He de reconocer que no echo nada de menos los viajes, por la incomodidad de tanto avión y aeropuerto, pero las carreras sí. Lo comprobé el pasado sábado, cuando me senté frente al televisor para devorar la calificación de la Fórmula 1. Sigo este deporte desde los tiempos de Senna y Prost, pero nunca recuerdo haber tenido tanta hambre presenciando un gran premio sobre cuatro ruedas. Evidentemente, el binomio Alonso-Ferrari es un aliciente con el que nunca antes nos habíamos encontrado y, aunque la carrera fue bastante peñazo, ganó el que yo quería y eso hace que hasta me resultase más divertida. Digo todo esto porque hay quien me dice que es contraproducente para el Mundial de MotoGP que la F-1 recupere al auge que perdió el año pasado. Yo creo que no es así, porque son deportes distintos y absolutamente complementarios. Además, a los que llevamos gasolina en las venas nos gustan las carreras de lo que sea. Y una cosa más, la audiencia del motociclismo es más fiel que la de la F-1 y, con independencia de que haya o no españoles delante, siempre hay una base fija de dos o tres millones de espectadores. Lo que está por ver es por dónde vais a poder ver las carreras este año, porque yo lo haré en el circuito, ja ja ja.
Tengo curiosidad por ver en este test la evolución de Lorenzo con su lesión, esa fractura en el primer metacarpiano de la mano derecha. El médico le ha hecho una protección especial en fibra de carbono y Dainese le ha preparado un guante especial. Acabe como acabe, de lo que no hay duda es que sí estará al cien por cien para la primera carrera. Y también será muy interesante comprobar si Honda le ha hecho caso a Pedrosa y ha sabido solucionar los problemas en el tren trasero de su moto. A Dani le vi en la presentación del equipo el pasado sábado y me gustó mucho la tranquilidad que transmitía, las ganas que tiene de estar en la pelea por el título y su manera de asumir esa responsabilidad. No se borra y le deseo lo mejor. Sobre Bautista, Barberá y Espargaró, otra historia completamente diferente, la de acumular kilómetros y experiencia en la clase reina, lo que no es poco, y acercarse cada vez más a los tiempos de cabeza.
Para terminar, dos cuestiones. Una la sabréis los que leéis el AS de manera habitual. Me he encontrado con que el mítico Freddie Spencer vende, por problemas económicos, dos de sus motos campeonas, la Honda NS 500 del título de 1983 y la Honda NSR 250 de 1985. Qué pena. Lo podéis ver en rmdmotors.com y hasta pedir precio. Yo lo he hecho y me han contestado: 1 millón de dólares por las dos, porque no se venden por separado. Eso es, al cambio, 732.000 euros. Quién pudiera…
La otra, agradecer a todos los que siguen este blog y mi Twitter, que se puede encontrar buscándome por @ASMELACHERCOLES. A Facebook no pertenezco, pero me consta que existe un muro sobre mí de odiadores y otro de seguidores. Gracias también para los que estáis en ambos, aunque no los pueda leer, y a los que me queréis bien pediros que paséis de lo que digan los que no me quieren tanto, porque a mí no me quitan ni un segundo de sueño, así que espero que a vosotros tampoco. Como dijo alguien un día, y casi pensando en esta profesión mía, lo importante es que hablen de uno, aunque sea mal, y si lo hacen bien, pues la leche.
Uves y Ráfagaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas para todos.