceaban pase y carrera con mucha inteligencia. Brees sufría dos intercepciones, la segunda con un pase desde abajo que hubiera dejado en el banquillo para todo el resto del partido a bastantes de los QBs que están en la cuerda floja, y tenía esa cara de disgusto que sólo se consigue durante la digestión empachada de un cordero asado o cuando se te ha metido un bicho dentro del culotte, que te fríe a picotazos mientras subes un puerto de primera.
En la segunda mitad todo se igualó, pero los Saints, que seguían sin saber cómo poner en marcha su maquinaria, recuperaron un balón tras un error garrafal de Atlanta en un retorno de punt y consiguieron un nuevo touchdown nacido del buen trabajo de sus equipos especiales. Las alternativas en el marcador se mantuvieron hasta el final y, a falta de nueve segundos, Hartley anotaba un field goal de 32 yardas que valía la prórroga.
Ya que esto va de mea culpas, confieso que siempre pongo a caldo a Reggie Bush, pero ayer los Saints le echaron muchísimo de menos. Con él es como si el ataque tuviera una marcha más, como si su casa fuera más grande, como si hubiera una dimensión más a la que acudir cuando las cosas se complican. Ante los Falcons, el día que no estuvo, algunos descubrimos su auténtico papel en el equipo.
En la prórroga, Matt Ryan confirmó todo lo que había exhibido durante el resto del partido: atrevimiento, seguridad, liderazgo, madurez… A mí me parece el mejor QB de la última hornada, muy por encima de Flacco o Sanchez, y creo que después de su partidazo del domingo comenzará a tenérsele mucho más en cuenta. Por su parte, Michael Turner sacó réditos de la inversión hecha durante todo el resto del partido y cortó como un flan a una defensa de los Saints que a esas alturas ya estaba desfondada.
A mí tampoco me extrañó el error, Hartley me parece un kicker sobrevalorado por su eficacia (hasta ahora) en los momentos decisivos, pero ni tiene una gran pierna, ni demasiada puntería, y no me extrañaría que se tuviera que buscar equipo en 2011. Aunque con el porcentaje de aciertos que llevo en mis predicciones, seguro que termina la temporada con los mejores números de toda la NFL.