¡Qué marrón!
Al final, ni Derek Anderson, ni Brady Quinn: Seneca Wallace y Jake Delhomme. Los Browns llevan tres años dándole vueltas a la peonza y parece que siguen empeñados en jugar con ella. Ahora resulta que Mike Holmgren, por el que siento una gran admiración, que conste, va a descubrirnos el bálsamo de Fierabrás sacándose de la manga a Seneca Wallace. Le gustaría muchísimo cuando estaba en los Seahawks, pero nunca estuvo ni cerca que disputarle la titularidad a un Matt Hasselbeck que ha jugado casi siempre tocado desde que perdió la Super Bowl contra los Steelers.
Así que la solución para los Browns es fichar a un plato de segunda mesa y a Jake Delhomme. Sobre Delhomme creo que ya he escrito suficiente en los últimos años y no voy a extenderme. No me ha gustado ni cuando decían que era bueno. Un QB tiene que ser capaz de mantener la cabeza fría para marcar el ritmo que más le conviene y el ex de los Panthers sólo sabe vivir a mil por hora, a ritmo de taquicardia y lejos de la mesura. Jugaba tan acelerado que dudo mucho que pudiera analizar casi nada y parecía un niño ansioso comiendo sin respirar en la mesa de los mayores. A muchos les hizo gracia esa actitud en la Super Bowl que los Panthers perdieron contra los Patriots, pero repetida, semana a semana, dejaba de ser virtud. Vale, no lo he podido evitar, ya le he vuelto a poner a caldo. Y además debe de estar muerto de risa. Sus 18 intercepciones de la temporada pasada son el mejor negocio que ha hecho ningún jugador de football en la historia. Los Panthers le han regalado más de 12 millones de dólares por despedirle y los Browns le pagarán unos 7 millones por esta temporada. Delhomme, que tiene el depósito prácticamente vacío, se va a llevar veinte kilazos por calentar banquillo en Cleveland. Estoy seguro de que lleva desde el domingo con un ataque de risa que a estas alturas amenazará con partirle el bazo. Ya veremos cómo acaba la historia pero, a día de hoy, no tengo ninguna duda de que los Brown seguirán, un año más, en la sima de la AFC Norte.
Mientras, Derek Anderson no tiene equipo y yo, una vez más, insisto en que un QB que en 2007 consiguió 3.787 yardas y fue elegido para jugar la Pro Bowl no puede ser un inútil tres años después. Pienso que el jugador ha sufrido las carencias de Cleveland y las dudas de sus entrenadores y que eso es lo que le ha convertido en malo. Posiblemente esté demasiado quemado como para recuperar su carrera en la NFL pero creo que es una de las muchas víctimas que este deporte deja en el borde del camino. Hay rumores de que podría terminar en Arizona, y tal vez sea un gran segundo para Matt Leinart pero, como el ex de los Troyans vuelva a dar el petardazo, Anderson podría revivir en Phoenix el lío de QBs que ha sufrido en Cleveland.
El que sí ha tenido más suerte es Brady Quinn. Denver se ha hecho con sus servicios por una cantidad irrisoria: el FB Peyton Hillis, una sexta ronda en 2011 y una ronda condicionada en 2012. Los Broncos, hasta ahora, se estaban moviendo mucho en busca de jugadores defensivos pero, fichando a Quinn, han querido meterle presión a Orton y rebajar sus exigencias en las negociaciones del nuevo contrato. Creo que McDaniels está más preocupado por su defensa que por su ataque. Los Broncos de la primera mitad de la pasada temporada basaron su éxito en la agresividad defensiva pero, en la recta final del año, se diluyeron a la misma velocidad que se desmoronaba su capacidad para frenar a los ataque contrarios. El head coach parece centrado en rehacer su defensa casi desde cero. Que hayan cortado a Andra Davis demuestra que los cambios serán mucho más profundos de lo esperado. Están dejando que Brandon Marshall se pasee por el mercado como un pavo real, pero sospecho que en Denver harán lo posible para que el jugador siga en Colorado. Su grupo de receptores es muy bueno, pero ninguno tiene calidad suficiente para sustituir a Marshall como número 1. Volviendo a Quinn, tal vez McDaniels sea el tipo perfecto para convertirlo, de una vez, en un QB para la NFL. Si no lo consigue, ya no habrá dudas, el de Notre Dame podrá dar por concluida su carrera como profesional.
Estos últimos días han sido bastante interesantes. Os recomiendo que os suscribáis a Sporting New Today, si aún no lo habéis hecho, para seguir al detalle todo lo que está sucediendo. En mi opinión, el otro gran movimiento ha sido el de Tomlinson. Su fichaje por los Jets me ha dejado perplejo. Con Shonn Greene como titular indiscutible, Tomlinson ha debido asumir, durante las entrevistas que ha mantenido en los últimos días, que su papel a partir de ahora debe ser el de actor secundario, le guste o no. Los Jets han dejado marchar a Thomas Jones y han fichado a Tomlinson para que haga exactamente lo mismo. No doy crédito. Espero que alguno de vosotros sea capaz de explicármelo. Greene y Jones fueron, durante la pasada temporada, una pareja temible, compenetrada y que, aparentemente, ni tuvo problemas ni los creó en el vestuario. Salvo que algo se me escape, pienso que el negocio es, cuanto menos, arriesgado. Si algo no está roto, no lo arregles.
Ah, se me olvidaba, Larry Johnson a los Redskins. Parece que la fe de Shanahan en Portis no es tan grande. El entrenador quiere un segundo corredor en la recámara por si el ex de los Broncos da otra vez el petardazo. En esta liga no hay amigos.