Ánimo, Brett, sólo te faltan 29 equipos

Hoy, 18 de agosto de 2009 se ha producido en la NFL un acontecimiento histórico. Extrapolando, es aún más gordo que si Raúl González Blanco anunciara que deja el Madrid para jugar en el Barcelona.
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Brett Favre, el mito de Green Bay, ha decidido, otra vez, volver de su rancho de Mississippi para jugar en los ¡Minnesota Vikings! La aventura durará al menos una temporada y el mito cobrará entre 10 y 15 millones de dólares. Qué queréis que os diga. Yo, por ese dinero, haría durante la temporada que viene lo que el propietario de los Vikings, Zygi Wilf, me pidiera. Incluso me pasearía por las calles de Green Bay todo el invierno en pelota picada, sólo cubierto por una camiseta de los Vikings con el nombre de Favre, una butifarra sobre del número 4 y haciendo pedorretas a quien se me cruzara.
 
Pero creo que Favre se equivoca. Tendría que haber firmado un contrato por un solo partido con los Vikings, y por un solo partido con los Bears, y por otro con los Lions… y así, haber seguido con todos los 29 equipos de la NFL que aún no le han tenido en sus filas. ¡Debería jugar sucesivamente en todos los conjuntos de la NFL! Todo el mundo tiene derecho a conseguir una camiseta de su equipo favorito con el nombre de Favre.
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En mi opinión uno de los motivos fundamentales de su vuelta es que sigue empeñado en conseguir el récord de partidos consecutivos en la NFL. Si excluimos a Jeff Feagles (punter de los Giants, que lleva 336 pero sólo da patadas y no se parte la cara contra nadie) ese récord lo tiene Jim Marshall, un defensive end mítico de los Vikings de los 60’ y 70’ que jugó un par de Pro Bowls y formó parte de una defensa recordada de Minnesota: “The Purple People Eaters”. Confieso que esto último no me lo sabía, lo he encontrado en Wikipedia. Marshall jugó 282 partidos consecutivos (eso aparece en el fact book de la NFL) y dentro de doce encuentros, si Favre juega el partido que superará ese récord, cabreará por igual a los aficionados de los Vikings y de los Packers. Unos verán como un mito ‘Viking’ será superado por un mito ‘Packer’ y otros verán como el mayor chaquetero de la historia regala un récord a sus enemigos más odiados. Supongo que ya habréis hecho la suma y no necesitaré deciros que el QB lleva ahora 271.
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Mi primera reacción ha sido llamar a un gran amigo feliz de lucir desde hace muchísimos años unos descomunales cuernos… de los Vikings. Estaba perdido en medio del campo en una de esas excursiones montañeras que nos da por hacer en verano y de las que nos arrepentimos y resentimos durante semanas. Descolgó el teléfono jadeando:
-El: ¿Quién eres?
-Yo: ¿Qué te parece la noticia?
-El: ¿Qué noticia?
-Yo: Favre a los Vikings.
-El: ¡¡¡No jodas!!! ¡¡¡SUPER BOWL!!!
-Yo: ¿Hola? ¿Estás ahí?
-El: (hipidos) No (más hipidos) puedo (tremendo hipido) hablar.
-Yo: Nada, nada, tranquilo, te dejo que te va a dar algo.
-El: Jo, Mariano ¡Es un milagro! El pistolero ha vuelto.
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Como podréis comprender, ante tal avalancha de emociones, no puedo menos que pensar que en Minneapolis han salido las multitudes a las calles para acudir en peregrinación al Metrodome y adorar al recién llegado. Los ciegos ven, los sordos oyen y los incrédulos creen. El dios del football ha elegido al equipo morado para impartir sus últimas enseñanzas y las conversiones se multiplican. ¡¡¡Habemus quarterback!!!

Porque en el equipo del triste Childress todo han sido malas noticias desde tiempos inmemoriales. Últimamente la franquicia vive en un sopor provocado por la sosería crónica de un head coach que llegó de Philadelphia con la vitola de resucitador de muertos y parece en realidad un muerto al que resucitar. Ni valiente, ni atrevido, ni capaz de tomar decisiones difíciles durante los partidos… encefalograma plano. Encima tiene en sus manos un equipo con una defensa agresiva y poderosa (eso hay que concedérselo) y un juego de carrera envidiado en toda la NFL (eso es mérito de Adrian Peterson y Chester Taylor, con seguridad la mejor pareja de RBs de la competición). Muchos entrenadores de la NFL suspirarían por trabajar con esos mimbres.
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El problema es que a estos Vikings se les acaba el tiempo. Peterson, por su forma de correr, es muy proclive a las lesiones. Hay que remontarse muchos años para encontrar un RB con su talento, pero casi todos piensan que su carrera será corta. Si se cumplen esos pronósticos, el castillo de naipes se puede desmoronar en un instante. Por otro lado, desde la prematura decadencia de Culpepper los Vikings buscan QB desesperadamente. Ni Tarvaris Jackson ni Rosenfels parecían convencer a nadie pero Favre, como solución a corto plazo, tal vez acelere el desmantelamiento del equipo antes que llevarle a ganar algún título.
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Favre lleva muchos años yendo a lo suyo. Ahora está sacando réditos de su increíble última temporada en Green Bay, pero si analizamos lo ocurrido en los Jets las dudas crecen como la espuma: no llevó al equipo a postemporada, creó conflictos permanentes en el vestuario y jugó por pelotas a pesar de que arrastraba una lesión de hombro que hubiera llevado a cualquier otro a la lista de lesionados y que, a la postre, derrumbó al equipo.
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Favre no será jugador de los Vikings, sino de si mismo. Será tan egoista como en los últimos años y probablemente tan genial como siempre. Por un lado, se conoce el sistema al dedillo, por otro, no pasará por ningún aro. Ganará partidos el sólo y también los perderá. Abrirá las defensas y Adrian Peterson correrá el campo de un lado a otro como los Cuatro Jinetes de la Apocalipsis, pero lanzará pases al contrario en su propia yarda 10. En el fondo cuanto más lo pienso más ilusión me hace que haya vuelto. Y creo que Peterson no ha dejado de aplaudir con las orejas desde se enteró de la noticia.
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Sólo con pensar en el Packers-Vikings en Lambeau Field merece la pena vivir la próxima temporada de la NFL. ¡Lo confieso! ¡Soy un converso! ¡Felicidades a los Vikings sois, oficialmente, los grandes favoritos de la NFC! ¡Viva Favre y la madre que le parió! OEEEEEEEEEEE OEOEOE
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mtovarnfl@yahoo.es
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