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Balcells: “Ganamos la Davis seguro, no hay cómo perder”

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Tomás de Cos

Joan Balcells Fornaguera (Barcelona, 20 de junio de 1975) vivió su día de gloria el 9 de diciembre del 2000, el sábado en el que junto a Alex Corretja, el imponente gigantón de pelo alborotado -sujeto con un pañuelo verde- y patillas infinitas consiguió el punto que allanaba el camino de España hacia la primera Ensaladera de Plata. Sólo había jugado en cinco ocasiones antes un encuentro de Copa Davis, pero ante la poderosa pareja australiana Stolle-Woodforde dio una lección de servicio y reivindicó a esa legión de tenistas que casi nunca viven bajo los focos y la fama. El pasado 25 de septiembre se cumplieron diez años desde su debut con el equipo nacional, la década dorada del tenis español, que los chicos de Albert Costa tratarán de completar con la cuarta Copa Davis en el mismo Palau Sant Jordi que le hizo grande. Juanito, como se le llamó entonces, se confiesa en ‘MatchBall’ y se muestra seguro de la victoria ante la R.Checa.

P. ¿Qué recuerdos le quedan de la final del Palau Sant Jordi?

R. Increíbles. Aquello fue la recompensa y el resultado a mucho trabajo y esfuerzo para tratar de estar entre los mejores jugadores. Aún tengo fresca la sensación de los primeros entrenamientos en el Sant Jordi. Estando vacío me parecía gigante. Luego, con el pabellón ya hasta la bandera y empujando, se te ponía la piel de gallina... Jugando en casa estábamos casi obligados a ganar. Costa empezó perdiendo con Hewitt, luego Ferrero sufrió mucho pero ganó a Rafter. Y el dobles fue determinante. Stolle y Woodforde eran una pareja buenísima. Woodforde había ganado casi todo ese año (Roland Garros, Wimbledon, Cincinnati, Quenn’s, Hamburgo, Miami, Sydney y Adelaida con Woodbridge. Stolle ganó en Lyon, Indianápolis y Los Ángeles). Ellos contaban con ese punto seguro, lo dijeron nada más bajar del avión, y les cerramos la boca. Cuando Ferrero consiguió el punto definitivo ante Hewitt la alegría que sentí es indescriptible. Aquel fue el triunfo del buen rollo.

P. Jugó sólo 12 partidos con España (9 dobles y 3 individuales, con ocho victorias y cuatro derrotas) y consiguió la primera Ensaladera. Vaya eficacia la suya…

Realmente, yo no pensaba en ganar la Copa Davis. Al menos no hasta la final. Jugaba cada eliminatoria con la intención de hacerlo lo mejor posible. Sólo pensaba en poder estar en la siguiente. Además, tampoco me podía dedicar únicamente a preparar los dobles porque debía mirar mi carrera para no caer en el ranking. Ese año gané en Bucarest... ¡y logré estar cuatro años en aquél equipo!

P. ¿Qué ha sido de Balcells en estos años?

R. Después de aquello seguí en el equipo. Hicimos cuartos de final en el 2001, año en el que alcancé mi mejor clasificación (57 del mundo). Luego bajé un poco y me volví a recuperar con la final de Scottdale (Arizona) ante Agassi y más o menos me mantuve entre los setenta mejores. Luego tuve problemas en los pies. Sentía dolores en el dedo gordo y no podía entrenarme bien. Me dijeron que tenía que operarme pero lo descarté porque la recuperación era muy larga. Entonces fui perdiendo confianza en mi derecha y mi juego, comencé a perder demasiados partidos. Ya no veía para seguir. Al final dejé el tenis profesional en 2004.

P. ¿Fue traumático ese paso?

R. La verdad es que no, no fue para nada traumático. Me casé, tuve a mi hija… Actualmente trabajo como entrenador en la Academia de Sánchez y Casal en Castelldefels (desde 2005) y me encargo de los chicos que empiezan a jugar torneos futures, ATP’s y campeonatos nacionales. Cuando dejé de competir descubrí que había vida más allá del tenis. Ahora aprovecho el tiempo libre para montar en bici, hacer submarinismo, ir en moto…todo cuanto no puedes hacer mientras juegas.

P. ¿Cómo asumió su vuelta al anonimato?

R. Son etapas distintas. A mí la gente me conoce como doblista porque sólo han visto por televisión mis actuaciones en dobles. Pero me siento orgulloso de lo que hice en mi carrera. En cualquier otro país, con mi ranking hubiera jugado los puntos individuales. El gran público sólo conoce a los cracks. Ahora pasa lo mismo con Nadal, que es un monstruo y hace cosas increíbles, y nadie conoce a Albert Montañés u Óscar Hernández, que también tienen un mérito enorme. Pero no me considero el olvidado. Siempre que se recuerda aquella Copa Davis, la gente se sigue acordando de mí. Me siguen reconociendo por la calle porque mantengo las patillas, aunque cada vez menos porque tengo menos pelo (risas).

P. ¿Supo aprovechar aquél subidón anímico en su tenis?

R. Creo que sí. Entre 1999 y 2004 logré mantenerme entre los cien primeros y en general lo hice bien. Tal vez me faltó un poco más de preparación física, pero en mi caso entrenar mucho tenía mucho riesgo de lesiones. Con noventa kilos, uno es más propenso a lesionarse que con setenta. Hice todo lo que mi cuerpo me permitió hacer. No me arrepiento de nada.

P. ¿Le quedan amigos entre los compañeros de aquella final?

R. Sí por supuesto. Estos días he estado con Albert Costa en el centro que dirige en Cornellá. Siempre te queda un gran cariño por lo pasado y compartido juntos.

P. ¿El ejemplo del 2000 ha marcado al Costa capitán?

R. Probablemente. Que la gente esté contenta y se sienta ayudada, es fundamental. De lo contrario los entrenamientos se hacen duros, ásperos. Lo ideal es que el equipo sea una piña, como lo era entonces. La unión hace la fuerza. Imagino que en cualquier otro trabajo debe ser igual...

P. Se acaban de cumplir 10 años de su debut en el equipo de Copa Davis junto a Julián Alonso…

R. ¡Sí, cómo pasa el tiempo! Recuerdo que estaba muy ilusionado, que fui hasta Nueva Zelanda sin saber si iba a jugar o no. Éramos un equipo de circunstancias porque los mejores no querían ir a jugar tan lejos. Pato Clavet, Félix Mantilla y Julián Alonso eran fijos, Fernando Vicente era el cuarto y yo iba de quinto hombre. El día antes de jugar nos reunimos en una habitación del hotel y Vicente tuvo un gesto increíble. Dijo que no se veía para jugar el doble al nivel en el que lo podía hacer yo. ¡Se autodescartó! Nadie, salvo él, hubiera ido hasta allí para luego no jugar... Con Julián Alonso fue todo muy bien. Entrenábamos juntos y nos conocíamos bien. Él le pegaba tan fuerte a la pelota que acomplejaba a los rivales. Se plantaba a media pista a repartir palos y los otros casi que dejaban pasar la pelota. Era increíble. Podía haber sido top-ten, fue una lástima que su carrera fuera tan corta. Yo aportaba mi juego de saque-red y él su agresivo juego de fondo.

P. Ahora dedica su tiempo a la preparación de los jóvenes, ¿alguna promesa en ciernes?

R. Hay alguno que no juega mal, pero... (guarda un silencio prudente).

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P. ¿En qué insiste más como entrenador?

R. Lo que intento es transmitirles es la dedicación absoluta que requiere el tenis. Que trabajen mucho y que hagan las cosas bien. Es necesario que aprendan a sentir en la pista, que sean agresivos, que no se relajen… Les ofrezco mi experiencia como jugador.

P. ¿Pensó alguna vez que aquel chaval que portaba la bandera en el 2000 llegaría a ser nº 1?

R. La verdad es que entonces no conocía a Nadal. Me lo presentaron en la pista, me dijeron “mira, este chico es Nadal, que juega muy bien y apunta alto”… Pero yo entonces estaba centrado en lo mío y casi ni me enteré. Un tiempo más tarde jugué contra él en el Challenger de Sevilla. Él estaba en el puesto 120 o así y tenía sólo 16 años. Gané 6-4, 6-4 pero le vi una energía y una forma de jugar especial. Se podía intuir que iba a jugar muy bien, pero era muy difícil prever que ganaría cuatro Roland Garros, un Wimbledon, un Open de Australia...

P. ¿Ganaremos de nuevo la Copa Davis?

R. Hombre, creo que ganamos seguro, aunque es difícil hacer pronósticos. Con unos jugadores como los que tenemos, y en España, no hay cómo perder. Aunque luego hay que jugar y nunca se puede estar seguro. Sin lesiones por en medio, a priori no hay color entre ambos equipos y menos en tierra batida.

P. ¿Cuáles son los puntos fuertes de España? ¿Y los débiles?

R. Lo primero es que jugamos en tierra, donde somos los mejores. Ahí hemos crecido y es donde conseguimos los mejores resultados. Cualquiera de los españoles tiene nivel para estar entre los veinte primeros del mundo. Y además tenemos a Nadal, que debe haber perdido dos o tres partidos en tierra en cinco años. La duda no es si Rafa puede perder con Stepanek, sino cómo será la paliza que le va a dar. Nadal es un factor psicológico a favor. Además, saldrán a jugar todos como leones y la gente les apoyará a muerte.

P. ¿Qué le parece que la final vuelva a ser en Barcelona?

R. Yo prefería que fuese en Barcelona, claro. Me va mejor para verlo (se ríe). Lo único importante para los jugadores es que la eliminatoria sea al nivel del mar porque la pelota en altura va mucho más rápida y eso va contra nuestro juego táctico.

P. ¿Qué les diría a quiénes sostienen que lo de jugar en altura o no es una memez?

R. Que todos los jugadores del mundo, españoles o no, le dirían lo mismo. Cuando juegas liftado en altura, la pelota vuela más y es más difícil de controlar. Y la diferencia de velocidad con la que recibes la bola, impactada con la misma potencia, es bestial. En altura lo que prima es tener un buen saque y tener unos golpes más planos.

P. ¿Entiende las críticas a los tenistas por el excesivo peso que tienen en la Copa Davis?

R. Creo que si las cosas se explican bien, no tiene por qué haber críticas. Son razones muy comprensibles y válidas. Y más cuando los que van a jugar son ellos. Simplemente se trata de buscar tener todos los factores a favor de uno. Pienso que en pista rápida también tendríamos las de ganar, pero es mucho más arriesgado.

P. ¿Qué opinión le merece la labor de Albert Costa?

R. Es normal que los grandes jugadores se alternen en la capitanía del equipo. Costa se lo merece y lo está haciendo bien. Tiene mucha experiencia porque fue un gran campeón.

P. ¿Quién es la persona con la que te has encontrado que más sabe de tenis?

R. Para mí Pato Álvarez, aunque también hay otros grandes entrenadores como Perlas, Vilaró, Duarte… De Francis Roig también me han hablado muy bien. El ‘Pantera’ me permitió ganar partidos que parecían imposibles. Recuerdo que jugando en la segunda ronda de Cayo Vizcaíno contra Marat Safin (entonces nº 2 mundial), comencé jugando suelto y utilizando mi juego de saque-red. Gané el primer set pero perdí el segundo. Y en el tercero Pato me dijo que alternara mi forma de jugar con puntos desde el fondo de la pista. Me quedé extrañado, pensando que Safin me iba a matar a palos. Y al final gané aquél partido de una manera que me parecía impensable. Tiene algo diferente, tiene un talento especial. Ve a los chicos y reconoce a los que van a ser buenos de inmediato. En otra ocasión le ofrecieron a dos jugadores. Las referencias de uno eran muy buenas y las del otro no tanto. Él dijo que le interesaba el segundo aunque fuera más conflictivo. Luego no lo entrenó pero aquel chaval era David Ferrer.

P. ¿Qué destacaría de los principales espadas de La Armada?

R. Nadal tiene una mentalidad ganadora y un gran físico. Tiene un don especial, como el que pueda tener Rossi para ir en moto. Además, es buenísimo en casi todo. Cuando le falla la cabeza es capaz de ganar por piernas. Y viceversa. Estando bien es casi inaccesible.

Verdasco es otra bestia. Ha mejorado bastante su cabeza y tiene unos golpes mortales. Golpea muy fuerte a la pelota.

Ferrer es un muro. Sus bolas no tienen tanto peso pero falla muy poco. Es muy constante y tiene una gran preparación física.

Ferrero es un fenómeno. Tiene muy buenos golpes y una mentalidad de campeón. Lo que ha hecho en los últimos meses demuestra que aún tiene ambición. El talento nunca lo perdió.

Feliciano López tiene un servicio terrible. Es un buen jugador de pista rápida, con una buena volea y revés cortado. Aunque algunos lo piensen, no es ningún patito feo.

Almagro es un bruto. Hace poco ha estado con nosotros y me ha impactado la potencia de sus golpes. Su rivales van desbordados todo el partido.

P. ¿A qué cuatro tenistas escogería para jugar contra Berdych y Stepanek?

R. La verdad es que Costa lo tiene jodido. Es muy difícil elegir porque cualquiera de los seis puede jugar. Nadal estará fijo en los individuales y creo que yo elegiría a Ferrer para el otro individual y a Verdasco y Feliciano para el punto de dobles. Aunque es una putada para Ferrero, que está jugando muy bien. También podría jugar él en lugar de Ferrer. Cualquiera de los dos te garantiza la victoria.

P. ¿Cuál es el mejor tenista al que te has enfrentado?

R. He jugado contra Carlos Moyà cuando era número uno y a Safin le gané un par de veces. También me encantó jugar la final de Scottdale (Arizona) contra Agassi porque de pequeño ya le veía ganar ya por la tele. El cabrón me ganó 6-2, 7-6 (se ríe). Tenía un carisma especial.