Más bonitos que un San Luis
Johan Cruyff dijo una vez que uno de los secretos del Real Madrid era vestir de blanco. Cuando le preguntaron el motivo, dijo que era el color que mejor se distinguía sobre el césped. Las manchas blancas se ven con el rabillo del ojo mientras que el blaugrana del Barcelona obliga a fijar más la vista.
Uno de los motivos por los que los porteros eligen colores llamativos como el amarillo (a pesar del gafe que algunos ven en él), es que fijan la vista de los delanteros. Según parece, el subconsciente provoca que el disparo tienda a dirigirse al punto más llamativo que, en el caso del amarillo fluorescente de las camisetas de los guardamentas, se convierte en un auténtico faro.
Además de escribir de football americano, en el Diario AS me dedico al diseño, marketing, suplementos y cualquier otro trabajo que requiera a un psicópata insensato. Eso me ha permitido crear una especie de imagen de ‘artista’ de la que he abusado para vestir de un modo que podríamos llamar ‘informal’. En reuniones en las que todo el mundo llega con zapatos castellanos, calcetines negros, traje gris marengo con camisa azul clara y corbata azul oscura de cuadros, yo aparezco con alpargatas, pantalón vaquero raído y una camiseta negra con Epi y Blas en la espalda y una Rana Gustavo sonriente en el pecho. Todos me miran con gesto desaprobador y lo toleran porque “ya se sabe cómo son los artistas”. Pero en el fondo me observan con envidia: “ya me gustaría a mí estar en vaqueros y camiseta”.
Ante los Patriots, café y amarillo.
Por eso estoy fascinado con los uniformes que lucen los Broncos en las últimas jornadas. Son absolutamente alucinantes. Ni bonitos, ni feos. ALUCINANTES. Como me gusta ir contracorriente soy un gran aficionado a los calcetines blancos que luzco con pantalones algo cortos para que se puedan contemplar sin complejos. Pero hasta ahora nunca me había atrevido a portar algo tan original como los apabullantes calcetines arlequinados con los que los Broncos se merendaron a los Chargers en un MNF en el que disfruté como un niño. Además son unos calcetines que permiten desarrollar la personalidad de cada uno. Algunos jugadores los llevan perfectamente ajustados como un traje; otros les dan vueltas sobre la pierna hasta que dan una imagen psicodélica que parece un pirulo; algunos lo llevan de forma casual, como descuidados, pero dándole un toque muy personal y elegante; algunos parece que no se han puesto unos calcetines largos en su vida así que los llevan, definitivamente, mal puestos. Y por eso, da gusto ver a un equipo que por un lado va perfectamente uniformado, pero por otro respeta la personalidad de cada individuo.
En San Diego, café y blanco con toques amarillos.
Y no, no me estoy riendo. Me encantan los uniformes que han lucido los Broncos las dos últimas jornadas. Me gustan tanto como su juego. Me parecen uniformes divertidos, distintos, llamativos, retro pero modernos y absolutamente originales. Unos tipos que llevan esa ropa tienen que jugar bien por narices.
Y los Broncos no son precisamente un equipo dudoso. Hasta la llegada del siglo XXI, Reebok no tuvo la exclusiva en las equipaciones de las franquicias de la NFL. Cada club vestía la marca que quería y había una gran competencia por lucir los uniformes más bonitos. Denver, en la época de sus dos Super Bowls, estrenó un uniforme azul, con pantalón blanco y una franja roja que viajaba desde los bajos del pantalón hasta las axilas cruzando sobre el pecho, que marcó una época y ha sido muy imitado hasta nuestros días incluso en soccer, rugby y otros deportes. Los Broncos eran el equipo más elegante de la NFL.
Por eso no es extraño que los Broncos, un equipo de dandis, haya sido el que ha hecho a Reebok la propuesta más atrevida. ¿Qué a vosotros os parece feo? El tiempo me dará la razón, como en casi todo lo que digo este año sobre los Broncos. En breve muchos equipos imitarán esos uniformes retro que los discípulos de McDaniels lucen sin pudor mientras cabalgan por los campos destruyendo a todos sus rivales.
El 50 aniversario de la AFC nos ha permitido recordar equipaciones olvidadas pero con sabor a buen football, a sudor y sangre añeja, a choque de cascos y dolor extremo. Una época en la que el football luchaba con el baseball por ser el deporte favorito de los estadounidenses. Ahora, cuando el football es el rey indiscutible, los golpes se miden más y los choques de cascos están casi prohibidos, es bonito revivir viejos momentos.
Los Broncos, aristócratas de la NFL, han querido llegar un paso más lejos mezclando modernidad con clasicismo para lucir, sin ningún complejo, uno de los uniformes más alucinantes que recuerdo. Ni bonitos, ni feos. ALUCINANTES.
Posdata: Os dejo de postre un enlace a Youtube con la, para mi gusto, mejor celebración de un touchdown de todos los tiempos. Por supuesto fue TO. Genio y figura. Casi todos la conoceréis pero nunca está de más volver a verla.
mtovarnfl@yahoo.es