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Y, por fin, Ron Ron en L.A.

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Movimientos sísmicos, a gran escala, entre los grandes de la liga. El que ganó, los que sintieron cerca la gloria (Cleveland, Orlando) o los que quieren volver a tocarla (San Antonio, Boston). En medio de todos, Pau Gasol acaba de saber que tendrá nuevo compañero, nada menos que Ron Artest. Ron Ron. El (cada vez menos) polémico y malo Artest. Así es la NBA. Hace un año nos planteábamos si eran mejores unos Lakers con Odom o con Artest. Ahora tendremos, si no se tuerce la renovación del primero, unos Lakers con Odom y Artest. El movimiento del general manager, Mitch Kupchak, es excelente. Y el jugador, tantas veces némesis de David Stern, se sale por fin con la suya. Hace mucho que Artest soñaba con ser un laker. Vívidamente, supongo, cuando acudió a los partidos de la pasada final. Ya lo tiene: a sus 29 años, su oportunidad definitiva para ser campeón. Y con la camiseta de los Lakers…

A Phil Jackson le gusta esta operación, no en vano se terminó de formalizar con el alero conectado vía teléfono móvil con el maestro zen. A Artest, decíamos, le gusta todavía más. ¿Y a Kobe? Le gusta. Mucho. Kobe y Artest tienen una longeva relación de amistad y respeto, por mucho que a algunos les nublen sus encontronazos en las últimas semifinales del Oeste. A Kobe le gusta Artest, y no es para menos. Si los Lakers han echado en falta físico, intensidad y defensa en muchos momentos de las dos últimas temporadas, eso es precisamente lo que aporta Artest. Que además llega con hambre y que en sus últimos tiempos en Sacramento y en la pasada temporada en Houston ha invertido su fea reputación y ha sido algo parecido al compañero perfecto. Esperemos que no haya sido una cuestión de maquillaje a la vista de que estaba en un año en el que se jugaba su futuro. No lo creo porque, no en vano, llega a L.A. por la mid-level exception y para cobrar en torno a 6’5 millones en su primer año, un millón menos de lo que percibió la anterior temporada. Asegura que ya no juega por dinero, que ya ha ganado todo el que tenía que ganar. Y, al fin y al cabo, si hay alguien que sabe tratar con egos complicados ese es Phil Jackson. Y en los Lakers hay autoridad suficiente para manejar hipotéticas crisis. Ahí está Kobe Bryant. Y ahí está Derek Fisher.

A la vista del juego de operaciones, lo que han hecho los Lakers es cambiar un cromo (Ariza) por otro (Artest). Y no hay duda: Artest es mejor jugador que Ariza. Sobre todo si partimos de la base de que Kupchak ha apostado claramente por el corto plazo. Ariza tiene 24 años, Artest 29. Llega para tres años, los últimos también al máximo nivel (seguramente) para Kobe o Lamar Odom. En plena madurez, Artest sólo deja la duda de si sabrá comportarse en un rol secundario que a Ariza le quedaba como un guante. La primera opción de los Lakers es Kobe. Y la segunda, y la tercera… y después está Gasol, Bynum si consigue por fin exprimir su evolución e incluso Odom. Por lo demás, es mejor defensor que Ariza, o más bien es un defensor más completo. Ariza se maneja mejor frente a jugadores más finos y con propensión a poner el balón en el suelo (Turkoglu) que con los más físicos y explosivos (Anthony, siguiendo con ejemplos de los últimos playoffs). Ariza, además, ha dado un salto espectacular en su porcentaje de tiro y ha demostrado un rendimiento óptimo en momentos decisivos. Pero Artest aporta más variantes defensivas, puede perseguir a jugadores exteriores o meter músculo cerca de la zona. Y en ataque, aunque su selección de tiro es a veces errática, es un jugador capaz de anotar desde cualquier posición y, a diferencia de Ariza, de crearse sus propios lanzamientos. Centrado, implicado, convencido y a gusto en su papel, Artest puede dar un plus mayor de calidad a los Lakers a corto plazo. Y supone un golpe a uno de los máximos rivales: los Cavaliers negociaron su contratación hasta el último momento. Pero no pudo ser. Artest prefierió L.A. y a Kobe y Pau antes que Cleveland con LeBron y Shaq. Y esa película se repite con los agentes libres y la ciudad de Cleveland hasta el punto de que se puede convertir en una de las principales razones por las que James opte finalmente por abandonar Cleveland al término de su contrato.

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¿Y Ariza? Desde un punto de vista romántico, siempre es una lástima que se rompa el puzzle de un equipo campeón, pero creo que el joven alero debería despedir a su agente. Si yo fuera un novato de futuro esplendoroso, no tendría como agente a Dan Fegan (que le ha complicado las cosas demasiado a Ricky Rubio). Si fuera un alero joven y en plena progresión, titular en un equipo que acaba de ser campeón, no tendría el agente de Ariza, que se descolgó con pretensiones excesivas y se encontró con un Kupchak que le abrió la puerta y cerró a Artest por la vía rápida. ¿Ahora qué? Ariza llega a Houston por la misma mid-level exception, ganará poco más de lo que en principio le podían ofrecer los Lakers, se ve obligado a abandonar la ciudad en la que creció y en la que vivió sus años universitarios y recala en Houston Rockets, una franquicia que ha pasado del crecimiento a las dudas y que puede caer en otro ciclo de reconstrucción si se confirman los peores presagios acerca de la lesión de Yao Ming. Y con el reto de demostrar que su estilo de juego puede funcionar fuera de L.A. Sus experiencias anteriores no fueron positivas y en los Rockets no va a tener esos tiros abiertos y sin marca que le propiciaba la obsesión de las defensas rivales con Kobe y Pau. Sin contar con que difícilmente competirá por el anillo a corto plazo.

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Los Lakers, mientras, sonríen porque han realizado una buena operación deportiva (en principio) y económica (absolutamente). Porque están más cerca de poder renovar a Odom y porque, si eso sucede y Bynum vuelve a crecer a partir del nivel de antes de su lesión, tendrán un potencial descomunal. Difícilmente podrán reforzar el puesto de base así que parece necesaria la continuidad de Shannon Brown, que tan buenas sensaciones ha dejado esta pasada temporada. El estilo de Phil Jackson no requiere bases dominantes al uso, y ni por asomo parecía Jason Kidd (especialmente el actual Jason Kidd) una solución idónea. Otra duda: Adam Morrison; contrato fuerte y demasiado tiempo fuera de juego. No ha tenido minutos desde que llegó a Los Angeles, y pronto sabremos si se ha debido a que Phil Jackson no cuenta con él o a que le tenía aprendiéndose los sistemas del triángulo ofensivo.

Pero los Lakers, insisto, han conseguido también responder a la carrera armamentística de sus rivales. Es el campeón y se ha movido bien. Que le sigan los demás. Y lo están haciendo. Cleveland a base de efectismo con la llegada de O’Neal, que asegura que ahora trabaja en el negocio de la seguridad (“proteger al rey…”). Acción – reacción. Cleveland perdió con Orlando y ha buscado un pívot que pueda competir con Dwight Howard sin pararse a pensar en los otros muchos factores que le costaron el puesto en la final. Un experimento que habrá que seguir con atención. Orlando, por su parte, se ha hecho con Vince Carter para buscar más soluciones en su juego de pick and roll. Se ha deshecho de Courtney Lee, lo que parece un pecado a la vista del rendimiento de este en su año de rookie, pero llega otro que ha dejado buen sabor de boca en su estreno, Ryan Anderson. Pero se ha ido Turkoglu y se puede dar por hecho que se cerró a Carter con la absoluta certeza de que no se podría retener al turco.

Y, quizá sin tanto ruido, el equipo que hasta ahora más pasos está dando hacia el regreso al primer nivel: San Antonio Spurs. La operación para hacerse con Richard Jefferson es impecable y, como de la nada, el draft les regaló nada menos que en el puesto 37 un jugador interior de muchos quilates: DeJuan Blair. Dos jugadas de primera que sólo necesitan que las lesiones respeten a Ginobili y Duncan para que tengamos a los Spurs en el penúltimo asalto al anillo de su big-three… aunque las finales del año que viene son en año par. En cualquier caso, aún no se ha apagado el fuego del anillo de Gasol y sus Lakers, y ya tenemos una cosa clara: la temporada 2009/2010 será absolutamente apasionante.