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Mucho Federer, poco Tsonga

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Tomás de Cos

La decepcionante actuación del francés desluce la semifinal y resta brillo al tenis fluido y atrevido del suizo, que sentenció su pase a la final del Abierto de Australia tras superar al francés Jo-Wilfried Tsonga por un contundente 6-2, 6-3 y 6-2. El suizo se medirá el domingo, en su vigésimo segunda final de un torneo de Grand Slam, con el escocés Andy Murray, que aseguró su plaza frente al croata Maric Cilic ayer.

Roger Federer pareció haber aprendido la lección de su partido de cuartos de final frente a Nikolay Davydenko y saltó a la pista muy enchufado. Desde el inicio se supo dominador y buscó con ahínco el revés de Tsonga para finalizar los puntos con golpes ganadores desde dentro de la pista o en la red. Hoy su derecha corrió mucho e hizo mucho daño.

Dos breaks cosechados con facilidad pusieron a Federer con un duro 6-2 a su favor, del que Tsonga nunca se recuperó, y que acabó por convertir el encuentro en un entrenamiento para el de Basilea, que sin embargo no lo tendrá tan fácil ante el escocés Andy Murray en la final.

El suizo ensayó su completa gama de golpes. Nunca le jugó dos bolas iguales a Tsonga –que hoy no recordó al gran Ali más allá de su parecido físico-, que nunca encontró las sensaciones y el ritmo de su tenis. Roger alternó el cruzado con el paralelo, varió constantemente la velocidad de sus tiros y combinó subidas a la red, con dejadas. Una táctica que condenó a un francés exhausto, al que apenas le daban las fuerzas para pensar algo más que en perseguir a la pelota.

Tsonga no hizo ninguna de sus habituales celebraciones jubilosas, no se golpeó en el pecho, ni dio nunca sensación de tener una marcha más como para para igualar el combate. Se limitó a mantenerse en pie, a duras penas, en busca un milagro. Pero Federer hoy no se despistó. En juego estaba alcanzar su vigésimo segunda final de un Grand Slam y optar así el domingo a su décimo sexto ‘mayor’.

El segundo set Federer consiguió arrebatarle el servicio al francés en el sexto juego (4-2) y confirmarlo inmediatamente después en su juego. El servicio le funcionó en todo momento y le permitió jugar con mucha seguridad. Una sensación que reforzó Tsonga al irse diluyendo al resto conforme avanzaba el encuentro. El número uno sentenció el parcial al servicio por 6-3 con diez golpes ganadores y sólo cuatro errores no forzados. Su oponente, por el contrario, se mostraba atrapado, impotente y lento.

En el inicio del tercer acto, Tsonga amagó con cambiar su actitud. Pero sus buenos propósitos le duraron muy poco. Enseguida volvió a mascullar para sí, cabizbajo y derrotado, olvidando la actitud positiva necesaria para cambiar el curso de los acontecimientos. Ganó el primer juego al servicio, pero Federer le contestó con un juego en blanco, una nueva rotura de servicio en el tercer juego y un nuevo juego inmaculado en el cuarto.

Un rápido 3-1 con el que las esperanzas de Tsonga, que entregaría el siguiente juego con una doble falta (4-1), se desmoronaban por completo. Federer finiquitó el duelo con un 6-2 final antes de mostrarse más relajado y suelto que nunca en la entrevista a pie de pista con el ex número uno Jim Courier.

Eso sí, el partido del domingo no será tan cómodo para el suizo. Enfrente tendrá a un tenista de gran talento, que ya le ha ganado en cuatro de las diez ocasiones en las que se han medido, y que llega en muy buen estado de forma. De poco o nada le servirá haberse impuesto al pupilo de Corretja en los dos últimos enfrentamientos disputados en 2009, ni la final del US Open 2008.