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Real Madrid: Pesadilla en Navidad


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Cuatro derrotas seguidas en ACB, cinco en seis partidos considerando Euroliga con un único oasis: el triunfo aplastante en pista del campeón de Europa, Panathinaikos. Bajas, idas y venidas, ajustes sobre la marcha… Y de 11-0 a 11-4, visto y no visto. De soñar (y amagar) con un despegue en el primer puesto a luchar por el segundo… y hasta por el tercero. Y de las cuatro derrotas domésticas, tres -y esto también cuenta- con vinagre a granel en la herida. A saber: Derrota incontestable ante un gran rival de relativo nuevo cuño, Caja Laboral, y dolorosas al máximo ante los eternos enemigos: paliza histórica ante el Barcelona, fracaso sufrido y a ritmo de taquicardia ante Estudiantes. ¿Crisis? Todavía no, aunque por momentos lo empieza a parecer. Vaya que sí…

De 11-0 a 11-4 y con sensación de apagón general y primeras luces rojas: en lo físico y en los sistemas de juego, de repente colapsados. Causas, efectos y reacción en cadena: plaga de bajas, pérdida de autoestima, zozobra anímica. ¿Por un puñado de derrotas? Esto es el Real Madrid, claro. Aparatoso hasta la histeria (y a veces hasta la nausea) en lo mediático, obligado por historia y escudo, este año también por apuesta e inversión. Y obligado por el vértigo de esta nueva era en la que todo sucede on line y en la que parece -y muchas veces conduce a notables errores de base- que está muerto quien pise el freno, quien busque perspectiva. Aunque la meta sea construir un equipo sólido primero (cuanto antes) y campeón después (lo antes posible). ¿Dije equipo? Debería haber dicho EQUIPO. O tal vez E-QUI-PO. Para que todo el mundo lo entienda.

Ahí va un tópico: ni el Real Madrid era campeón de la Euroliga tras el sorprendente y precoz 11-0 ni sufrirá para estar en playoffs tras el actual 0-4. Ni había florecido y se había solidificado por arte de magia ni se ha descompuesto sin solución de continuidad. El retoño del primer proyecto Messina tuvo un arranque de niño prodigio y ahora pasa por una mala fase, la edad del pavo justo cuando ronda la pubertad. Desde aquí, desde estas derrotas y cuando se avistan los meses decisivos (por este orden: Copa del Rey, Top 16 y lo que venga en Euroliga, playoffs ACB) sabremos si se convierte en un hombre hecho y derecho. Ahora veremos el verdadero calado, el auténtico espíritu de este equipo.

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Todas las derrotas incluyen lecciones, 2x1 en el precio final. Quizá las más preocupantes -en frío, al menos- se deban extraer de los partidos ante Xacobeo o Estudiantes. Aunque seguramente pese más la falta de talle competitivo mostrada ante Caja Laboral (con la coartada de la epopeya vivida para enlazar Atenas con Vitoria) y sobre todo Barcelona.

A remolque del Barcelona


Detengámonos un instante en el clásico, donde hubo dos evidencias: el Real Madrid tenía demasiadas bajas y se encuentra en un estadio de gestación muy prematuro como para jugar de igual a igual a un Barcelona pletórico, formado en una idea y a partir de un bloque y embalado en un nivel que hace que, ahora mismo, cueste encontrarle Némesis alguna en el basket continental. Aquí va una ensalada de datos que habla a las claras: sumando todas las competiciones, el Barcelona sólo ha perdido un partido, en la prórroga y en su cancha maldita, Gran Canaria, allá por la prehistoria de la temporada (jornada 3). Es líder y ha sumado los siguientes resultados ante los cuatro equipos que le siguen en la clasificación: 100-72 ante Caja Laboral, 57-79 ante Real Madrid, 87-62 ante Power Electronics, 92-59 ante DKV Joventut. ¿Casualidad? No, trabajo bien hecho y gobierno con puño de hierro. El Barça es ahora mismo incontestable en ACB, y estos son los datos para quien no haya visto los partidos, que por lo demás hablan por sí solos: mejor ataque de la liga (79’29 puntos), mejor defensa (62’79 puntos en contra, lo que arroja un diferencial brutal de casi +17 puntos por partido). El equipo de Xavi Pascual es líder en asistencias, valoración (tremendo 95’57), porcentaje de tiros de dos, recuperaciones de balón y hasta en mates, lo que no es anécdota sino señal del perfil de sus jugadores y de la capacidad para encontrar buenas opciones. Donde no es líder, anda cerca: segundo en tiro de tres, tapones y control de pérdidas, único aspecto en el que el Real Madrid todavía camina por delante. Sólo en rebote no es demoledor el Barça: ¿cómo va a tener cifras muy altas de rebote ofensivo un equipo que tira por encima del 57% en tiros de dos y cerca del 40% en triples?

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El algodón no engaña, aunque conviene recordar que el Real Madrid se encuentra todavía en periodo de moratoria. Alentado por las bajas, todo cuadra para justificar el aluvión azulgrana vivido en Vistalegre. Pero eso no debería llevar al victimismo: la actitud fue mala y la imagen, con todos los factores en la balanza, penosa. Florentino Pérez resistía en el palco con cara de ‘¿pero qué demonios hago yo aquí?’ y Messina tiraba de recursos para ponerse a otra cosa, mariposa: “sabíamos que era casi imposible ganar”. Técnicas de tahúr del italiano, que valen ahora pero que le podrían devorar más adelante. Porque en el Real Madrid hay cuentas pendientes que se convierten en fantasmas y porque este Real Madrid, a diferencia del de la temporada pasada, sí está pensado, creado y potenciado para aspirar a todos los títulos. No en diciembre, cierto, pero sí en esta temporada. Y por ahí, desde luego, todavía no ha perdido nada. Estamos, por lo tanto, en el viejo tópico: Ni tan buenos antes, ni tan malos ahora…

Sobre bajas y carencias

Las bajas han confabulado para generar un clima de pesimismo que se entiende a través de las derrotas pero también del pinchazo brusco de una rueda, la del juego, que rodaba con aspecto inmejorable. Del amago de graining se ha pasado a la necesidad urgente de pasar por boxes. Ha llegado Jaric y no se descarta la llegada de otro hombre interior, uno que se parezca lo más posible a un siete pies clásico, intuyo. Asoma la mala suerte con las lesiones, sí, pero también lo hacen lagunas en la planificación, fallas que ya se intuían al final del verano en el rutilante primer proyecto Messina: falta de centímetros y kilos en la rotación interior, carencia de un tres clásico, de envergadura y buena mano, apuesta por un bloque totalmente renovado (un mal necesario a la vista de la última y decrépita temporada) y veterano, en búsqueda del rédito instantáneo.

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Con la suma de partidos y la llegada de las lesiones, estas sombras van camino de convertirse en agujeros negros en cuyo vórtice tendrá que maniobrar Messina. Uno no es dudoso con el italiano (le considero el mejor entrenador de Europa por detrás de Obradovic y quizá por delante de Aíto) pero es evidente que hay señales de alarma, detalles extraños en la gestión y bosquejos de desencuentro con la arquitectura de la plantilla. Pero vayamos por partes y tomemos la derrota ante Estudiantes como ejemplo de los males del Real Madrid: cansancio físico en jugadores a los que convendría dosificar al máximo (Garbajosa, Prigioni, incluso Lavrinovic), naufragio en el rebote y en la defensa sobre los pívots rivales, sangría de puntos en la zona motivada por este último aspecto y por el impulso de los aleros rivales hacia el poste alto, donde superan por físico a defensores de menor tamaño. La falta de frescura también reduce la eficacia de la presión exterior y sobre las líneas de pase (Llull es clave aquí), y junto con la limitación de la rotación anula el control del ritmo del partido, la fluidez en la circulación y la distribución o la posibilidad de subir una marcha cuando la ocasión lo requiere (Llull también es clave aquí…). Se selecciona peor y se acaba lanzando más de tres que de dos, con menos extra pass y más juego individual. Se pierden más balones y se cae en una ciclotimia que amenaza con oxidar los engranajes de una máquina hasta hace bien poco en perfecto estado de revista.


El asunto de las rotaciones tiene que ver con las lesiones, por supuesto, pero también con unos ajustes que llevan a pensar que Messina no está del todo conforme con lo que tiene. La sensación es que no le gustaba prácticamente nada de lo que había, y eso va de las salidas (Raúl López, Mumbrú…) al ostracismo de Hervelle (ya desquiciado y fuera de forma cuando tiene minutos, como ante el ‘Estu’) o a la situación de otros referentes de Vistalegre como Bullock y Felipe Reyes. El primero sigue siendo pura clase pero a la edad suma el hecho de que no es en pureza un jugador de ‘esquema Messina’ por su falta de fortaleza física, su escasa capacidad defensiva y su gusto por acaparar bote de balón. El segundo, y aquí el asunto es más peliagudo, puede no encajar tampoco como un guante en este Real Madrid. Lo pongo en cuarentena porque las lesiones apenas nos han dejado comprobarlo y porque cuesta decir algo así de uno de los ‘4’ más productivos y fieros del baloncesto FIBA. Pero a Messina le gusta un perfil de jugador interior moderno y con tendencia a jugar abierto del que Felipe está lejos. Su estilo se distancia del de refuerzos como Garbajosa, Velickovic (los mismos que han apartado a Hervelle) y hasta Lavrinovic. Velickovic, de hecho, sintió el impacto del regreso de Felipe con sus peores semanas tras un sensacional arranque de temporada. Semanas que coincidieron con su reubicación durante muchos minutos en el puesto de alero alto.

A esto hay que sumar que Messina ve tan verde a Dasic que no recurrió a él ni cuando Jasen y Suárez rompían el partido por físico en el ‘3’ y después de usarlo como recurso casi kamikaze y finalmente inocuo ante el Barça. Hay que sumar el escaso rendimiento de Vidal, la irregularidad de Kaukenas o la acumulación de minutos que agota a Garbajosa y sobre todo a Prigioni, una sombra desde la lesión de Llull. Quizá por todo ello, mitad brindis al sol y mitad estrategia de puesta a punto mediante terapia de choque, Messina dio a Jaric más de 40 minutos en su primer partido oficial, la derrota ante Estudiantes en la que además (con prórroga, claro) Prigioni superó los 39 minutos, Lavrinovic los 32 y Bullock los 30…

…Y llega Marko Jaric

Marko Jaric, por cierto, fue una de las pocas buenas noticias para el Real Madrid en el Telefónica Arena. Su fichaje, lo reconozco, me sonó estrambótico y sólo dudé de que escondiera una cantada notable porque confío en el criterio de Ettore Messina, que por cierto ya tuvo al serbio en Bolonia. Jaric, no lo olvidemos, tiene 31 años y llevaba una temporada y media convertido en un jugador transparente en la NBA, finalmente postergado en los Grizzlies y convertido en personaje social y objeto de burla deportiva por su cacareada boda con la ‘top model’ Adriana Lima, que aseguró haber llegado virgen al matrimonio, asunto que la prensa estadounidense relacionó con los 21 lanzamientos que necesitó el serbio para anotar su primera canasta como jugador casado.

En forma, Jaric es (¿o fue?) un gran jugador que ha tenido algunas luces y muchas sombras en la NBA. Supera los 2 metros y ronda los 100 kilos, tiene buen manejo de balón, lectura del juego y buen lanzamiento, sabe moverse en defensa y conoce (suponemos que lo recordará) el estilo de Messina, en el que a priori encaja a la perfección como 1-2 y hasta 3, una solución que debería ser de emergencia pero que, me temo, el italiano valora muy seriamente por la hambruna de la rotación en ese puesto. Los flashes ante Estudiantes apuntan a que Jaric está todavía a tiempo de ser muy útil en este Real Madrid. Hacen falta, claro, más partidos y pruebas en condiciones más variadas para validar de forma definitiva el experimento.


El balance es bueno, y cuesta decirlo tras la mala imagen y los últimos resultados que se acumulan a los pies de este Real Madrid. El equipo se encontró a sí mismo en tiempo récord y funcionó seguramente por encima de sus posibilidades reales de resultados y ritmo durante muchas semanas. Apenas se perfilaban unos problemas que ahora acaparan flashes y sobre los que los rivales van aprendiendo a concentrarse. Una temporada, y Messina lo sabe bien, es una carrera de tiempos y ajustes, y en eso está el Real Madrid aunque no pueda evitar que se amontonen análisis y balances, primero demasiado positivos y ahora terriblemente negativos. Los verdaderos, sin embargo, apenas están al alcance de la vista, en la hora en la que las escaramuzas se conviertan en batallas cruentas, cuando los objetivos se pongan en juego a golpe de jaque mate. Sentar cátedra con este 0-4 es tan ridículo como haberlo hecho cuando todo marchaba viento en popa (11-0 hace apenas nada, recuerdo…). Lo que sí tenemos son síntomas, pinceladas, apuntes, tendencias: el Real Madrid puede ser un gran equipo o uno simplemente bueno, optar a todo o conformarse con ganar al 90% de los equipos en España y Europa pero, a la hora de la verdad, perder las grandes guerras. Ahora mismo tiene la aprensión de sentirse un paso (o alguno más) por detrás del Barcelona y amenazado por un Caja Laboral que sólo puede ir a más (cuestión también de recuperar lesionados y acoplar un equipo totalmente remozado). Pero tiene sobre todo una hoja de ruta, un boceto claro de qué hacer y cómo hacerlo. Y sobre eso tiene que trabajar, consciente de sus virtudes y sus limitaciones y fiado con fe ciega a las directrices de ese excepcional patrón llamado Ettore Messina.