¡Qué grande era Carmen Valero!
En los años setenta, cuando a las mujeres atletas las tachaban de 'machirulos', Carmen Valero, sin ayudas de ningún tipo, consiguió ser dos veces campeona mundial de campo a través. 'Chapeau', que diría un francés. No hacía mucho tiempo que el atletismo había estado prohibido, porque, según Pilar Primo de Rivera, hacía que las mujeres se pareciesen a hombres. Así, como suena. No es cuento ni leyenda: es historia. ¡Hacer atletismo estaba prohibido para ellas! La ocupación habitual de una mujer era la de 'sus labores': coser, fregar, planchar, atender al marido y a los hijos, o a los padres y a las madres... Hasta se veía mal que una chica estudiase en la Universidad.
Pues pocos años después de aquello, Carmen Valero fue capaz de ganar por dos veces el Mundial de cross. La primera lo hizo en Cheptow (Gales, Gran Bretaña) y Carmen venció con veinte segundos de ventaja a la soviética Tatyana Kazankina y con 37 a la italiana Gabriela Dorio. Kazankina es una leyenda dentro de la historia del mediofondo y fondo, que ese mismo año iba a ser campeona olímpica de 800 y 1.500 metros en Montreal 1976. Revalidó el título de esta última distancia en Moscú 1980 y batió varios récords mundiales a lo largo de su vida deportiva. Gabriela Dorio, por su parte, iba a llevarse el oro olímpico de la distancia más larga en Los Ángeles 1984. Quiere decirse con esto que Carmen no ganó a atletas de segundo nivel, sino todo lo contrario.
Al año siguiente, en Düsseldorf (Alemania), Carmen volvió a ganar, esta vez delante de las soviéticas Lyudmila Bragina y Giana Romanova. Bragina fue otra de las grandes fondistas de la URSS, que había sido campeona olímpica de 1.500 metros en Múnich 1972, y también tuvo varios récords del mundo. Antes de estos dos títulos mundiales de cross, Carmen Valero había sido bronce en la edición de Rabat 1975 y después fue décima en la de Glasgow 1978. Es decir, que se mantuvo cuatro años seguidos en la élite del campo a través.
Y sin ayudas. Y sin masajes, ni psicólogos, y sin planes ADO ni nada pecido. Y, a veces, ante la incomprensión general, incluso de algunos entrenadores federativos. A Carmen y a otras atletas históricas le deben mucho las atletas actuales. Mucho más de lo que ellas imaginan.