¿Un cordero o un cabrón?
Hoy os voy a contar una historia ciclista. Ya la escribí en su momento en uno de los foros de MTB en los que participo, pero para vosotros seguro que es inédita y me sirve para ilustrar el artículo.
Hace algo más de un año mi amigo Luis y yo salimos muy de mañana para dar una vuelta en bicicleta por el Cerro de San Pedro. Para los que no conozcáis esa zona de la Sierra de Madrid, es un infierno de sube y bajas, rampas de porcentajes imposibles y trialeras rompe piernas. Nuestro grito de guerra cuando vamos por ahí siempre es el mismo: “¡Aquí se viene a morir!”. Luis tiene 62 'tacos', pero todos los años hace más de 10.000 kilómetros en la bici y además tiene pedigrí. Es hermano de Ángel López Del Álamo ‘Tabique’, un ciclista del Super Ser que, entre otros éxitos, ganó la etapa reina de la Vuelta a España en 1979.
El caso es que nos cruzamos con un rebaño de ovejas en la cima de una de esas tachuelas que hay que subir con crampones y bajar con paracaídas. Un kilómetro más allá, y muchos metros más abajo, vimos un cordero recién nacido. Estaba abandonado. Balaba asustado con el cordón umbilical colgando y lleno de sangre y barro. Yo iba en cabeza. En décimas de segundo pensé en dar la vuelta y subir la rampa asesina para avisar al pastor, pero el porcentaje de la subida me puso los pelos de punta y me hizo rechazar la idea. Me avergüenza decirlo, pero estaba dispuesto a dejar ahí al animal y seguir adelante. Luis me gritó, paró en seco y se dio la vuelta, cuesta arriba, porque hay cosas que hay que hacer por mucho que cueste.
Además me avisó de que me quedara ahí, junto al cordero, y me señaló al cielo. Una pareja de águilas calzadas que viven en la zona ya le habían echado el ojo al lechal y estaban esperando a que nos marcháramos para perpetrar el secuestro y darse el gran festín.
Luis subía la rampa, con un porcentaje de más del 20%, retorciéndose como una lagartija sobre el plato pequeño. Mientras, yo esperaba junto a una mancha blanca y pequeña que intentaba mantenerse sobre las cuatro patas y andar hacia mí, pero que sólo podía dar tres o cuatro pasos antes de caer, y que balaba asustada.
Al rato Luis estaba de vuelta. Satisfecho, congestionado por el esfuerzo, pero contento por haber hecho lo debido. Tras él llegó el pastor, que recogió a la criatura. La pobre no pesaría ni dos kilos. Se la llevó del brazo mientras le regañaba mirándole a los ojos: “Loquito me tenías. No te encontraba por ningún lado y tu madre está allí arriba balando como loca”.
Luis me llevó el resto de la mañana con el cuello estirado y la lengua fuera. Sin compasión. Pero no me quejé ni dije nada. Era mi penitencia por pasar de largo. Cobarde ante una rampa infernal. Cuando llegué a casa miré a mi mujer y le dije: “Cariño, te voy a explicar por qué me gusta tanto montar en bici…”.
Cuando leía que Chad Ochocinco ha gritado a los cuatro vientos que quiere jugar junto a Terrell Owens en los Bengals, me he acordado de la historia del cordero. Un año más, TO está en la agencia libre y la mayoría le mira como a un apestado. Ahora ya no sólo es un jugador problemático. También es un viejo. Los que le más le critican, dicen que el juego de Dallas mejoró cuando él se marchó y que no ha aportado nada a los Bills. Yo creo que los Cowboys le echaron mucho de menos hasta que apareció el milagro Austin y que en los Bills no ha tenido la más mínima oportunidad de triunfar. Es más, en la jornada 11, ante los Jaguars, recibió nueve balones que él convirtió en 197 yardas y un touchdown. En el resto de la temporada nunca superó las cinco recepciones por partido y aún así, terminó el año con 829 yardas en 55 recepciones, 5 big plays y cinco touchdowns. Vale, no son números maravillosos, pero bastantes receptores los firmarían.
TO tiene 36 años, ya está resignado a que no ganará nunca el anillo y a su edad sigue jugando al football porque es lo que más le gusta del mundo. Siempre ha cuidado su físico con esmero, intentando estar al ciento por ciento el mayor tiempo posible, y su mayor preocupación durante la temporada pasada en los Bills ha sido demostrar que ya no es un tipo problemático.
Ochocinco, como mi amigo Luis, ha decidido subir un muro imposible para salvar a un tipo que casi siempre fue un cabrón pero que ahora se ha disfrazado de cordero. Pero Ochocinco no es tonto. Su equipo ha cortado a Laveranues Coles, Andre Caldwell no es un número dos de garantía y Jerome Simpson y Quan Cosby son tiernos jovencitos sin ningún pasado y con muy poco futuro. Es cierto que en ‘Radio Macuto’ son insistentes las noticias que aseguran que los Bengals pujarán hasta donde puedan para hacerse con los servicios de Brandon Marshall. Hace unas semanas yo estaba convencido de que Marshall dejaría Denver pero ahora creo que los Broncos harán lo imposible para no perder a su mayor estrella ofensiva.
Así que Ochocinco, temiendo que el año próximo volverá a estar rodeado de dudosos, ha sumado dos y dos. “Si el año que viene tengo al lado a TO las defensas van a tener que preocuparse de los dos, así que tendré menos dobles coberturas… y además podremos hacer las gamberradas juntos”. Gustavo Fillol incluye unas declaraciones de Carson Palmer sobre el tema en su magnífico blog de ESPN: “Me encantaría tener a TO con nosotros. Su pasado no me molesta para nada. Si hay un QB capaz de lidiar con receptores abiertos extravagantes, soy yo”.
Pues eso, a mí también me encantaría ver a Ochocinco y a TO juntos en los Bengals con Carson Palmer en plena forma, recuperado de la lesión en la mano que le impidió rendir al máximo la pasada temporada y demostrando que es uno de los grandes QBs de la NFL. Si a ellos les sumamos un Cedric Benson que renació en Cincinnati para confirmar que en Chicago tienen muy mal ojo con los corredores, tal vez el año próximo pasemos del ‘Who Dat’ al ‘Who Dey’.
Ya que he hablado de los Bears, me parece curioso que fichen ahora a Chester Taylor. Hace tres años dejaron marchar a Thomas Jones, un corredor con el mismo perfíl pero de eficacia mucho más contrastada. Mike Martz quiere recuperar el ataque que le hizo famoso en San Louis y trasladarlo al Soldier Field. Que conste que siempre me ha encantado Martz, pero ni el estadio de los Bears es un dome, ni Taylor ni Forte son Marshall Faulk, ni Cutler es Kurt Warner, ni entiendo muy bien que Martz se empeñe en fichar a un TE bloqueador como Manumaleuna y esté dispuesto a cortar a Desmond Clark e incluso a vender a Greg Olsen. Es verdad, los Bears son el equipo que más y mejor se está moviendo en la agencia libre pero el puzzle que tienen que montar es, en mi opinión, demasiado complicado.