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El equipo fantasma aterroriza al resto de la NFL

Me proponen en la redacción del periódico que recupere, antes de la Super Bowl, artículos que haya escrito esta temporada hablando sobre los dos equipos clasificados. De los Colts he escrito bastante. Miento, sobre Manning he escrito bastante, pero siempre en artículos en los que también hacía referencia a otros jugadores o equipos. Sobre los Saints me sucede algo parecido; he escrito sobre Payton y sobre Brees, pero siempre en previas o en artículos más generales. Aún con todo, el 19 de octubre dediqué un artículo íntegro a los Saints. Los que nos leéis desde hace tiempo lo recordaréis pero a los recién llegados tal vez os guste que lo vuelva a colocar en la cima del blog.

Hasta 2006 había un equipo que se me olvidaba siempre. Cuando por algún motivo tenía que enumerar a las 32 franquicias de la NFL, al terminar de escribir la lista y contar, había 31. ¿Cuál me faltaba? Efectivamente, los Saints.
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Los demás equipos, ya fuera por su mítica, por su calidad, por su historial, por sus jugadores… incluso por malos, eran fáciles de recordar. Pero los Saints eran el equipo inexistente, los ‘calamares’, los ‘guan-nais’. Nunca los televisaban para señales internacionales y resultaba utópico sólo pensar que pudieran disputar un Monday Night Football.

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2001, el público tira botellas al campo. Los Saints no levantan cabeza.

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Pero la verdad es que a casi nadie le importaba. Porque casi nadie se acordaba de ellos. Seguro que hoy tienen muchos aficionados fuera de Nueva Orleans, pero dudo mucho que haya ningún español que fuera incondicional de los Saints hasta hace tres temporadas.
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Desde 2000, el último año en que entraron en postemporada, hasta la llegada de Sean Payton, siempre se movieron en un triste 8-8, 7-9 ó 9-7. Ni frío ni calor, cero grados.
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Terminaron 2004 con un récord 8-8 y, como casi siempre, nadie se fijó. Un año más pasaron al olvido en su mediocridad. No es broma, no recuerdo haber hecho ningún análisis ni escrito, ni en las conversaciones de la grada de mi casa los domingos por la tarde, ni en conversaciones con amigos aficionados, más allá de si su uniforme o su casco eran feos o bonitos. Incluso en la vieja sección de ‘El Sabio’ en la web de AS, donde contestaba preguntas sobre football americano y la NFL, creo que nadie me preguntó nunca nada sobre ellos.
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Todo el mundo marca el 29 de agosto de 2005, día de la catástrofe del Huracán Katrina, en el que Nueva Orleans quedó sumergida bajo el mar, como el día del renacimiento de la franquicia. El equipo terminó 3-13 la temporada y tuvo que jugar en el exilio, pero sucedió algo increíble: ¡El mundo descubrió que en Nueva Orleans había un equipo de la NFL!
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Y algunos jugadores pensaron “¿y por qué no voy a jugar ahí? La verdad es que no sabía ni que tuvieran equipo”. Y algunos entrenadores pensaron “¿y por qué no entreno ahí? Como nadie sabía que existían es como si fuera su primer entrenador”. Mientras la ciudad se sumergía, su equipo resurgía de las aguas.
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Los Saints pasaron a ser populares. Nueva Orleans dejó de ser famosa por su barrio francés, su Bourbon Street, sus collares, su gospel, jazz y su rhythm and blues. Hasta entonces, el mundo de la NFL sólo la tenía en cuenta por ser la mejor ciudad para celebrar una Super Bowl. Ese era argumento suficiente para que ahí estuviera el ‘equipo fantasma’. Todos los que han vivido una gran final en la ciudad sureña afirman que la semana previa es la más loca que han tenido en sus vidas.
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En 2006 no sólo llegó la popularidad, también apareció el buen juego. El equipo eligió en el draft a Reggie Bush (que a mí me sigue pareciendo un bluff, pero ese es otro tema), fichó a Drew Brees (ese sí que no es un bluff) y dejó el equipo en manos de Sean Payton, un joven entrenador ofensivo que había ganado prestigio en Eagles, Giants y, sobre todo, Cowboys. Para mí también fue decisivo el renacimiento de Deuce McAllister, un corredor que siempre fue discutido por sustituir a un mito como Ricky Williams, y que acumuló lesiones hasta su retirada el invierno pasado.

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Mike Bell da gracias al cielo. Los Saints siguen arrasando.

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Los Saints de 2006 fueron un regalo para la vista. Anunciaron todas las virtudes que están asombrando a la NFL esta temporada. Drew Brees destrozaba a sus rivales por aire y McAllister por tierra. Terminaron 10-6 lastrados por una defensa poco fiable pero llegaron a la final de conferencia. En ella, los Bears se los merendaron.
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En 2007 volvieron las dudas. El equipo terminó 7-9 y nunca se sobrepuso a una nueva lesión de McAllister y a una defensa que rozó el ridículo en bastantes partidos. El año pasado se repitió la cantinela. Ni el juego terrestre, ni la defensa, acompañaban a un ataque aéreo en el que Drew Brees rozaba una y otra vez el récord de yardas en una temporada de Dan Marino.
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Este año todo ha cambiado. Pierre Thomas ha estallado como el corredor joven y con recorrido que llevaban años buscando, Reggie Bush (sin dejar de ser un bluff) se ha convertido en un arma letal en jugadas específicas, Brees sigue siendo una máquina de lanzar completados al receptor que más daño puede hacer en cada jugada, Jeremy Shockey vuelve a ser el increíble TE anterior a su lesión, y además parece haber madurado para evitar meterse en todos los jardines con sus declaraciones…
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Pero lo más llamativo es el salto de calidad de su defensa. Durante las últimas temporadas los analistas criticaban que la calidad de sus jugadores se diluía dentro del bloque. Este año, por fin, parece que todos han decidido jugar a su nivel y al alimón. Por eso es difícil encontrar un resquicio por el que hacerles daño. Los ataques aéreos que tanto daño les hacían en temporadas pasadas se han convertido por arte de magia en intercepciones y la vieja crítica de que el ataque era tan fulminante que obligaba a la defensa a estar demasiado tiempo en el campo se está quedando sin argumentos. Brees sigue siendo igual de letal, pero ahora controla mucho más el tiempo del partido, alarga los drives, balancea pase y carrera y no castiga a su propia defensa con su eficacia.
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Ahora son un huracán en todas las facetas. Pero lo que más me asombra es la facilidad para imponer su juego. Es como si no se esforzaran. Todo fluye con una naturalidad pasmosa, como una obra de arte.
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Yo sigo dudando de los Saints. Son muchos años llamándolos ‘Aints’ como para creer en ellos a pies juntillas de un día para otro. Pero ahora me provocan esa sensación de impotencia eufórica que se siente viendo jugar a los equipos campeones. Es imposible que se equivoquen, da igual lo que hagan sus rivales.
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La NFC está recuperando el nivel de los años 90’, cuando los gallos se acumulaban en el gallinero. Os lo digo en todas las columnas, la NFL de esta temporada está siendo la bomba.
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mtovarnfl@yahoo.es
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