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Federer se mantiene firme en su pulso con la historia

Tomás de Cos

Con una sufrida victoria Federer ha redondeado un “verano de ensueño”, con un doblete mágico, Roland Garros y Wimbledon, una hazaña sólo conseguida por Nadal y Borg en las tres últimas décadas. Ante una corte de leyendas, desde Laver a Sampras, el suizo de oro se convirtió en el tenista más grande de la era open, con 15 ‘mayors’. Las cifras y las hemerotecas lo demuestran, pese a quien pese. Tiene 28 años, ha recuperado la ilusión y su tenis elegante y natural que admiran hasta sus rivales. Se reabre el debate tramposo (y absurdo) sobre quién es el mejor tenista de la historia.

Ante la ausencia de Nadal por lesión -cosas del deporte- el genio de Basilea recuperó las llaves de su jardín, el escenario en el que comenzara a forjarse su leyenda con su victoria sobre Sampras en 2003. Un traspaso de poderes en toda regla. Allí encontró los mimbres y el estímulo necesarios para construir su devastadora regularidad. No ha faltado a una semifinal de un grande en cinco años. Su inteligencia dentro de la pista, su talento y su gran movilidad, hicieron el resto. Sólo así se comprende que lo lograra sin tener un entrenador fijo.

Tras amargar la existencia durante años a una brillante generación de tenistas, entre las que se encuentran varios ex número unos (Hewitt, Safin, Ferrero, el propio Roddick…), el de Basilea comenzó a jugar un duelo particular contra la historia. Un rival al que también acabó cogiéndole la medida. Tan sólo Nadal, cinco años más joven, ha logrado impedir que ‘Mr Perfecto’ sumara a estas alturas de la película la veintena de títulos de grand slam. Uno y otro nos deleitan desde hace años con la más bella rivalidad deportiva del siglo XXI. Ellos han dado un nuevo impulso al tenis y se han preocupado porque su deporte sea mejor cuando dejen de practicarlo de lo que era cuando comenzaron su carrera.

Una nueva final épica

Poco hay que decir ahora de la final del domingo frente a Roddick que no se haya dicho ya. A Federer le bastó con ser mejor en los momentos decisivos. Nunca se encontró cómodo frente a la emboscada diseñada por Larry Stefanki y ejecutada con maestría por el ’bombardero de Nebraska’. La prueba es que acabó el encuentro con más errores no forzados que el norteamericano y apenas diez puntos más. Pero su reacción en el tie break del segundo set, con 6-2 en contra, sólo está al alcance de los elegidos. Como también lo fue la de Andy en el cuarto set para forzar la quinta y definitiva manga.

Un encuentro que demostró a las claras que al máximo nivel las diferencias son más psicológicas que técnicas. La fuerza mental es el elemento que acaba por desequilibrar la balanza. Con su habitual solvencia desde el fondo bastante perdida, Federer se encomendó a la precisión de su servicio como un náufrago a un salvavidas en medio del océano. Un duelo de servicios que recuperó el sabor del Wimbledon de antaño, sin apenas intercambios y con constantes subidas a la red.

Federer

PD: Este post fue escrito el día mismo día de la final de Wimbledon pero debido a un error en el correo electrónico y mi falta de conexión a Internet, por encontrarme de viaje por tierras africanas, no ha sido subido hasta hoy. Mis disculpas.

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