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El amor lo puede todo

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Antes de nada me quiero disculpar. Se acerca el Mundial de Fútbol y he entrado, como dicen en ‘La Guerra de las Galaxias’, en “una digestión de 2.000 años en la que descubriré una nueva dimensión del dolor”. Eso está repercutiendo en el tiempo que puedo dedicar al blog, y en la extensión y elaboración de los artículos. Lo lamento, pero no puedo llegar a todo.

Pero hoy quería hablaros del amor,… y del draft. Un amor puro, arrebatador, sin condiciones. Hay muchas maneras de conocer a la persona amada; ese alguien con el que queremos compartir toda nuestra vida y por quien estamos dispuestos a dejarlo todo. Algunos pasan años buscando y al final lo encuentran en alguien que ha estado siempre a muy pocos pasos. Otros le dan la mano a otro niño el día que entran en el jardín de infancia y siguen así, sin soltarse, hasta el fin de sus días. Ahora se ha puesto de moda encontrar pareja por Internet. En el mundo moderno parece que la pantalla de un ordenador se ha convertido en la ventana por la que miramos el mundo y, claro ¿qué lugar puede ser mejor para encontrar el amor?

Hay enamorados que nunca se atreven a dar el paso. Y en su cobardía idealizan a una persona hasta llevarla a un altar, justificar todos sus actos y convertirla en un deseo platónico. Ese es un amor poético, decimonónico y, en el fondo, más puro que ningún otro.

Porque el amor es, más allá de cualquier otra cosa, una entrega total, sin condiciones, a otra persona. Una forma de esclavitud, de anular lo de uno para potenciar lo de otro. Al final ambos se enriquecen en la generosidad mutua. Conocí a una pareja que estuvo yendo a corridas de toros durante años con la convicción de que al otro le encantaban. Tuvo que ser un hijo, hablando con los dos por separado, el que descubrió que ambos lo odiaban y sólo iban por hacer feliz al otro.

Pero hay un amor arrebatador, demente, irreflexivo y apasionado. El amor de cupido. El amor instantáneo. La locura que provoca que alguien pase, en un solo segundo, de no conocer a una persona a ser capaz de las mayores locuras por ella. Es el amor de Romeo y Julieta, el amor de los cuentos, de las películas de llorar, el amor romántico por excelencia.

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En el draft hemos vivido uno de esos amores instantáneos. Y se ha convertido en la historia más loca, más comentada y que pasará a la historia del draft de 2010. Josh McDaniels estuvo haciendo unas pruebas a Tebow pocas horas antes del comienzo del draft y perdió la cordura. Se enamoró perdidamente. Descubrió que toda su vida, hasta ese momento, había carecido de sentido y estaba dirigida, únicamente, a conocer al jugador de los Gators.

McDaniels, en una nube, se olvidó de cualquier análisis racional, algo por otro lado común en todos los enamorados, y dedicó todos sus esfuerzos a asegurarse de que Tebow estuviera siempre a su lado. Convirtió el draft de los Broncos es una montaña rusa en el que el intercambio de elecciones, hacia arriba y hacia abajo se convertía en una vorágine de locura y pasión. Al final, como toda historia de amor de película, los enamorados se dieron, en la elección 25 total, un beso atornillado, con pérdida de sentido, congestión e hipidos arrebatadores. Mientras, muchos espectadores abucheaban en las gradas del Radio City Music Hall de Nueva York. La gente de hoy en día ha pedido el romanticismo a costa de la eficacia. No entiende que alguien sea capaz de dejarlo todo: familia, amigos, trabajo, pasado y futuro sólo por amor. McDaniels, que sufría taquicardias con cada elección, sólo pensando en que alguien pudiera arrebatarle a su amor, suspiró de alivio y lloró de emoción cuando sintió que ya nadie podría nunca separarle de Tebow. Mientras, Kyle Orton y, sobre todo, Brady Quinn, le esperaban en casa, con los rulos puestos y cuidando de los niños. Él les había dicho que sólo iba a un viaje de negocios pero, en realidad, les estaba poniendo unos cuernos más grandes que los del padre de Bambi.

Porque la noche del jueves fue, para McDaniels y Tebow, una noche de locura, de amor desenfrenado, de descubrimientos, de consumaciones y fantasías. Una de esas noches que terminan con un masaje en el jacuzzi. Unas horas de amor perfecto, irracional, inolvidable. La mejor noche de sus vidas. En ella se plantó la semilla de los nuevos Broncos. Dentro de unos meses, o tal vez de algunos años, veremos nacer el fruto del amor. Y hasta ese día no podremos saber si estaban, de verdad, hechos el uno para el otro o si todo fue una locura transitoria, fruto de la inexperiencia, de la bisoñez, o de una noche de alcohol, como las de Big Ben.

Me habéis escrito varios aficionados a los Broncos y la mayoría estáis sinceramente ilusionados. Yo no creo que los Broncos hayan hecho mal draft, más al contrario, estoy convencido de que han trabajado con mucha más habilidad e inteligencia que muchos equipos. Resulta curioso que los que más se están burlando de la elección de Tebow sean los aficionados de San Diego, cuando los Chargers han hecho un draft simplemente correcto.

Tebow ha sido, si no el más, uno de los jugadores más mediáticos de la historia del football universitario. Ya en 2006, cuando debutó con los Gators, Manolo Arana me habló de un animal de primer año que jugaba de quarterback, que era más grande que un jugador de línea y que embestía a los linebakers haciéndoles volar como bolos. Durante sus cuatro años en los Gators ha ganado un Heisman e infinidad de otros trofeos mientras que su popularidad crecía como la espuma.

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No os engañéis. Tebow no es malo. Tebow es buenísimo. La pregunta es si será capaz de jugar como QB más allá de la formación shotgun, si podrá cambiar su mecánica para soltar el balón antes de que un cazador de quarterbacks le arranque la cabeza. Hablamos y hablamos de Jimmy Clausen y de su perfecta estética, pero mientras Tebow se enfrentaba a los grandes morlacos de la NCAA en plazas de primera, Clausen, en Notre Dame, se adornaba frente a toros afeitados en plazas de segunda.

Lo más incomprensible de toda esta historia ha sido el fichaje de Quinn hace pocos días. Y esa es la razón por la que creo que McDaniels, que es por encima de todo un grandísimo entrenador de QBs, no decidió el fichaje de Tebow hasta muy pocas horas antes del draft. Sobre la elección de Demaryius Thomas, que también está siendo muy criticada, creo que no es tan absurda. Thomas tiene las características que necesitan los Broncos y no va a ser problemático en el vestuario.

McDaniels ha dado la vuelta a Denver en menos de un año. Ha dejado marchar a las antiguas estrellas, que además se enfrentaban a él en el vestuario, ha conseguido terminar 8-8 su primera temporada cuando todos los analistas dudaban que alcanzara las cuatro victorias, ha fichado con intención, buscando crear un equipo a su imagen y semejanza, y ya es el gran emperador que mueve todos y cada uno de los hilos del equipo de Denver. Nadie osará desde hoy enfrentarse a él.

Y el destino de McDaniels estará, desde ahora, atado al de Tebow. Ambos triunfarán o fracasarán juntos. Los dos llegarán a la cima o se hundirán en la sima. Están unidos para siempre, en un lazo de amor que pasará a la historia, y yo, que como sabéis siento debilidad por el equipo más elegante de la NFL, sólo deseo que los dos ganen muchos anillos.

¡Olé tus cojones, Josh! ¡Vivan los valientes!

Dos apuntes finales:

1.- Salvo en el tema Tebow, el draft ha tenido muy pocas sorpresas. Creo que la mayoría de los equipos ha tratado de tapar agujeros sin asumir grandes riesgos y aprovechando a los mejores jugadores disponibles. De entre los favoritos al título, y a pesar de lo que he leído a algunos analistas americanos, me sorprende, para mal, el trabajo realizado por los Ravens. Creo que su gran talón de Aquiles está en la secundaria y no entiendo que hayan llegado al domingo sin haber elegido ni un solo cornerback o safety. Tendrán que trabajar mucho de aquí hasta el final de la offseason para arreglar el entuerto.

En el otro extremo están los Seahawks. Pete Carroll ha aprovechado su profundo conocimiento de la NCAA y su experiencia en la NFL para completar tres días geniales llenos de elecciones inteligentes y ‘trades’ habilísimos. En pocos meses puede haber reconstruido unos Seahawks que parecían condenados a no levantar cabeza hasta dentro de varios años.

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2.- La NFL, Goodell, Art Rooney II, los Steelers y Big Ben nos han engañado a todos. La sanción de seis partidos al QB es un enjuague barriobajero de pura y dura relación pública. ¡Goodell vete ya! Los Steelers ni se han molestado en buscar un QB en una ronda baja para justificarse. Terminará la sanción, o será reducida, y Goodell se hará una foto con Big Ben en la que ambos asegurarán que el QB es un hombre nuevo, que le da alergia el alcohol y que se marchará a misiones con Tebow cuando se retire. El jugador volverá a ser aclamado cuando devuelva a los Steelers a la senda de la victoria, tras un inicio de temporada funesto.

Ya he dicho mi opinión anteriormente. Goodell es un comisionado más preocupado de su imagen mediática que de trabajar para los clubes. La NFL ha creado un precedente lamentable sancionando a un jugador que no ha incumplido ninguna norma de la Liga. Si yo fuera Big Ben, y no fuera cómplice del pasteleo, denunciaría la sanción a los tribunales civiles. Los jugadores de la NFL no son imágenes públicas de nada, son simple y llanamente jugadores y nadie en su sano juicio los debería poner como ejemplo de nada más que de jugar bien. Todo hubiera sido mucho más racional si hubieran sido los Steelers los que le hubieran sancionado con seis partidos, porque Big Ben sí que se saltó varias normas internas del club. Eso sí ¿cómo hubiera justificado Art Rooney II un mal arranque de temporada con su estrella apartada del equipo? ¡Qué trapicheo más indigno! Con Tagliabue nada de esto hubiera pasado.