En el momento de escribir este post la Selección ya tiene cinco medallas, porque a las tres del Viernes Mágico (oro y bronce para Arturo Casado y Manuel Olmedo en 1.500 y plata para Marta Domínguez en 3.000 metros obstáculos), hay que sumar las platas de Jesús España el sábado, en 5.000 metros, y de Chema Martínez el domingo por la mañana, en un durísimo maratón. Espero que no nos quedamos en esa 'manita'.
Chema había preparado muy específicamente esta carrera, renunciando a todo lo demás para hacerlo muy bien aquí, y mantiene a España en el podio por tercera edición consecutiva de los Europeos, porque Julio Rey fue bronce hace cuatro años en Gotemburgo y hace ocho en Múnich. Sólo el suizo Röthlin superó a Chema. Lo del helvético tiene un mérito inmenso, porque hace no mucho tiempo sufrió graves problemas cardíacos que amenazaron su vida deportiva y no sé si su vida personal. La prueba de que está plenamente recuperado es que ayer consiguió el mayor éxito deportivo de su vida en una carrera con calor y humedad, de gran dureza, en la que venció con amplia diferencia.
En cuanto a Chema, no es dejéis engañar por su campechanía, por esas dotes mediáticas innatas que posee, por la aparente frivolidad de enfrentarse contra un autobús urbano de Madrid por las calles de la capital, por prestarse a muchas cosas de este tipo. Porque bajo esa imagen hay un profesional impresionante, un trabajador incansable, que acumula miles de kilómetros en los entrenamientos. Un hombre que ha nacido para correr. Lo que sucede es que siempre trascienden más sus duelos contra el autobús, por ejemplo, que su trabajo incesante en la sombra, con frío y con calor, en condiciones buenas y en condiciones pésimas. Chema se está haciendo con un historial impresionante, porque hay que recordar que ha subido al podio en las tres últimas ediciones de los Europeos: campeón de 10.000 en Múnich 2002, plata en la misma distancia en Gotemburgo 2006 y, ahora, la misma medalla, pero en maratón. Hay que destacar también la gran actuación de Pablo Villalobos y Rafa Iglesias, quinto y sexto.
Por cierto, que el récord de los Campeonatos lo sigue teniendo Martín Fiz desde aquella edición de Helsinki 1994 en la que España copó el podio, con plata para Diego García y bronce para Alberto Juzdado. También tienen la plusmarca de los Europeos Fermín Cacho en 1.500, con los 3:35.27 con que fue campeón en ese mismo año (con Isaac Viciosa segundo); Paquillo Fernández en los 20 km march, con 1h 18:37 en los 20 km marcha de Múnich 2002, y Marta Domínguez (a expensas de lo que suceda aquí), que ganó los 5.000 metros hace cuatro años en Gotemburgo con 14:56.18.
En cuanto a Jesús España, estoy totalmente de acuerdo en lo que declaró tras ser subcampeón de 5.000 metros. "La plata era mi medalla porque Mo Farah era imbatible". Evidente. El británico de origen somalí ya tiene dos oros individuales, los mismos que el francés Christophe Lemaitre. Farah, al que llaman Mo por aquello de que su nombre completo es Mohammed (Mahoma, para entendernos), ha conseguido algo que sólo los grandes atletas muestran: la capacidad de aguartar ritmos muy vivos y de mantener fresca su velocidad terminal. Lo demostró frente a Jesús España, que corrió espléndidamente y obsequió al equipo con una plata valiosa. Que es lo máximo que podía hacer. España, por cierto, está, personalmente, en las antípodas de Chema Martínez: si éste es extrovertido y se presta al espectáciulo, Jesús es discreto y sobrio. Pero compatrten una calidad inmensa como atletas.