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Saints, 31; Vikings, 28 (OT)

Garrett Hartley anotó un field goal de 40 yardas en la prórroga y los Saints jugarán, por primera vez en su historia, una Super Bowl después de vencer en una final de conferencia vibrante, llena de emoción y de alternativas en el juego.

El partido fue un monólogo de los Vikings para lo bueno y para lo malo. Comenzaron jugando un primer drive ofensivo magistral. Favre repartía balones a sus receptores mientras la defensa de los Saints caía en todos los engaños. Adrian Peterson consiguió el primero de sus tres touchdowns. La respuesta de los locales no se hizo esperar y Brees dirigió otro gran drive que terminó con una anotación de Pierre Thomas. 7-7 y todo presagiaba un toma y daca apasionante. La fiesta siguió en el siguiente drive. Favre volvía a encadenar jugadas magistralmente para terminar con un touchdown de Sydney Rice. Poco después llegaba la réplica de los Saints. Henderson igualaba el partido a 14. Los espectadores presenciábamos el duelo de titanes boquiabiertos.

Pero la labor de zapa de los de Payton comenzaba a dar sus frutos. Los Saints lo tuvieron claro desde el primer minuto. El objetivo era cazar a Favre y, independientemente del pobre partido de la línea de ataque de los Vikings, la defensa de N. Orleans se dio un festín de golpes sobre el QB, algunos de ellos rozando la legalidad, que descentraron a la estrella visitante. La paliza fue tal que Favre jugó cojo gran parte de la segunda mitad.

Se acercaba el descanso y el partido se dio un respiro. Se acumulaban los tres y fuera. Brees no conseguía entrar en el partido como a él le gusta y Favre se libraba del balón en cuanto veía acercarse los blitzs de los Saints. Tras un despeje de Minnesota, Reggie Bush perdía el balón que era recuperado por los Vikings en la yarda 10 de los locales. Quedaba un minuto por jugar y parecía que los de Childress se irían con ventaja al descanso.


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Pero no fue así. Peterson recibió mal el balón de las manos de Favre y lo dejó caer para que lo recuperaran sus rivales y diera comienzo una sucesión de errores, fumbles e intercepciones protagonizadas por todas las estrellas de los visitantes y que fueron la clave del partido. La lista de fumbles se convirtió en interminable: Peterson (2), Harvin, Berrian y Reynaud, además del ya narrado de Favre. Llegaban con monótona regularidad en cada ataque visitante. Los Saints se limitaron a contemplar, durante todo el segundo período, cómo los Vikings perdían una y otra vez el balón cuando estaban en la zona de anotación rival o suficientemente cerca de su propia end zone como para hacerle casi todo el trabajo a sus rivales.

El colmo del despropósito llegó cuando, con 19 segundos por jugar, los Vikings, tras un tiempo muerto en la yarda 33 de los Saints, salieron al campo con doce jugadores. La penalización sacó a los visitantes de distancia de field goal y Favre, que ya había sufrido una intercepción anteriormente, lanzo un pase cruzado a la desesperada que fue interceptado. El enésimo error de Minnesota, esta vez nacido en el banquillo, apuntillado por un pase ingenuo de Favre, abría la puerta a la prórroga.

En el tiempo extra apareció el mejor Brees para completar un drive, lleno de revisiones arbitrales, que culminó con el field goal de Hartley. Los Saints estarán en la Super Bowl mientras los Vikings tendrán siempre la sensación de que fueron sus propios errores los que les dejaron fuera de la gran final.