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Voto por Kyle Orton

La mayoría ha pontificado durante toda la pretemporada que Josh McDaniels es poco menos que un tarado por provocar la marcha de Jay Cutler de Denver. Yo soy de los pocos que piensa que a los Broncos les ha tocado la lotería con Kyle Orton.
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Durante el siglo XXI se está desarrollando una especie de positivismo que tiene su origen en una mala interpretación del concepto de mayoría. Me explico: compartir la opinión de la mayoría se ha convertido en argumento de autoridad. Estamos hartos de escuchar la frase “voy a hacer tal o cual cosa con el aval de la mayoría que me apoya”. El problema es que el concepto ‘mayoría’ no es un aval ni moral ni de autoridad, sino sólo numérico. Aunque millones de moscas vuelen hacia la mierda, no por ello deja de oler a mierda. Escudarse tras la mayoría sólo sirve cuando no tenemos mejores argumentos.
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Un ejemplo es la fiebre de encuestas que nos inunda y que luego son usadas para defender auténticas necedades bajo el argumento de que son la opinión mayoritaria. Es como si uno, en vez de ir al médico para ser diagnosticado por un profesional, se fuera a la plaza de su pueblo a hacer una encuesta sobre el mejor modo de curarse. Es curioso cómo nos apoyamos en la opinión mayoritaria para defender nuestras posturas morales, éticas o políticas y, sin embargo, buscamos argumentos de autoridad y opiniones profesionales cuando hay dinero, trabajo o salud de por medio.
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Sólo os quería decir lo anterior porque tengo una tendencia natural a buscar argumentos de discrepancia con la mayoría. Me interesa más una sola opinión acreditada que una multitud vociferante defendiendo lo contrario. Los que me leéis desde hace años os habréis dado cuenta de que me encanta defender posiciones minoritarias, polémicas y hasta escandalosas para algunos. Pero para mí es un placer disgustar a la mayoría si consigo que una persona deje de dar algo como válido porque sí para plantearse que hay otro camino… aunque termine en el mismo lugar del que partió.
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Vamos al grano después de un prólogo que me ha salido más largo de lo previsto. Lo fácil y mayoritario es opinar que Jay Cutler era un quarterback franquicia con un talento infinito, que sería el nuevo John Elway y que ganaría el anillo con los Broncos. Lo sencillo y mejor visto es decir que Josh McDaniel sólo es un buen entrenador de quarterbacks que ha aprovechado la explosión de juego de Matt Cassel en Boston, tras la lesión de Brady, para superar su límite de incompetencia y alcanzar un puesto de head coach para el que no está preparado. Lo cómodo y más popular es sugerir que el propietario de los Broncos, Patt Bowlen, no ha sabido gestionar la crisis y que Chicago se frota las manos con Cutler mientras en Denver tienen que cargar con Kyle Orton una temporada y esperar un milagro en el draft de 2010 en el que, sin duda, tendrán que elegir un QB con su primer pick.
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Discrepo con todos los que afirman lo anterior. Mi opinión es que los Broncos se han librado de un problema con Jay Cutler, que Josh McDaniel necesitaba aplicar electroshock a una plantilla que dormitaba en el conformismo en la última etapa de Mike Shanahan y ¡vaya si lo ha aplicado! Si alguien tiene las pelotas para llegar así a una franquicia con el prestigio de Denver, al menos demuestra que tiene el carácter necesario para ser head coach en la NFL. También creo que Patt Bowlen ha demostrado a lo largo de los años el gusto exquisito de un gourmet como propietario. Sus Broncos, que estaban en bancarrota y sin norte deportivo cuando llegó en 1984, son desde entonces sinónimo de gestión, prestigio, espectacularidad, juego agresivo y atrevimiento. Creo que rápidamente se dio cuenta de que seguir la pataleta de Cutler le hubiera hecho perder respeto fuera y dentro del equipo a él y a su nuevo equipo técnico. Por último, creo que Kyle Orton tiene todo lo necesario para convertirse en el alma de los Broncos y cuando acabe la temporada nadie se acordará en Denver de Jay Cutler.
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La posición de quarterback es la más complicada del mundo del deporte. Nadie carga con más responsabilidad dentro y fuera del campo. Por eso exige atletas con una exigencia personal superior al resto, que lideren a sus compañeros con una autoridad y un carisma que aglutine a todo el vestuario, con la mentalidad y la madurez de un individuo diez años mayor y con una fidelidad hacia su equipo próxima al matrimonio. Un QB mediocre te hunde en la clasificación, un QB enfrentado a su head coach puede destruir una franquicia desde sus cimientos.
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Jay Cutler ha demostrado durante tres años que es buenísimo y durante la agencia libre que le falta la madurez de los verdaderamente grandes. Cuando Josh McDaniel quiso conseguir a Cassel para los Broncos, Jay debió admitir que con un nuevo equipo técnico debería volver a demostrar que es un QB incuestionable. Sólo lleva jugando tres años y aún le queda mucho por demostrar. No es ni Manning, ni Brady, ni Favre, ni Warner, ni McNabb… y estoy seguro de que cualquiera de ellos hubiera aceptado la competencia con mucho mejor ánimo.
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Hasta ahora yo creía firmemente que Cutler era el mejor QB joven de la liga, pero con su actitud ha mostrado un carácter polémico y una soberbia que no encajan bien con su posición. El día que fichó por Chicago pasó de un equipo en el que se adora a los QB a otro en el que, históricamente, no hay demasiado paladar para mimar esa posición, con un staff técnico que se encuentra más a gusto insistiendo con la carrera y que no le consentirá frivolidades. El cuerpo de receptores no tiene profundidad y sólo Devin Hester puede comprender el atrevimiento de un Cutler que tendrá que acostumbrarse a dar pases cortos a lo mejor del ataque aéreo de Chicago: la pareja de TE formada por Greg Olsen y Desmond Clark. Dudo mucho que Cutler se convierta en el líder de un vestuario en el que el músculo prima sobre la genialidad. Lo único que le recordará a Denver será la fuerza del viento.
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Mientras, McDaniel tiene todo el verano para construir su ataque aéreo alrededor de Kyle Orton. El QB llegó a Chicago en 2005, tuvo que ser titular inmediatamente por una lesión de Grossman y no lo hizo mal pese a su inexperiencia. Los dos años siguientes los pasó en el banquillo a la sombra de Grossman y el año pasado recuperó la titularidad y comenzó la temporada como un meteoro. Hasta su lesión en la jornada 9 rondaba el top 5 en todas las estadísticas importantes de QB de la NFL: yardas de pase, touchdowns, porcentaje de completados, rating, etc… pero una lesión en la jornada 9 rompió la racha. Volvió tras perderse un partido pero arrastró molestias durante todo el resto de la temporada y sus grises números finales hicieron pasar desapercibido su impresionante comienzo.
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Nada de lo que os cuento sobre Orton llama la atención pero los más antiguos coincidirán conmigo con que es la trayectoria clásica de un pasador hace quince o veinte años. Aprender durante dos o tres años para darlo todo desde ese momento. Ha demostrado temple, carácter y capacidad de liderazgo en un equipo que no confiaba en él. Ahora, ya maduro a sus 26 años (los mismos que Cutler), trabajará con un entrenador cuyo prestigio se basa en la formación de QBs. McDaniel necesita que Kyle Orton haga olvidar a Cutler desde el primer día así que se volcará con él y la complicidad entre ambos está asegurada. Además tendrá alrededor un cuerpo de receptores mucho más versátil.
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No estoy de acuerdo con la mayoría. Voto por Kyle Orton como el quarterback sorpresa de la temporada. Es el mejor tapado que había en la NFL y Josh McDaniel, un mago a la hora de descubrir talento en esa posición, lo ha apostado todo por él. ¡Qué vivan los temerarios que nadan contracorriente! Rich Gannon ya demostró en Oakland que el pasado no importa.