Deslumbrando por resultados y juego, por planificación y ejecución, el Regal Barcelona amasa títulos y colecciona elogios mientras escribe su nombre como uno de los grandes equipos del baloncesto continental. Seguro de los últimos tiempos, quizá de siempre en función de hasta dónde y hasta cuándo llegue su actual gobierno del juego. Bajo la batuta de Chichi Creus y en manos de Xavi Pascual, el Barcelona es la síntesis del baloncesto europeo de presente a partir de un concepto de futuro, un equipo creado desde una lectura perfecta de los requerimientos necesarios para hacer una plantilla netamente competitiva. Equilibrado, superior en lo físico, de rotación infinita y compensada y sobrado de calidad y jugadores determinantes en todas las posiciones. Es el Regal Barcelona, nuevo señor de Europa, campeón absoluto.
Construyendo el equipo perfecto
Yo era de los que no auguraban futuro a Xavi Pascual, de los que tardaron en verle sin halo de interinidad, de los que imaginaban un capitán en prácticas al mando de un transatlántico que le acabaría desbordando. Nada de eso. Otra vez la llegada de Creus y su apuesta calmada y continuista resultó fundamental como respaldo a un tipo que con 37 años lo ha ganado todo y que se está permitiendo el lujo de llevarse pulsos ante los entrenadores más consagrados de Europa. De perfil bajo y fanático del trabajo meticuloso, Xavi Pascual confiaba en sus posibilidades cuando casi nadie más lo hacía (hacíamos) y a pesar de un zozobrante inicio en sus primeros partidos tras la salida de Ivanovic. Ahora resulta imposible entender este Barcelona sin él y ha conseguido dejar su sello en un equipo que es mucho más que un conjunto de extraordinarios jugadores sin caer en llamadas gratuitas de atención. Conoce los partidos, los prepara con devoción y ha mejorado mucho en la lectura sobre la marcha del juego. Además su gestión de vestuario es impecable de puertas para adentro… y para afuera. Y todo esto es, creo, lo mejor que su puede decir de un entrenador.
Pascual ha sabido convivir con la presión y acostumbrar a sus jugadores a ella en una hoja de ruta que ha conseguido que todos rindan cuándo, cómo y dónde han tenido que hacerlo. Y la Final Four de París fue la prueba definitiva. Tomó decisiones valientes en la gestión de la rotación (como los minutos de Sada en la final) y afinó una defensa que es sin duda la mejor del continente por despliegue físico y multiplicación de fuerzas pero también por trabajo colectivo, sincronización e inteligencia. En semifinales secó a CSKA y en la final construyó un muro móvil que asfixió a Olympiacos en el exterior y selló la zona, donde la intimidación y la consistencia azulgrana ganaron más de medio partido. Y recuero que los kilos del equipo griego eran una amenaza capital a priori. En ataque, Pascual consigue que el juego de su equipo parezca fácil, arrollador cuando se quita el corsé. Castigó la suficiencia de Olympiacos con circulación y juego equilibrado, excelso de ver y con pegada en todos los frentes, por dentro y por fuera. El Barcelona fue mejor que CSKA jugando a pocos puntos y mejor que Olympiacos en ritmo alto. Encontró tiros fáciles y puntos gratis en la zona. Y donde no llegó la táctica quedó la categoría individual de los jugadores, cuyo reconocimiento y gestión es otro de los aciertos de un entrenador que sólo tiene una cosa más espléndida que su presente: su futuro.
Baloncesto sin fisuras, baloncesto perfecto
De la plantilla del Barça está dicho casi todo. La construcción del equipo, progresiva en un ciclo de varias temporadas, responde de forma concisa a la síntesis de lo que necesita una plantilla de baloncesto para competir en el ámbito europeo en los tiempos actuales. En una concepción moderna y con todas las necesidades cubiertas, el Barcelona ha ido encajando pieza tras piezas hasta conseguir tenerlas todas o casi todas: El regreso de Navarro, la reubicación y asentamiento de Fran Vázquez en el ‘5’, la comprensión analítica y rapidez de ejecución a la hora de cubrir vacantes (Lorbek y Morris por Ilyasova y Andersen) y apuntalar con ojo clínico la inversión en saltos de calidad específicos: Pete Mickeal y Ricky Rubio.