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Vick y el corto plazo

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Me imagino a Andy Reid dentro de treinta años, sentado al lado de la ventana, con los pies bajo una mesa camilla y con una manta a cuadros en las rodillas. Mira por la ventana viendo caer la nieve, pensativo. Su rostro de joven Papa Noel se ha ajado con los años y ha aflorado un gesto de amargura. Un día más, repasa su vida. Lo que más lamenta es que durante su etapa como entrenador de los Eagles renegó de sus ideas una y otra vez. ¿Hay algo peor que apostatar de uno mismo?

Reid llegó a los Eagles como profeta de la West Coast Offence, después de pasar bastantes años trabajando en el ataque de los Packers, varios de ellos como entrenador de QBs, codo con codo con Brett Favre.

Un inciso ya que sale el tema de Favre. Os anuncio que la semana que viene, y tras el revuelo causado por la tribuna libre publicada esta semana, escribiré un artículo sobre el tema. Os confieso que estoy un poco cansado de escribir demasiado habitualmente sobre Favre, pero me parece de justicia explicar porqué, en mi opinión, Sabiopelotas se equivoca de punta a cabo en sus valoraciones.

Volvamos al tema de este artículo. Reid llegó a Philadelphia y todos los aficionados pensamos que su idea era resucitar a unos tristes Eagles jugando la west coast que tantos éxitos le había proporcionado a los Packers de Favre en los años previos. Pero su primera decisión fue usar la primera ronda del draft para elegir a Donovan McNabb. La afición de los Eagles se echó las manos a la cabeza. ¡Reid había dejado pasar a Ricky Williams! La prensa castigó a Reid durante meses por no elegir al mejor corredor universitario y preferir un QB que, por sus características, no parecía ser el ideal para dirigir un ataque de la costa oeste. Os adjunto un enlace de la web de Diego Pérez (que ya está entre las webs recomendadas del blog) para los que no sepáis lo que es una WCO. Es el último sistema de juego que aparece en la sección de formaciones del ataque. ENLACE

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Llevo años criticando a Reid y, sobre todo a McNabb, a pesar de que sus Eagles fueron el equipo más dominante de la conferencia Nacional durante los primeros años del siglo. Mi opinión se fundamentaba en que eran un equipo esquizofrénico. Para mí, la plantilla era la más completa de toda la NFL. Su defensa era temible, mucho más agresiva que cualquiera que hayáis visto en los últimos años (incluidas las de los Steelers), pero el ataque mezclaba, con muy poca coherencia, formaciones y rutas de WCO con jugadas específicas que aprovechaban las grandes virtudes de McNabb: la movilidad, la capacidad para mantener abierta la opción de pase durante muchos segundos y la inteligencia para encontrar la solución más dañina en las jugadas rotas.

El problema es que ni Reid abandonaba definitivamente su mentalidad ofensiva para hacer que todo su ataque girara en torno a su QB, ni McNabb era capaz de leer rutas ni con la rapidez, ni con la inteligencia que exigen una WCO. Siempre he estado convencido de que los Eagles llegaban tan lejos gracias a su defensa y eran incapaces de ganar títulos por culpa de esa falta de criterio en el ataque. Creo que tanto Reid como McNabb han perdido 10 años de su vida. El primero creó un bloque magnífico que sólo hubiera necesitado un QB tal vez menos espectacular, pero más práctico, para ganar más títulos que nadie en esta década. El segundo hubiera tenido muchísimo más éxito en un equipo que le diera, de verdad, las armas necesarias para desarrollar su forma de jugar. McNabb sólo tuvo durante una temporada a un receptor que se adaptara a sus características. Ese receptor fue Terrell Owens. Con él los Eagles llegaron a la Super Bowl aunque el triste final de la historia ya os la sabéis de sobra. Durante el resto de su carrera, McNabb siempre estuvo rodeado de receptores pensados para una WCO y con los que nunca se compenetró. Por eso llevo diciendo, desde que fichó por los Redskins, que por fin puede haber encontrado el equipo en el que desarrollar todas sus virtudes, y en el que queden más tapados sus defectos… A buenas horas.

Y Andy Reid, libre ya de un QB que le obligó a jugar durante una década con un sistema muy alejado del que realmente le gusta, vio el cielo abierto haciendo titular a Kolb, un jugador que había respondido siempre que había tenido que jugar, y que parecía acoplarse mucho mejor a su filosofía. Hay que decir, antes de seguir adelante, que McNabb ha sido un jugador con muchas lesiones y que Reid siempre le ha suplido, con bastante éxito, con jugadores teóricamente inferiores. Incluso Jeff Garcia llevó a los Eagles a postemporada en 2006, jugando una WCO pura. Perdió en la ronda divisional frente a los Saints 27-24 pero, por primera vez, el regreso a la titularidad de McNabb fue muy cuestionado.

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Volviendo a Kolb, el QB parecía el hombre sobre el que reconstruir un ataque que se ha reforzado en los últimos draft con jugadores maravillosos. Tanto el backfield como el cuerpo de receptores me parecen los mejores, y con más progresión, que han tenido durante toda la era Reid. Kolb recibió el primer golpe el día que los Eagles ficharon a Vick. Recordad unas declaraciones del joven QB, desconcertado con la decisión e indignado con un staff técnico que le había prometido amor eterno pocos días antes. El segundo golpe fue en la jornada 1. Kolb sólo jugó dos cuartos pero Reid, después de de trabajar tres largos años en formar en la sombra a su quarterback de futuro, y asegurar que volvería a ser el titular en cuanto se recuperara, termina cediendo a la presión mediática, claudicando de sus ideas y confirmando a Vick como el nuevo titular en una decisión que sólo ha contentado a la caprichosa afición de los Eagles.

Las presiones, y los abucheos a las primeras de cambio de una afición que, como ya dije en el análisis de los Eagles, es con mucho la peor de la NFL, han destrozado un proyecto antes de nacer. Acallar a un público sin paciencia, sin respeto por si mismo y extremadamente volátil en sus dictámenes ha llevado a Reid a bajarse los pantalones una vez más. Los Eagles, como siempre, se devoran a sí mismos.

¿Y cual es el problema de Vick? Pues os lo puede contar cualquier aficionado de los Falcons. Es un atleta increíble, puro espectáculo, tiene unas piernas mágicas y un brazo como un cañón, pero no sabe pasar, salvo que en la cárcel le hayan enseñado, algo posible pero poco probable. Vick sólo superó las 2.500 yardas de pase, siendo titular toda la temporada, en su segundo año (2002-2,936). Vick corre y hace correr a su backfield, Vick levanta al público de sus asientos, Vick es imparable para los equipos mediocres o en crisis, Vick casi te asegura él sólo la postemporada. Incluso diría que Vick podría ser el mejor jugador de football americano de todos los tiempos muy por encima del segundo… si supiera pasar, que en el fondo es lo que se le pide a un QB.

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Así que, llegado un momento, los equipos se limitaron a cubrir la carrera, poner un espejo a Vick y decirle: “si quieres ganarnos vas a tener que pasar”. Bueno, es algo más complejo, pero para entendernos sirve. Bajo esas condiciones Vick dejaba de sonreír, y los Falcons de ganar. Los primeros que le pillaron el ‘truco’ a Vick fueron los equipos potentes, con lo que muy pronto se vio que con él los Falcons llegarían a postemporada, pero nunca ganarían una Super Bowl. El problema llegó cuando los equipos no tan buenos también descubrieron cómo jugarle. Atlanta entró en barrena, la afición empezó a silbarle y él pasaba horas y horas entrenando su pase, buscando convertirse en algo más que en un vendedor de camisetas super atlético. Jim Mora Jr. no supo lidiar con el asunto mientras Vick se esforzaba en pasar en vez de correr y la afición se indignaba cada vez más. Las peleas de perros cerraron un problema que hubiera acabado mal de todos modos.

Y ahora, los Eagles han decidido apostar por el corto plazo, por la solución fácil, por calmar los abucheos a costa de todo un proyecto deportivo. Vick puede llevar a los Eagles a postemporada, pero nunca les llevará a ganar una Super Bowl. Y, si no se para este desaguisado, ahora que aún hay tiempo, dentro de una o dos temporadas Vick volverá a ser abucheado, a entrenar su mecánica por las noches, a descubrir que no es capaz de sostener un juego de pase. Y por el camino se llevará la cabeza de Andy Reid, un proyecto deportivo, la mentalidad ganadora de los Eagles y la autoestima de un público que siempre exige pero que nunca da.

Pero contemplad la segunda posibilidad, que Vick baje de la nube en una o dos jornadas, el experimento no funcione, y en Philadelphia se encuentren mediada la temporada sin camino que seguir y sin QB de futuro. Sea cual sea el resultado, podían haberse ahorrado todo el camino, haber seguido con McNabb (en vez de reforzar a un rival divisional), haber despedido a Kolb y a Vick y haber buscado heredero desde cero.

Eso sí, sentaos en vuestros asientos y disfrutad. Mientras Vick sea titular, ver jugar a los Eagles va a ser muy divertido y la franquicia va a vender muchas camisetas, aunque el QB fuera elegido, hace no mucho, el deportista más odiado de EEUU.