Usain Bolt fue un total desconocido en la tarde-noche de Estocolmo, en ese Estadio Olímpico tan bello, uno de los más viejos y respetables del mundo, que acogió los Juegos de 1912. Yo nunca había visto al jamaicano correr tan sumamente mal. Y no me refiero sólo a la marca que hizo (9.97, con viento nulo) sino, sobre todo, a las sensaciones que transmitía. ¿Dónde estaba esa especie de poderoso pero esbelto puma negro que asombraba acariciando la pista a toda velocidad? ¿Dónde estaba esa soltura que a todos nos deleitaba? ¿Dónde esa alegría de vivir y de correr que tanto nos divertía? El Bolt de la DN Galan corrió tosco, braceando extrañamente, a veces casi para los lados, como si todos sus músculos fueran de la madera más rígida...
La carrera decepcionó, es cierto. Tyson Gay había dicho que esperaba mejorar su marca personal (9.69), pero sólo necesitó 9.84 para triunfar de cabo a rabo, desde el tiro hasta la línea de meta. Sin dar la más mínima opción a su oponente. Las condiciones no eran ideales, con una temperatura por bajo de los 20 grados, sin viento en esos instantes, con una humedad de casi el 70 por ciento. Y la pista tampoco es especialmente rápida. Pero así y todo yo esperaba una carrera más veloz. El reencuentro de estos dos monstruos sagrados de la velocidad merecía otra cosa.
A Bolt le vi incluso más musculado de lo habitual en él. Sus hombros han ensanchado mucho. Al menos eso me parece a mí. No sé si habrá descuidado sus entrenamientos. Hay que tener en cuenta que, en todo caso, tuvo un parón entre finales de mayo y principios de julio, porque tiene afectado el tendón de Aquiles. Los médicos le han prohibido correr en curva, de forma que ha dicho adiós a los 200 metros por esta temporada. En Estocolmo, desde luego, era una sombra de sí mismo.
Por bien del atletismo, espero que la actuación de Bolt en la capital sueca sea un triste paréntesis. Usain tiene una inmensa calidad, la más grande que yo haya visto jamás en un velocista. No tiene previsto competir la próxima semana en Londres, pero sigue anunciado en Bruselas, en la última jornada de la Diamond League. El campeón mundial y olímpico ya dijo hace tiempo que este iba a ser un año de transición, sin grandes competiciones (no hay ni Juegos Olímpicos ni Mundiales, ya sabéis, en el que su objetivo tampoco iban a ser los récords mundiales, sino permanecer invicto, la espera de dar otro golpe mortal a las listas de plusmarcas en los Mundiales de Daegu. No lo ha conseguido.
No me llaméis agorero, pero tengo la impresión (no contrastada con dato alguno) de que esta maravilla de atleta va a poner punto y final a la temporada. Ojalá me equivoque, claro.
En el próximo post (mañana) escribiré sobre otros atletas del pasado y del presenta también muy difíciles de batir, algunos mucho más que Bolt, que llevaba casi dos años sin perder. Y es que no hay ningún atleta que tarde o temprano no salga derrotado de una pista... salvo un 'millero' australiano llamado Herbert Elliott, de quien aseguran los clásicos que jamás perdió una carrera en la élite. Ya os contaré.