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¿Volver a empezar?


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Adiós, a priori cantado, del Real Madrid a la Euroliga. Otro año de condena y ver la Final Four por televisión. Y todo por culpa, si se le pone verdadera perspectiva, de la calamitosa e imperdonable segunda parte ante Maccabi. Eso llevó a la condena ante el Barcelona y a una serie contradictoria, confusa y de más a menos en cuanto a sensaciones. Más cómodo en el aceite hirviendo que con el mango de la sartén. Se puede aferrar a que ha estrechado la distancia con el gran rival pero corre el peligro de asumir que eso le llega para competir pero no para ganar. No por ahora. Ha tenido momentos reconfortantes pero también otros terriblemente frustrantes. Y, aceptada una miríada de prismas, la marmórea realidad es que marcha 6-1 en partidos oficiales ante el Barcelona. Pese a (o a partir de) sus defectos, carencias, problemas y dudas, es el momento de que el Real Madrid comprenda dos cosas: que no puede tirar la ACB 2009/10 y que el camino de futuro se está empedrando en el proyecto Messina. Mejorar es una obligación, una necesidad y una exigencia histórica. Cambiar radicalmente sería un terrible error.

Perdió el Real Madrid el playoff de cuartos ante el Barcelona. Ni siquiera forzó el quinto partido y ni siquiera le ganó un partido en Vistalegre (0-3 en la presente temporada en feudo blanco) aunque rompió la magia del Palau y la gigantesca racha del Barcelona como local. Como casi todos intuíamos que el billete a París se escapó ante Maccabi en un segundo tiempo tan negro como imperdonable (y más viendo el precario nivel de los de Tel Aviv ante el extraordinario y por enésima vez reinventado Partizan del gran Vujosevic), lo más llamativo del enésimo capítulo del desamor Real Madrid - Final Four (que se une al desamor Real Madrid - Copa del Rey en señales de humo innegables sobre la irregular historia más o menos reciente del club) llegó en las formas: contradictorias, en parte satisfactorias, en parte nuevamente frustrantes. De sentirse sin opciones a atorar al Barcelona y tomar el Palau, y de ahí a entregar la serie como local. Siempre más cómodo a remolque que con la iniciativa, más peligroso como víctima propiciatoria, lobo con piel de cordero, que con la obligación de mostrar autoridad. Se vio en el Palau y se escenificó hasta el extremo en Vistalegre: la transformación del equipo entre el primer y el segundo tiempo del tercer partido, la incapacidad para anotar las canastas importantes en el cuarto y definitivo. Casi una decena de posesiones que hubieran valido empates o ventajas en el marcador… al limbo.

El aficionado del Real Madrid está confuso y la afición, por lo tanto, dividida. Es imposible no celebrar las mejoras evidencias a lo largo de la eliminatoria pero es inevitable el regusto amargo de pensar que eso es lo máximo a lo que podía llegar: asustar, mover el mueble pero con cuidado, sin romper la vajilla (azulgrana, claro). Es legítimo pedir tiempo para solidificar un proyecto todavía en primer año pero también lo es aspirar a algo más en virtud de la historia del club y, no hay que olvidarlo, una inversión esta vez sí a la altura de las circunstancias (en lo económico, lo deportivo es otra cuestión). Y hablo de las altas pero también de las bajas, apartado en el que Messina se ha movido con carta blanca y chequera. A este respecto habrá quien diga que un proyecto a medio / largo plazo no se hace con fichajes de jugadores ya en la treintena y que seguramente lo que se buscaba era réditos en el cortísimo plazo. ¿Estos hubieran llegado de no existir el Barcelona? Quizá: Supercopa: final y derrota ante Barcelona. Copa: final y derrota ante el Barcelona. Euroliga: cuartos y derrota ante el Barcelona. ¿ACB…? El Real Madrid ha fichado, Velickovic, Dasic y Tomic al margen, a Prigioni (32 años), Hansen (32 años), Lavrinovic (30 años), Jaric (31 años), Kaukenas (33 años), Garbajosa (32 años) y Vidal (29 años). Tenía y Bullock (33) o Felipe (30). ¿Proyecto a largo plazo…?

El trabajo veraniego de Maceiras y Messina tiene más agujeros negros. En el esqueleto de la construcción ya se intuía el peligro de aluminosis: la rotación en la dirección, la falta de centímetros y músculo en la pintura y un agujero tan grande como el del ‘5’ en el puesto de ‘3’. Sin pívot intimidador y sin alero fuerte, el Real Madrid ha competido en desigualdad de condiciones y por ahí han hecho sangre a lo largo del año de Fran Vázquez o Pete Mickeal a Alan Anderson, Fisher y Lasme, a Eze y Sato, a… Si el Real Madrid hubiera eliminado al Barcelona y llegado a París hubiera tenido que competir, y hablo sólo del puesto de alero, primero contra Siskauskas (CSKA) y después casi con toda certeza contra Kleiza y Childress (Olympiacos). Además, este mejorado Real Madrid se ha remozado sobre la marcha añadiendo durante el curso a Jaric y Tomic. Sin ellos, sin sus minutos y su aportación, ¿qué Real Madrid hubiéramos visto en la fase final de la Copa o a partir del Top 16 en Euroliga? Si asusta pensarlo es porque en verano no se hicieron las cosas bien. En absoluto.

Con todo, hay dos premisas a las que se debe agarrar el club: no tirar la ACB y no desmontar el proyecto. A partir de una base perfilada en los cuartos de Euroliga, el Real Madrid puede aspirar a competir por el título con Barcelona y Caja Laboral y a poner en aprietos, no sabemos si hasta el punto de dar el definitivo y siguiente paso, al por ahora todopoderoso equipo de Xavi Pascual, que bien mirado tendrá los ases en su mano (otra vez) y jugará los playoffs en función de lo que ocurra en París. Si gana la Euroliga, aparecerá relajado y armado de confianza para firmar un año superlativo e histórico. Si no conquista Europa, jugará con la presión máxima de quien se puede quedar, incluso con Supercopa y Copa en el zurrón, en mitad del camino. Así es el extraordinario proyecto que maneja (de forma extraordinaria) Chichi Creus. En ese espejo puede mirarse el Real Madrid y no buscar revoluciones sin sentido. Permitir un movimiento de traslación completo a este nuevo proyecto y dejar trabajar a Messina por mucho que haya estado decepcionante en algunos aspectos. Quizá él también ha pagado la adaptación a una Liga nueva con una competitividad totalmente distinta a la de Rusia. CSKA, ya campeón doméstico y ahí va el ejemplo, ha cerrado ya otra cómoda liga y tiene un mes para preparar la Final Four…

En busca del núcleo

Si algo ha desconcertado y desconcierta de Ettore Messina es su gestión de plantilla y su política de rotaciones. Jugadores traídos con su aprobación caen en el olvido, se muestra incómodo con algunos de los que ya estaban y no se han ido (Bullock, Felipe durante unos primeros meses plagados de problemas físicos) y, sobre todo, jugadores que aparecen y desaparecen, que pasan de referencia a desterrados en cuestión de un puñado de partidos. De jugar más de media hora a no pisar el parqué. Aquí traslucen dos problemas: incomodidad con la estructura de la plantilla y, desde ahí, búsqueda radical de soluciones, método de prueba y error. ¿Busca su Smodis, su Langdon, su Siskauskas…? Más bien busca un núcleo de jugadores con el que competir en plenitud, al que exigir al máximo siempre, del que obtener respuestas. En ese sentido, el camino hasta final de temporada aparece no fácil pero sí simplificado. Sólo queda la ACB y, con la probeta machacada de tanto experimentar en la serie de Euroliga (y en partidos como el derbi ante Estudiantes), todo lo que queda es esforzarse por montar un sistema y acoplar un puñado de jugadores que puedan dar réplica al Barcelona en una serie a cinco partidos. Repasaba recientemente el equipo con el que Messina hizo campeón de Europa a CSKA hace dos temporadas, un equipo superior al que ganó al Barcelona en las semifinales 2009. La reinvención surge de comprender que no encontrarás en el actual Real Madrid un Papaloukas, un Smodis, un Siskauskas, un Holden, un Andersen, un Langdon…

Repaso ahora las estadísticas de la final -que no existió más allá del primer cuarto- de Copa y veo en cero minutos a un Tomic recién llegado y por encima de 25 minutos a Lavrinovic y Kaukenas. Y a Velickovic como jugador más valorado del equipo. En aquel 80-61 (estremecedor 64-37 al término del tercer cuarto) Messina hizo una marca, un punto de no retorno. De ahí surgió el equipo que maniató al Barcelona en el Palau y le mantuvo el pulso en el cuarto partido en Vistalegre. Regeneración defensiva con una lectura nueva del body check y las continuaciones de bloqueo del Barcelona, pensado para evitar puntos fáciles por encima del aro y dinamizado por el trabajo llevado al límite sobre las líneas de pase. Piernas, brazos, pasar y pasar bloqueos… Messina busca, a estas alturas, a los jugadores que puedan jugar en ese nivel de intensidad 40 minutos y cinco partidos. Que no cometan ningún despiste en defensa y que en ataque mantengan la compostura con manejo de ritmo, selección de tiro y criterio en la circulación. Así se compite, que no se gana, contra el Barcelona. Porque donde acaba Messina empiezan los jugadores y, hombre por hombre, el Barcelona es muy superior, plagado de jugadores en punto óptimo (o casi) de su carrera. Más estrellas definitivas, más resolución individual.


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Ante Tomic es, en este sentido, la mejor noticia que saca el Real Madrid de la eliminación europea. Ha dado un paso de gigante y ha acortado el camino hacia la madurez. Sus 2’17 han sido 2’17 de pívot, de referencia ofensiva bajo los aros, no de jugador blando y todavía a medio hacer. Tuvo minutos tremendos contra la batería de interiores del Barcelona y resultó determinante en el segundo partido y heroico en el tercero. En esos dos partidos acumuló experiencia, prestigio (los ojeadores NBA habrán matizado sus scoutings), 45 puntos y 21/28 en tiro de campo… fue lo que en América se llama el go-to guy. Mientras tanto, Lavrinovic desaparecía (9 minutos en el segundo partido, 4 en el tercero) y Velickovic ratificaba un desencuentro con Messina labrado en sus lagunas defensivas (tanto en intensidad como en conceptos).

Cuando el serbio apareció en el cuarto partido lo hizo como última vuelta de tuerca de Messina y en una estructura de equipo que salió reafirmada, pese a las derrotas, de los partidos de Vistalegre. Es decir, la que seguramente veremos en una hipotética final Barcelona - Real Madrid: Jaric por fin en rol de base (no tanto como dos o tres) junto a Prigioni, Llull asentado como escolta y Hansen tapando el agujero del tres con Velickovic como golpe de efecto. Dentro, Tomic-Garbajosa-Felipe como eje de la rotación interior (¿se rehabilitará un ahora mismo completamente fuera de situación Lavrinovic?) y Bullock con minutos por encima de un Kaukenas camino del cementerio porque no responde a las exigencias de Messina ni en ataque ni en defensa.

Claro que incluso este Real Madrid dependería del Barcelona. Así fue en Vistalegre. Tras el suplicio del Palau, el equipo de Xavi Pascual (mucho mérito para él) respiró en cuanto entraron los tiros de Navarro y en cuanto Ricky cogió el pulso al nuevo sistema defensivo rival (mejor cuanto menos abierto). Morris redondeó la rotación tras su ausencia en los dos primeros partidos y Lorbek trabajó las zonas con su categoría habitual. Como Pascual supo minimizar a Tomic y la última palabra en baloncesto es de los jugadores, vimos un Barcelona superior en un cuarto partido apasionante y no sólo emocionante. También estético. Llull estuvo pletórico como arma kamikaze pero falló en partido contenido tanto en la dirección como en sus emparejamientos defensivos con Ricky o Navarro. Y Velickovic, una buena opción ofensiva como falso ‘3’ cerca del aro, no computa como alternativa válida para defender a Pete Mickeal, ni de cara ni de espaldas al aro. Así que para el Real Madrid queda un mensaje: estuvo a la altura del Barcelona en dos partidos de 0/10 en triples de Navarro y perdió los dos en los que la ‘bomba’ (indefendible cuando afina la maquinaria) sumó 45 puntos, 53 de valoración y 8/14 en tiros de tres.

De esta forma Messina redefine un núcleo para competir por la ACB con el que intenta cubrir carencias y utilizar una referencia interior a partir de una línea exterior que le garantice intensidad y trabajo. Y si se suman Lavrinovic o Bullock y llega un alero fuerte para los playoffs (¿Qyntel Woods?...), mejor que mejor. La liga aparece como acicate, como motivo para seguir trabajando en una temporada que algunos dieron por cerrada tras la derrota ante Maccabi, cuando la Final Four pasó a depender (…y pasó de largo) de batir al Barcelona a cinco partidos.

¿Y el futuro?


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Parece evidente que Messina querrá corregir y aumentar su ascendencia sobre las decisiones. Y tendrá que acertar. Este equipo se armó a partir de fichajes de reflejos rápidos (Velickovic, Lavrinovic…) en espera de joyas que después se escaparon: Ricky, Siskauskas… El capítulo de altas parece previsible y perfilado: alero puro - pívot puro - base en función del mercado. Más peliagudo será el asunto de las bajas. Mientras se habla del propio Woods (quizá para ya), de Siskauskas (muy difícil) o Carlos Suárez (el Barcelona está en el ajo), se sueña con jugadores NBA, seguramente no Rudy y seguro no Ginobili, que sigue en San Antonio pero por el que el Real Madrid nunca hubiera podido pagar las barbaridades que se rumorearon. Para la zona también hay muchos rumores pero un perfil más o menos claro: Milicic, Nesterovic (descartado), Eze, D’or Fisher. Partiendo de la base de que el mercado de interiores se debería mover a partir de la marcha de Pekovic a los Timberwolves y la llegada de Maric como sustituto a PAO…

¿Y las bajas? La tentación es pensar que para Messina sólo es intocable una columna vertebral Jaric-Llull-Velickovic-Tomic. El primero es un jugador de su plena confianza que le da alternativas en toda la rotación exterior (aunque necesita mayor dosificación y le lastra la necesidad de tener mucho protagonismo en el tiro para conseguir verdadera fluidez anotadora) y el resto son tres jóvenes de tremenda proyección. Velickovic, pese a todos los pesares, parece una pieza clave si aprende a competir al estilo Messina. Fue MVP de la ACB en noviembre cuando mantuvo el pulso al puño de hierro del italiano, que le guió con ¿excesiva? autoridad desde la búsqueda de su mejora constante hasta el cacareado desencuentro. Llull parece innegociable pero necesita mejorar la dirección -para poder jugar 25-30 minutos como base puro- y algunos conceptos defensivos (intensidad, es obvio, le sobra) para convertirse en un jugador redondo. Tomic y su proyecto de jugador dominante en la zonas FIBA (2’17 y clase brutal) pasa por el endurecimiento mental y físico en la lucha contra pívots de más experiencia y más músculo.
Pero… ¿y Bullock?, ¿y Lavrinovic?, ¿y Kaukenas?, ¿y Hansen?, ¿y Vidal?, ¿y Garbajosa? Ni siquiera Felipe suena a indiscutible (al menos por las sensaciones de Messina) y la continuidad de Garbajosa parece más relacionada con su contrato y el asunto de los cupos que con su rendimiento tan de más a menos en la mayoría de los partidos. Seguramente en el apartado de las bajas esté la espada de Damocles del segundo proyecto Messina. Habrá medios económicos, seguro. Para dar entradas y salidas. Es necesario que, además, haya acierto. Necesita refrescar (¿rejuvenecer?) el roster, acercarlo más a su idea de baloncesto. De ahí tendría que salir un Real Madrid mejorado que dé el paso hacia delante definitivo y que haga que sus aficionados le perdonen los pecados de esta temporada 2009/2010 en la que todavía, para bien o para mal, quedan cosas en juego.