El adiós más doloroso
A Roger Federer le han arrebatado las llaves del All England Club, ese que tantas veces se encargó de cerrar a principios de julio. A Tomas Berdych no le tembló el pulso y envió al de Basilea a hacer las maletas antes de tiempo. Una derrota tan previsible y esperada, como deseada por muchos. El ahora número tres de la ATP sufrió infinito en su debut ante Falla. Y aquello, lejos de ser un accidente, era un claro síntoma (uno más) del mal juego mostrado por el suizo después de su exhibición por tierras australianas.
Sin ánimo de ofender a nadie, aquel premonitorio partido malogrado por Falla, no se le hubiera escapado a casi ningún jugador clasificado entre los treinta primeros. Federer, muy lento, fue incapaz de jugar dos juegos enteros sin regalar un buen puñado de errores no forzados. El serbio Ilia Bozoljac, 152 del ranking, le arrebató un set y ¡veinte juegos! en los cuatro sets del segundo compromiso londinense. Después llegaron un par de victorias solventes ante Clement y Melzer, en las que Federer se aplicó en no darles opciones, consciente de que ya había agotado su cuota de fortuna el primer día.
Pero el agresivo tenista checo no fue tan benévolo con él. Le arrebató la iniciativa en el juego, con descaro y su gran velocidad de pelota, hasta que el suizo acabó por saberse derrotado. Nunca le ha gustado defenderse y la hierba lo complica mucho más. El expreso suizo descarriló en su jardín en el primer choque contra un tenista de primer nivel. El adiós más doloroso para Roger Federer, que no faltaba a la fiesta del último día desde el 2002. Un duro revés que demuestra que nadie es invencible y que nada dura para siempre. Dos realidades que alimentan la competición y que reabren el debate: ¿somos testigos de un cambio de ciclo o aún queda Federer para rato? Estoy deseando conocer vuestras opiniones.