El viaje de Brandon Jennings
La historia de Brandon Jennings, la estamos viendo representada en actos como una obra teatral, es una entidad multiforme que contiene ingredientes propios de un cuento de hadas posmoderno y de la versión 2.0 del sueño americano pero ninguno, eso lo estamos aprendiendo ahora, de ‘Vacaciones en Roma’. El título del clásico de los años 50 protagonizado por Gregory Peck y Audrey Hepburn podría haber sido el chascarrillo perfecto, el titular recurrente para definir el último año y medio en la vida de Brandon Jennings. Pero ya no sirve ahora, mientras resuenan los ecos de las tempranas proezas del chico que ha dejado de ser el base que cambió el baloncesto universitario por la Euroliga para convertirse en el jugador más joven en superar los 50 puntos en un partido NBA…
Las normas de la casa de Stern
Ciao, Compton; Hello, Roma
Desde Compton, suburbio de L.A. y marca registrada de pobreza y violencia entre bandas, Jennings lanzaba un órdago al establishment NBA y daba una pirueta improbable en su camino hacia la cima, dibujado mucho antes por los principales medios (radios, webs…) especializadas. No hay que pasar por alto una figura absolutamente clave en este movimiento sin precedentes: Sonny Vaccaro, águila entre bambalinas universo basket en EE.UU., personalidad de profunda influencia desde su trono en el mundo del marketing. Fichó a Michael Jordan para Nike, pasó por Adidas y Reebok, y ahora anda entre bastidores, enfrentado -en papel de azote público- con la norma del año post instituto de Stern. Él recomendó a Jennings el salto a Europa, le ayudó a elegir en primera instancia Italia antes de que cargaran su armamento de ofertas las maquinarias griega y rusa y le envío a cruzar el Atlántico con el contrato con Under Armour bajo el brazo.
La apuesta de Skiles, el desplante a Stern, el éxito
De regreso al entorno USA, Jennings se encontró en una situación incómoda. Su valoración de cara al draft había caído en picado, la NBA ya no le esperaba con la misma expectación que doce meses antes. Se le pasaron las convenientes facturas por el desplante al sistema americano y se le situó en retroceso frente a otras estrellas emergentes. Hasta que cayó hasta el puesto 10 del draft, algo inimaginable antes de variar la hoja de ruta, Roma por Arizona, Lottomatica en lugar de los Wildcats. Número 10… y gracias, porque muchos analistas le veían incluso más debajo de no mediar otra figura clave en esta historia: Scott Skiles.
Skiles fue decisivo en su elección y lo está siendo en su extraordinario arranque de temporada. Parece una paradoja porque muchos vaticinaron dinamita en la relación entre un jugador teóricamente engreído, díscolo y con tendencia a jugar al galope pensando en sus tiros, y un entrenador meticuloso hasta lo maniático, terriblemente serio y trabajador, con la ética defensiva. Pero la conexión está funcionando porque Skiles fue base y parece haber encontrado la forma de dirigir y manejar a Jennings después de elegirle entre otras razones porque siguió su aventura en Italia casi hasta el espionaje, habló incluso con jugadores de la Lottomatica, y también porque él jugó en Grecia y aprendió la dureza del cambio de cultura y competición. La ecuación era fácil: si él lo sufrió en el ocaso de su carrera, tenía que confiar en un chico que se había enfrentado a esa misma situación con 18 años y había resistido un año completo a las mareas negativas, a las malas estadísticas, las críticas y la distancia.
Así que llegó el draft y todos, con el beneplácito de Stern, parecían dejar correr a Jennings, que acabó como quinto base elegido tras Evans, Flynn, Rubio y Curry. Lo demás lleva a la actualidad: deslumbrante arranque de temporada que le convierte en el primer gran aspirante a Rookie del Año (en espera del debut de Griffin) y que, ya con un galardón de Jugador de la Semana en el Este, le hace marchar entre los mejores de la liga a nivel estadístico con más de 24 puntos, 5 asistencias y 4 rebotes por partido.
La NBA ha descubierto a un Jennings más maduro, menos arrogante y más completo. Un base que piensa más en sus compañeros y vuelvo a la noche de los 55: no anotó ni un solo punto en todo el primer cuarto mientras veía cómo sus compañeros fallaban tiro tras tiro. Sólo se lanzó al frenesí anotador cuando Skiles le dio la orden de acabar con los Warriors a base de jugar el pick and roll con Bogut. La noche, decía al principio, es mucho más que anecdótica: 29 puntos sólo en el tercer cuarto para convertirse en el jugador más joven de la historia en superar los 50 puntos, por encima de lo que Kareem (entonces Lew Alcindor) logró con los Bucks. La mayor anotación de un rookie desde Earl Monroe (56 puntos en el 68), la mayor de un jugador de menos de 21 años por detrás de los 56 de… LeBron James en 2005.
Jennings piensa más en el equipo y, como por arte de magia, los Bucks son un equipo de balance ganador en el Este incluso con la baja de Michael Redd, que acaba de volver a las canchas. Con el escolta olímpico a su lado, Jennings seguramente tirará y anotará menos, pero de pronto en Milwaukee hay un equipo al que todos quieren ver jugar y que puede ser una de las sorpresas más agradables de la temporada, con Ilyasova dejando también cada vez mejores sensaciones. Este Jennings que ha encontrado la NBA tira mejor (47% en triples), comprende mejor el juego, maneja mejor su cuerpo y sabe tener la pausa necesaria. Todo regalos de sus
, donde quiso mejorar sus limitaciones porque no era capaz de explotar al máximo sus virtudes, que en la NBA sí brillan con luz propia: velocidad endiablada y una zurda de oro para anotar desde cualquier posición, cada vez más desde fuera y siempre dentro gracias a su progresivo fortalecimiento físico (es un jugador ligero de 1’85 y 77 kilos) y a las defensas mucho más abiertas del baloncesto NBA.
Claro que Jennings sigue siendo genio y figura, capaz de mandar a tomar viento a los Knicks en sus conversaciones con sus amigos raperos o de poner la nota discordante en la noche del draft al no aparecer cuando fue seleccionado y hacerlo cuando habían pasado cuatro números más y ante un sorprendido (no para bien precisamente) Stern, todo porque estaba con su familia en un hotel cercano sin más objetivo que evitar un escarnio público ante las cámaras si se hundía en el turno de selecciones. Un gesto en el que influyeron tanto el mal consejo de su agente (en algo se tenía que parecer a Ricky Rubio) como la necesidad de mantener su imagen de cara a su contrato con Under Armour.
Pero por encima de eso queda su ética de trabajo, reconocida por el cuerpo técnico de Milwaukee, que ha visto como se ha mudado cerca de las pistas de entrenamiento y como pide sesiones extra de trabajo junto al Coach Sampson (asistente de Skiles que le ha bautizado como “una rata de gimnasio”) incluso el día de su cumpleaños. Hay algo de Europa en todo eso, igual que hay algo del viejo continente en sus palabras tras los 55 puntos: “sólo quería hacer lo necesario para que el equipo ganase”. Y Milwaukee está ganando, mucho más de lo que casi todos hubiéramos pronosticado…
Es difícil saber si Jennings mantendrá su actual nivel durante toda la temporada. Bases más expertos (entre otros Jason kidd, nada menos) ya le han avisado de que vive en un período de gracia en el que los equipos ajustan sus scoutings para aprender a enfrentarse a él. Dentro de poco tendrá sistemas pensados para frenarle, minuciosos estudios de su juego. Pero nadie le puede negar ya que ha completado buena parte del viaje que tenía como destino el sueño de triunfar en la NBA. Lo tiene todo en su mano: juventud, calidad, descaro y un equipo que ha sabido comprenderle y mimarle y al que él ha dado las gracias llamando Buck a su perro. Brandon Jennings está haciendo que los programadores de las televisiones en Estados Unidos cambien sus parrillas de retransmisiones. Y está consiguiendo que suden la gota gorda un puñado de general managers de la liga, algunos de los que le dejaron volar hasta el puesto 10. Este asunto, por cierto, nos lleva como tantos otros a terminar hablando de los Knicks, que querían un base acabaron seleccionando con el número 8 a Jordan Hill cuando estaban todavía disponibles Ty Lawson o Brandon Jennings. ¿Y si finalmente LeBron rechaza el traslado a la Gran Manzana porque no le convence el proyecto deportivo? ¿Y si los Knicks le hubieran podido ofrecer entre sus acompañantes a un Jennings -este Jennings de principio de temporada- que parece además un jugador ideal para el sistema D’Antoni…? ¿Y si…?