Crucemos el Rubicón a pocas fechas del crucial punto de inflexión que supone el parón del All-Star y el elemento de riesgo que implica la recta final antes del cierre del mercado. Fuentes ambas de inestabilidad y oscuridad a la hora de hacer vaticinios rotundos y más si estos giran en torno a Boston Celtics, una franquicia con muchas (¿demasiadas?) incógnitas y vías francas tanto hacia el éxito como hacia el fracaso. Pero apostemos, al menos para que quede escrito y espantar posible acusaciones futuras de ventajismo: Boston Celtics no ganará el anillo porque ni siquiera estará, voy más allá, en las finales 2010. Tiene crédito para no bajar del vagón de aspirantes con galones, pero ha llegado el momento de que pase a un discreto asiento de segunda fila.
En el verano de 2007, Danny Ainge redefinió el mapa de la NBA. En junio del año siguiente, 22 después del último, Boston ganó su anillo 17. Cuando la desesperanza crecía en Nueva Inglaterra, cuando muchos fans asumían que morirían sin ver reverdecer (nunca mejor dicho, supongo) aquellos laureles de los 60 (sobre todo), 70 y 80. A través de una espléndida campaña de ingeniería de despachos llegaron Ray Allen y Kevin Garnett para formar una versión posmoderna y carnívora del triunvirato celtic. Un big-three 2.0 maquinado por un Ainge que conoció de primera mano aquel inolvidable e irrepetible que formaron Bird, McHale y Parish.
Y mientras Paul Pierce daba el penúltimo susto con una falsa alarma en torno a su pie izquierdo, Kevin Garnett (el alfa de este equipo si convenimos en que Paul Pierce es el omega y Ray Allen una especie de conducto vertebrador) exprime sus rodillas más allá del límite del dolor. Juega lesionado y es una simple fracción del jugador que era hace dos temporadas, cuando funcionó a ritmo de jugador total y argamasa que unía todo el conglomerado ofensivo y sobre todo defensivo del equipo del Garden. Ahora hace lo que puede, seguramente más, y vive a costa de su conocimiento del juego en defensa y su tiro de media distancia en ataque. Pero es un KG con poco de KG y así lo demuestra sin ir más lejos la canasta de Rashard Lewis que selló la derrota ante Orlando.
El pasado
El pasado reciente, claro, acotado a 2003, cuando se comenzó en pureza a forjar el equipo actual, el de las tres últimas temporadas. Por entonces y en medio de malos resultados, cambio de propietarios y un balance deportivo que en más de una década tenía como hito una mísera (desde la perspectiva de los Celtics) final de Conferencia (derrota ante los Nets). Por entonces, decía, Danny Ainge sustituyó a Chris Wallace (castigado por malas elecciones de draft y agujeros negros como el asunto de Vin Baker y sus problemas con el alcohol). Ainge comenzó la profunda transformación del equipo con la salida de Antoine Walker, la llegada al banquillo de Doc Rivers (2004/05), elecciones de draft como Al Jefferson, Tony Allen, Delonte West… y el fondo tocado con las 24 victorias de la 2006/07 y la inmediata revolución: Ray Allen llegó a cambio de West, Szerbiak y una elección de draft que resultó recaer en el ahora interesantísimo Jeff Green. Kevin Garnett llegaba poco después a cambio de Al Jefferson, Sebastian Telfair, RyanGomes, Gerald Green, Theo Ratliff y un par de ajustes en cuando a derechos de draft.
El resto es historia reciente de la liga. Ainge en los altares, título a costa de los Lakers (hasta el destino y el marketing se hicieron un mutuo guiño) y segunda temporada de arranque brutal y final decepcionante entre síntomas de lo que hoy son problemas reales: el castigado físico de Garnett, la falta de frescura de los jugadores importantes en los momentos importantes, remar y remar y morir, desfondado, en la orilla (séptimo partido ante Orlando). 66 victorias en la primera temporada (arranque de 29-3) del big-three, 62 en la segunda (27-2 de inicio). En el año del anillo colisionó el respeto de los hados en lo físico con la entrega incondicional a un proyecto común y colectivo de tres estrellas amparadas por un entrenador que comenzó y terminó el curso con una sola palabra en la boca: defensa. Añadamos una batería de veteranos de rendimiento óptimo en momentos cruciales: Posey, PJ Brown, Cassell, Eddie House… los réditos de obreros de lujo como Tony Allen o Leon Powe y los primeros destellos de Kendrick Perkins y Rajon Rondo (hoy All-Star con todo merecimiento), ahora mucho más maduros tras un crecimiento intensivo y hasta cierto punto sorprendente.
El presente
El futuro
Pero todo puede cambiar en cualquier momento y hasta el 18 de febrero, fecha en la que se cierra el mercado de fichajes y en la que, curiosamente, los Celtics rinden visita a los Lakers en el Staples Center. Lo primero que convendría saber antes de lanzar una apuesta de verdadero peso es qué Celtics (y qué Lakers, aunque los movimientos en el campeón parecen pura rumorología) veremos en ese partido, pistoletazo de la última parte de la temporada, la hora de la verdad. Danny Ainge está más preocupado de lo que reconoce en público y sabe que tiene que tomar una decisión difícil pero crucial, la que marcará el futuro de la franquicia a corto e incluso medio y largo plazo.
Rumores hay y habrá de toda clase, algunos inviables (Granger y Murphy vía intercambio con muy poco sentido en ningún aspecto para los Pacers salvo que Larry Bird quiera hacer un penúltimo servicio al equipo de su vida). Se ha hablado de los Sixers (que lo venden todo, literalmente) a cambio de Iguodala y Lou Williams (excelente a priori para Boston en lo deportivo y para Philadelphia en lo económico). Se ha hablado de Hinrich (también relacionado con Lakers) y quizá Salmons, también bueno para la competitividad de Celtics y para las arcas de unos Bulls que van descaradamente a por el mercado de agentes libres (¿Wade, Joe Johnson…?). Se ha hablado de Kevin Martin y Kenny Thomas con Allen rumbo a Sacramento… Se ha hablado y se seguirá hablando porque el mercado afila las garras, el contrato de Allen encaja en muchas cábalas y los Celtics no harían ascos a contar con un 2-3 de proyección, contrato no muy alto y capacidad para crearse sus propios tiros. Por eso hasta el cierre del mercado todo queda en cuarentena. A partir de ahí vislumbraremos dónde están realmente estos Celtics de cara al anillo de 2010 y al de años venideros. Por ahora, repito, no veo les veo ganando su campeonato 18 en junio. Pero quizá por eso resulten especialmente peligrosos. Porque de historias como estas nació y se alimentó la leyenda del ‘celtic pride’.