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Se abre la veda del QB

Bengals-Jets, Cowboys-Eagles, Patriots-Ravens y Cardinals-Packers. No hubo sorpresas en la última jornada. Tal vez lo más sorprendente haya sido la debacle final de los Broncos. Incluso Marshall y McDaniels han terminado la temporada como la empezaron: a tortas.

Esperaré hasta el jueves para razonar los partidos de wild card. Pero, de entrada, ya os digo que, mientras que en la Nacional todo está más equilibrado, los equipos de la Americana deberían ser carne de cañón en la siguiente ronda. Creo que Colts y Chargers son muy superiores a todos los demás. Y más ahora que los Patriots han perdido a Welker y tienen a Brady con tres costillas rotas. No quiero ni imaginar lo que estará pensando Ray Lewis. Doble contra sencillo a que, en el primer drive del partido, o Lewis o alguno de sus secuaces arrea un golpe tardío quirúrgico a Brady en los lomos para mandarle al vestuario.


¿Qué inventará Belichick para sobrevivir sin Welker?

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Y no, nunca he estado de acuerdo con todos los que pensáis que la NFL es una competición de caballeros en la que sólo se golpea con nobleza. Tal vez esa sea una afirmación cierta durante la temporada regular, pero en enero no hay perdón, ni consideración, ni deportividad. La atracción del anillo nubla las conciencias y saca lo peor de cada uno. Y os aseguro que dentro de Ray Lewis, y muchos otros defensas, hay mucha perversidad.


Palmer es retirado tras lesionarse frente a los Steelers.

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No hay que remontarse mucho para recordar cómo los Steelers sacaron a Palmer del partido en la repesca de 2005. Kimo von Oelhoffen se derrumbó sobre el QB de los Bengals y le destrozó la rodilla. En su primer drive ofensivo los Bengals comenzaron con una carrera de Johnson, así que no hubo posibilidades de cazar al QB. En la siguiente jugada Palmer lanzó un pase completo a Chris Henry y, cuando la jugada parecía terminada, al pasador le cayó un elefante encima de la rodilla. No es el único caso. Los golpes más violentos, o dañinos, de lo acostumbrado se acumulan en postemporada. Ese es otro de los motivos por los que los partidos de enero son aún más especiales. El circo romano de la NFL alcanza todo su esplendor sangriento.

Los más viejos recordaréis los grandes duelos de los 90’ entre 49ers y Cowboys. El renacido equipo de América, de la mano de Troy Aikman, contra los mágicos 49ers, con Steve Young al frente. Era inevitable que ambos equipos se encontraran en play-off, un poco como ha sucedido los últimos años entre Colts y Patriots. Pero resultaba terrorífico ver cómo las dos defensas se empleaban a fondo para intentar sacar del partido a los QBs rivales, y en ocasiones lo conseguían. Esa misma violencia se vivió en los grandes duelos de los siguientes años entre los mismos 49ers y los Packers del joven Brett Favre. La verdad es que no recuerdo una persecución al muñeco como la que sufrió Steve Young durante toda su carrera.


A Young sólo había una manera de pararle.

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Además, si exceptuamos el caso de Mark Sanchez, que algunos partidos es más un lastre que un arma para los Jets, vamos a vivir unos play-off en los que estarán los mejores QBs de la NFL. Sólo Big Ben se queda fuera de entre los más grandes. Nadie daría un duro, como ganadores de la Super Bowl, por Colts sin Manning, los Chargers sin Rivers, los Patriots sin Brady, los Bengals sin Palmer, los Ravens sin Flacco, los Vikings sin Favre, los Cowboys sin Romo, los Eagles sin McNabb, los Saints sin Brees, los Packers sin Rodgers o los Cardinals sin Warner. La flor y nata de la NFL se va a dar cita en enero. Los cazadores de QB y los reductores de cabezas afilan sus armas porque saben que, si quieren seguir en la pelea, su misión principal es destruir al jugador clave de los rivales.

Roger Goodell, al que se le acumulan los problemas como comisionado de la NFL (cada vez se echa más de menos al gran Paul Tagliabue), salió éste fin de semana con unas declaraciones explosivas en las que criticaba que los equipos reservaran titulares cuando ya están clasificados para postemporada. Insinuó que se podría cambiar el reglamento e incluso premiar con elecciones compensatorias en el draft a los que jugaran con los titulares. Seguro que Belichick, tras la lesión de Welker en un partido intrascendente, está encantadísimo con los comentarios de Goodell. Querido comisionado, cuando te estás jugando el anillo no valen rondas del draft. Que los equipos clasificados se hayan paseado en la última jornada no es, pese a las críticas, ninguna falta de deportividad. Aunque hubieran jugado Manning o Brees, ni el Bills-Colts, ni el Panthers-Saints le habrían interesado a nadie.

Gracias a que primó la cordura, la norma de protección al QB, que tanta polémica creo en las primeras jornadas, casi ha pasado a la historia. El football es un deporte violento, de contacto, donde son habituales las lesiones graves, en más ocasiones de las deseadas un jugador de ser inmovilizado tras un golpe y las trayectorias de muchas estrellas se truncan antes de tiempo. Hace algunos años leí un estudio sobre la vida profesional media de los jugadores de la NFL por posiciones y me resultó impactante. La he buscado para enlazárosla en este artículo pero, lamentablemente, no la he encontrado. En muchas posiciones no duraban más de cuatro o cinco años de media.

Pero esa misma violencia es lo que convierte en la NFL en algo tan hipnótico. Los aficionados queremos ver pases profundos, largas carreras… y golpes despiadados. Hasta ahora, durante la temporada regular, a reinado la cordura, pero ahora, cuando perder y morir es lo mismo, la locura conquista la NFL y se juegan los once partidos que le dan sentido a esta competición.

Y este año, más que ningún otro, se ha abierto la veda del QB. No recuerdo una temporada con tantas estrellas, y tan decisivas, dirigiendo los ataques de postemporada. ¡Señores, a disfrutar!