El papel de los árbitros
Ayer escribí un artículo con el estómago. Estaba enfadado con una decisión que me pareció no sólo equivocada, sino indigna de una competición como la NFL. Hoy, más en frío, me gustaría argumentar los motivos por los que sigo pensando, a pesar de las opiniones de muchos de vosotros y de las explicaciones de la NFL, que me sigue pareciendo una decisión equivocada e indigna.
Siempre me ha encantado discutir sobre football con Andrea Zanoni. En muchos temas estamos de acuerdo, pero en muchos otros discrepamos (sospecho que en la mayoría por culpa de mi falta de conocimiento). Muchas veces vamos acercando posturas y, en otras ocasiones, la distancia crece con el tiempo. El asunto del arbitraje está en el segundo grupo. Creo que los dos tenemos razón, pero aún así nunca nos terminamos de poner de acuerdo. Andrea afirma que el éxito del arbitraje de la NFL es que los árbitros aplican el reglamento, sin necesidad de interpretarlo. Yo pienso que toda aplicación implica y obliga a una interpretación. Como veis, lo más probable es que ambos tengamos razón.
Los árbitros de cualquier deporte son, al fin y al cabo, jueces, es decir, personas encargadas de hacer que se respeten unas leyes, normas o reglamentos y con autoridad para dictar sentencia. Como bien dice Andrea, el juez debe observar la realidad para, aplicando la letra de la ley, imponer el castigo correspondiente. Pero, en mi opinión, las cosas no son tan sencillas. Extrapolando los reglamentos deportivos a la vida civil, en muchos casos la letra y el espíritu de una ley no coinciden. No quiero poner ningún caso concreto para no entrar en polémicas políticas, pero seguro que se os ocurren bastantes.
El problema es que aplicar la letra de la ley nunca es tan fácil. Si lo fuera, cualquiera podría ser juez. La ley siempre está abierta a algún tipo de interpretación y la experiencia dice que, en cualquier ámbito de la vida, la aplicación escrupulosa de la ley puede ser perjudicial, e incluso peligrosa. No voy a entrar ahora a debatir sobre el positivismo jurídico pero, como ejemplo divertido, los taxistas de nuestras ciudades amenazan cada vez que tienen alguna demanda con una huelga de celo, es decir, con ceñirse, sin salirse un ápice, a las normas de circulación. Cada vez que han puesto en marcha una huelga de esas características han colapsado el tráfico.
Creo que en la NFL también se aplica el reglamento con una lógica laxitud. Porque si no fuera así, casi en cada jugada volarían varios pañuelos. Los clubes son conscientes de ello y es sabido que entre ellos circulan informes, con estudios exhaustivos, sobre la aplicación del reglamento que hace cada equipo arbitral. Los equipos no son igual de agresivos en la cobertura de pase o en los agarres en la línea, por poner un par de ejemplos, con unos árbitros que con otros. Otro ejemplo son los amagos de agresión entre jugadores de diferentes equipos; deberían ser castigados a la mínima insinuación siendo fieles al reglamento, pero siempre hay un primer intento de separar a los protagonistas, y de templar gaitas, antes aplicar una penalización. También es habitual que muchísimos agarrones y golpes ilegales que se producen lejos de la zona en la que se está desarrollando la acción sean pasados por alto… o penalizados con cierto retraso si terminan teniendo influencia en el resultado final de la jugada.
Por tanto, asumiendo que los árbitros intentan ser lo más fieles a la letra del reglamento, tienen mucho más presente el espíritu del mismo, con el fin de favorecer el juego y el espectáculo. Siempre que un árbitro se convierte en protagonista está asumiendo un rol que no le corresponde.
Y por todo lo anterior creo que cada equipo arbitral tiene una vara de medir distinta, lo que no significa que apliquen el reglamento de forma diferente, sino que hacen diferentes interpretaciones, sin salirse del espíritu mismo de la norma. Si volvemos a la jugada que ha levantado la polémica, el árbitro afirma que Calvin Johnson no tiene posesión cuando posa los pies por primera vez en el suelo y, a partir de ahí, aplica al pie de la letra la norma diciendo que el receptor debe conservar la posesión. Si el árbitro hubiera decretado que Johnson ya tenía posesión cuando posó los dos pies en el suelo por primera vez, antes del saltito previo a su caída, ya hubiera sido suficiente para dar el touchdown como bueno. Así que, por favor, explicadme en qué norma de las 138 páginas del reglamento pone que Calvin Johnson no tenía posesión desde el primer momento. Me temo que eso no aparece en ningún sitio. Es una interpretación arbitral, una de las cientos de ellas que se producen en un partido y que impiden esa presunta aplicación escrupulosa de la letra de la ley.
Después de ver el vídeo una y otra vez, discrepo completamente del árbitro y creo firmemente que Johnson tuvo posesión desde el primer instante, y me creo suficientemente preparado para debatir sobre el tema con Steratore, con Goodell, Pereira o Rita la cantaora. Porque a mis 42 años tengo la vista perfecta, se lo que significa tener posesión y pienso que más allá del conocimiento del reglamento es una cuestión de apreciación, de interpretación.
Para rizar más el rizo, varios medios se han lanzado a estudiar todas las recepciones que se produjeron en la primera jornada, para analizar las que serían ilegales según la interpretación ‘literal’ de Steratore. Salen casi una docena y curiosamente, entre ellas hay una de Greg Olsen en ese mismo partido. Varias fueron decisivas en el desarrollo de sus respectivos encuentros y, por supuesto, ningún árbitro se lanzó a aplicar ‘rigurosamente’ el reglamento de un modo tan peregrino como lo hizo el árbitro del Bears-Lions.
Insisto en lo que ya dije ayer con el estómago, aunque hoy ya lo hago con la cabeza. Steratore se equivocó, aplicó literalmente una norma después de interpretar equivocadamente una posesión y de salirse del espíritu mismo de la regla, intervino en el juego como nunca lo debe hacer un árbitro y cambió el resultado final. No os quepa ninguna duda de que nunca se habría montado este revuelo si hubiera dado el touchdown como válido. No entiendo que la NFL le de la razón sin más y creo que los árbitros deberían recibir un informe interno en los próximos días para aclarar cual es el espíritu de la regla de marras, antes de que su aplicación se conviertas en un caos.
Por último, me parece grotesco que se termine señalando al Calvin Johnson como culpable, por no saberse el reglamento. La culpa, como casi siempre, del empedrado.