Un día en Wembley
¡Tremendo el ambientazo de football americano en Wembley! ¡Tremendas las Cheerleaders de los Bucs! ¡Tremendos unos Pats que se ventilaron el partido en cinco minutos! Sólo faltó Tampa para que la fiesta fuera completa en el partido europeo de la NFL.
Londres se pobló por unos días de camisetas de los 32 equipos profesionales. Algunos románticos todavía vestían los viejos uniformes de la NFLEuropa. Yo no me atreví a llevar mi vieja gorra de los Dragons. Siempre que viajaba a un partido usaba una gorra del equipo de Barcelona y siempre me la birlaba algún espabilado. Antes no me importaba. Me compraba otra y punto. La que me queda la guardo como oro en paño.
Los pubs de la ciudad, ya adornados para Halloween, brillaban con un arco iris de colores mientras cada uno defendía a su equipo. Muchas camisetas de lo Patriots y bastantes pocas de los Bucs, pero la mayoría de los que vestían otros colores defendían al equipo de Tampa. Los aficionados nos temíamos que el partido pudiera ser un paseo para Brady y compañía. La única opción de ver un gran espectáculo, también en lo deportivo, pasaba por que los Bucs se mantuvieran en el partido. A pesar del previsible desequilibrio entre ambos equipos, las caras de todos mostraban la ilusión por ver en directo un partido de la NFL.
Mientras, todo el mundo se hacía fotografías con otros aficionados llegados de toda Europa. Portugueses, finlandeses, eslavos, griegos, italianos, multitud de alemanes… incluso bastantes aficionados de Boston o Tampa aprovecharon para darse un paseo por el Támesis.
Para los que no conocéis Wembley, la mayoría de los aficionados llegan en metro. La salida desde la estación de Wembley Central hacia el estadio es una avenida espectacular, llena de público que avanza excitado hacia el estadio. Una gran estatua de Bobby Moore recibe a los visitantes. Cada año, los amantes de la NFL suben por la avenida dispuestos a gastarse los ahorros de varios meses en recuerdos y camisetas que no pueden conseguir en sus países sin usar Internet. Cada año, y en eso la NFL no aprende, los puestos de venta de recuerdos son pocos, tienen poca variedad y no demasiada cantidad. Más de una hora antes del kickoff inicial las tiendas estaban casi vacías.
Este año no he ido acreditado. He aprovechado para viajar con mi mujer y convertir la ocasión en unas minivacaciones. Así que he cambiado la ubicación privilegiada para la prensa, con televisión individual, estadísticas actualizadas, comida y bebida gratis y acceso a los vestuarios y a la sala de prensa, por un asiento lejano donde tal vez el partido no se vea tan bien, pero en el que el calor del público te hace descubrir nuevas sensaciones.
Todo el show previo al partido fue realmente espectacular. La NFL tiene experiencia suficiente como para calentar a cualquier tipo de público. Si tenemos en cuenta que los 85.000 aficionados que nos congregamos en Wembley teníamos, sobre todo, ganas de fiesta, podéis imaginaros la algarabía que se formó en los prolegómenos. Las cheerleaders de Tampa, una vez más, se confirmaron entre las más espectaculares de la liga y la salida de los jugadores llevó la euforia a la grada. ¡Hoy veríamos el partido en el campo! Tras la interpretación de los himnos de EEUU y Gran Bretaña, dio comienzo un partido que termió cinco jugadas después con una intercepción para touchdown de Meriweather. Un grito de decepción recorrió todo el estadio. Los Buccaneers no habían resistido a los Patriots ni un solo drive. A partir de ese momento hasta los aficionados de los de Boston animaron a los Bucs. El partido anual en Europa es un acontecimiento demasiado importante para los aficionados y no puede quedar resuelto tan pronto.
El resto ya lo pedisteis ver por televisión. Un paseo militar de Brady y sus huestes mientras en la grada se vivía una fiesta, la ola daba vueltas interminables y las banderas de Tampa ondeaban al viento a pesar del triste papel del equipo pirata.
Cada año vuelvo de Wembley con sensaciones encontradas. Bueno, este año también vuelvo con un catarro tremendo. Creo que la NFL no termina de entender al aficionado europeo. Me da la impresión de que los organizadores esperan un público que, mayoritariamente, va a ver un espectáculo más, y esa no es la realidad. Los aficionados que se dieron cita en Londres saben de football, y mucho.
Recuerdo que el primer año los entrenadores de Miami y Giants se quejaron tras el partido de que la gente no sabía cuando aplaudir o callar. Creo que el problema es otro. No se puede pretender que todo Wembley anime a un equipo porque llega como local. La mayoría viaja para ver un partido bonito y no para defender unos colores que no le importan. Por eso, la grada no siente el partido del mismo modo que en EEUU. Aquí no hay una multitud abucheando a los visitantes en un tercer down con pasión, lo hacen por educación, porque en las pantallas gigantes se insiste en que tal equipo es el local y por eso hay que animarle.
Por eso, aunque todos saliéramos del estadio encantados por haber vivido un partido en directo, a algunos nos queda el regusto amargo de sentirnos como invitados en una casa que, en lo más íntimo, concebimos como propia. La solución es difícil y posiblemente pasa por establecer una franquicia en Europa. Un equipo que sintamos como nuestro y que nos lleve a abuchear al contrario con la pasión del que defiende lo suyo.
Mientras, el partido europeo de la NFL seguirá siendo un momento de peregrinación anual para los aficionados de nuestro continente, y tendremos que estar agradecidos por tener una oportunidad así para ver un partido oficial. Pero nunca terminará de ser, realmente, un partido de NFL en toda su grandeza. Los que habéis visto partidos en EEUU entenderéis mejor lo que os estoy contando.
A pesar de todo, el año que viene volveré a Wembley, juegue quien juegue. Espero veros allí como he visto este fin de semana a tantos y tantos amigos en cada esquina de Londres.
Todo aficionado europeo a la NFL tiene que vivir, al menos una vez en la vida, un día en Wembley.