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La NFL imperfecta

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Os debo un artículo. Aquél que empezó con Cable y Burress y terminó con las rarezas de los aficionados. Ese día yo tenía la intención de desmitificar la NFL y es lo que pretendo hacer hoy: quitarnos las vendas de los ojos.
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Tenemos una imagen cinematográfica de la NFL. Creemos que los entrenadores, una vez terminada la Super Bowl, se encierran con el libro de jugadas para intentar diseñar el esquema perfecto que ninguna defensa sea capaz de parar. Noches y noches de estudio, bajo la luz de un flexo, con el vídeo encendido, repasando una y otra vez el juego del equipo en todas sus líneas. Después comienzan las reuniones con todo el staff técnico. Horas de discusiones bajo ese mismo flexo en busca de la excelencia. Analizando carencias y necesidades, virtudes y defectos. Ese análisis exhaustivo no se reduce al equipo propio. Se extiende a los otros tres equipos de la propia división, con los que habrá que jugar dos veces, y a las novedades estratégicas de la temporada anterior (por ejemplo, la Wildcat).
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Una vez que el consejo de sabios ha actualizado su libro de jugadas, tanto en defensa como en ataque, comienza el trabajo con la plantilla. Durante toda la pretemporada se repiten una y otra vez las formaciones y los movimientos hasta lograr un ballet perfecto. Que un receptor llegue al punto exacto en el que va a caer el balón, que todas las rutas se ejecuten con exactitud, que todos los jugadores se estudien la parte correspondiente del libro de jugadas, que, al fin, un equipo sea una máquina perfecta en cada momento.

La realidad es mucho menos idílica. Cuando la temporada termina los entrenadores se van a la playa a remojarse el cencerro como todo hijo de vecino. Cuando vuelven, se reúnen con el General Manager para preparar la agencia libre y para intentar que los problemas de límite salarial, las bajas forzosas y los jugadores descontentos no desmonten la plantilla.
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Por supuesto que estudian y actualizan el libro de jugadas junto a su equipo técnico, pero teniendo sólo una idea aproximada de cuál va a ser su plantilla definitiva. Luego llega el Draft. Todos los equipos tienen: Director de College Scouting, Coordinator of College Scouting, National College Scout y College Scouts. En algunos clubes pueden llegar a ser más de una docena de personas. Se supone que el staff técnico, el General Manager y ese amplio equipo de reclutamiento habrán tenido cientos de horas de reuniones hasta tener clarísimas las necesidades del draft y los jugadores que hay que reclutar. Después de ver las elecciones de muchos equipos año tras año, me temo que esas supuestas reuniones son, más bien, timbas de poker. Es increíble que se elija tan mal, que los equipos necesiten tanto tiempo para decidir una elección, que conozcan tan poco a los jugadores… A veces parece que los aficionados llegamos a nuestro draft de fantasy con los deberes mejor hechos.
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Luego la mayoría de la plantilla no se presenta a los campus voluntarios… y desde hace algunos años remolonean ante el campus obligatorio. Que si no firmo por esa cantidad, que si quiero un canje, que si la abuela fuma… Las elecciones de primera ronda apuran todo lo que pueden ¿Por qué gana tal millonada un tipo que nunca ha jugado un partido profesional? El asunto de los sueldos de las primeras rondas es insostenible y terminará por estallar antes o después. Cada vez más equipos intentan bajar en vez de subir en el draft. Algún día alguien dejará pasar su ronda para ahorrarse el dinero.
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SAD140_NFL-_0816_11 Así que los entrenadores llegan al campus con casi todo por hacer. La temporada se echa encima y no hay tiempo material para engrasar la maquinaria. Los equipos se encomiendan a la genialidad de sus estrellas y utilizan el primer tercio de la temporada para terminar los deberes que quedaron pendientes. Y ahí está la clave. Muchos equipos dejan en manos de sus mejores jugadores, y su capacidad de improvisar, el devenir de la temporada. Algo que nos parece más propio del fútbol europeo es el día a día en la NFL.
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El libro de jugadas es mucho menos gordo de lo que creemos y la selección de jugadas se parece bastante en cada partido. Los super profesionales jugadores de la NFL no dejan de ser veinteañeros multimillonarios rodeados de palmeros. Es muy difícil evitar que tengan como prioridad vivir la noche y divertirse. A esa edad todos nos creemos capaces de comernos el mundo sin esfuerzo. No me imagino a todos esos jugadores estudiando libros de jugadas por las noches…
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Por eso, los Bellichick, los Fisher, los Coughlin o los Parcells marcan la diferencia. Porque son lo más parecido a esa NFL cinematográfica y perfecta que todos imaginamos. Convierten plantillas mediocres en equipos competitivos gracias a muchas horas de trabajo, mucha exigencia y muchas noches de flexo. No les gusta dejar nada al azar. Son entrenadores polémicos que provocan conflictos en los vestuarios. A ningún chaval multimillonario le gusta que le digan lo que tiene que hacer.
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Tom Cable, head coach de los Raiders, está siendo investigado por la policía por la rotura de mandíbula de un puñetazo de su asistente Randy Hanson. Este último puede ser despedido en cualquier momento y estudia medidas legales contra casi todo el universo Raider. Plaxico Burress pasará dos años en la cárcel y cada temporada una treintena larga de jugadores tiene problemas con la justicia. Esa es la NFL real, humana e imperfecta.
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A pesar de todo, esa imperfección a mí me tranquiliza. El football cinematográfico es una quimera aburrida de robots sin pasión. Al final, cada domingo en el estadio, todos son guerreros en un campo de batalla caótico. Y eso es lo que nos gusta de la NFL. ¡¡¡SANGRE!!!
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mtovarnfl@yahoo.es
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