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La injusta moneda al aire

Parece que el Saints-Vikings de la final de conferencia sí que puede confirmarse como el partido más importante de la temporada. Muchos pensábamos que pasaría a la historia por su emoción, por la calidad de los dos equipos o por el último cuarto heroico de Favre, lo que casi nadie esperaba es que se pudiera convertir en el detonante que llevaría a la NFL a cambiar su injusto reglamento para los tiempos extra. Lo que en España llamamos prórroga.

Los propietarios suelen ser muy reticentes a casi cualquier cambio, a pesar de que la NFL es una de las competiciones deportivas que mejor se adapta a las circunstancias. El asunto de los tiempos extra se ha votado casi cada año en los últimos tiempos, con infinidad de propuestas distintas, y la mayoría siempre se ha mostrado contraria a cambiar la regla actual. Como sabréis, para que haya un cambio en el reglamento es necesaria la mayoría de dos tercios de los propietarios, es decir, 22 votos.


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Para los más despistados, en la NFL está previsto un tiempo extra de 15 minutos para los partidos que terminen empatados. Si tras la prórroga persiste la igualdad, se da por concluido el encuentro con empate. En el momento en que uno de los dos equipos anota se proclama vencedor y se da por concluido el choque. Por eso es tan importante ganar en el lanzamiento de moneda que decide quién va a comenzar atacando en el tiempo añadido. En un alto porcentaje de casos el partido se decide en ese primer drive ofensivo. Es suficiente con llegar a distancia de field goal para dar la patada y deshacer el empate.

Siempre se mira con envidia la solución de la NCAA. Los tiempos extra se deciden con ataques alternativos desde la yarda 25 contraria. Así, cada equipo tienen la oportunidad de poner en juego al menos una vez a su ataque. Si el empate se mantiene, a partir del tercer drive ofensivo de cada equipo es obligatorio intentar la conversión de dos. Los ataques se suceden hasta que alguno de los dos conjuntos deshace el empate sin que el otro, en su oportunidad, sea capaz de igualar o mejorar la anotación. Muchas veces se ha hablado de exportar el sistema de la NCAA a la NFL pero los propietarios se niegan, y probablemente con razón, argumentando que con la calidad de la NFL, y las defensas agotadas después de tres horas de partido, la sucesión de drives desde la yarda 25 contraria se puede convertir en interminable.


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Los propietarios quieren que las prórrogas se terminen cuanto antes. Hasta tal punto que el cambio de reglamento que estudiarán en las reuniones de los próximos 21 y 24 de marzo podría aplicarse sólo en los partidos de postemporada (wildcard, playoff, finales de conferencia y Super Bowl). Durante la temporada regular es muy improbable que se apruebe ninguna modificación.

La diferencia es que, durante la temporada regular, un empate es un incordio. La NFL tiene una solución que casi asegure que haya un ganador final, independientemente de la justicia del método, y con ello se da por satisfecha. Por el contrario, en postemporada el objetivo es que se clasifique el mejor de los contendientes. Negarle a uno de ellos la posibilidad de atacar en los minutos añadidos no parece lo más justo.

Así que ésta es la propuesta sobre la que van a trabajar los propietarios: si el equipo que empieza atacando termina su drive anotando un touchdown, o el equipo que defiende roba el balón y alcanza la endzone contraria, el partido termina automáticamente. Si el equipo que empieza atacando anota un field goal, el segundo equipo podrá disponer de un drive de ataque tras el kick off consiguiente. Si no anota, pierde el partido; si logra un touchdown, vence; si transforma un field goal y empata, deberá despejar el balón. A partir de ese momento cualquier anotación finiquita el duelo.

A mí me gusta mucho la solución. Hasta ahora resultaba un poco frustrante que un equipo llegara a la yarda veinte de sus rivales y anotara el field goal en primera y diez sin haber intentado conseguir un touchdown. Pienso que los dos ataques deben tener su oportunidad y que el nuevo sistema premiaría la ambición. Conformarse con un field goal se convertirá, si al final la norma es aprobada, en una decisión de alto riesgo. También parece evidente que la moneda al aire seguirá siendo muy importante y que el equipo que empiece atacando partirá con una gran ventaja, pero ya no le valdrá con no equivocarse; tendrá que buscar la end zone contraria para depender de si mismo.


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Por otra parte, me da lo mismo que el cambio de norma sólo se aplique en postemporada. Si de mí dependiera eliminaría los tiempos extra durante la temporada regular. La NFL odia tener empates en la clasificación, pero tal vez viéramos mucha más agresividad en los minutos finales y algunas conversiones de dos emocionantísimas en los últimos segundos si no hubiera tiempo añadido. En esta competición, con tan pocos partidos, un empate sirve para muy poco.

Esta offseason está siendo un tremendo rompecabezas en la que es complicadísimo saber la situación contractual de los agentes libres, en la que los equipos, previendo que no habrá límite salarial, están manteniendo contratos impensables en cualquier otra temporada (un ejemplo es que Reggie Bush continúe en N. Orleans sin una reestructuración de contrato) y en el que todo el mundo mira hacia delante viendo cómo un abismo se cierne sobre la NFL. Tal vez parezca que resolver la injusticia de los tiempos extra sea ‘el chocolate del loro’ pero a mí me tranquiliza que los propietarios sigan preocupados de los pequeños detalles que son los que, al final, deciden quien levantará el Vince Lombardi.