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La gran fiesta del baloncesto español

Tau_realmadrid

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La Copa del Rey, en su actual formato, es uno de los puntos culminantes de la temporada en el baloncesto español y europeo. Por repercusión, por interés deportivo (el ejército de ojeadores NBA puede dar fe de ello) y social. Ni siquiera la final de la ACB concentra tanto las miradas del deporte español -más allá de los amantes del baloncesto- sobre la cancha de, en este caso, el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. A partir de ahí, emoción, sorpresas, héroes, villanos, felicidad, lágrimas… y seguramente el mejor baloncesto que se puede ver fuera del universo NBA.

La Copa 2009 se presenta, desde luego, apasionante. Como siempre, o quizá más. El cartel es de lujo (como siempre, o quizá más) y los acontecimientos que han ido moldeando el perfil de la temporada ACB han cargado de incógnitas y presunciones (picante y expectativas) a este torneo del K.O. que exige al campeón concentrar su mejor disposición en tres partidos jugados a muerte. Hace no mucho tiempo, Unicaja hubiera tenido un papel de favorito mucho más claro que el que trae a Madrid ahora, sumido en un sorprendente bache de resultados y juego que tiene mustio al genio de Aíto. En un momento similar del calendario pocos hubieran apostado dinero por un Real Madrid que, a base de especializarse en remontadas, parece ahora un enemigo temible al que, en su ciudad, los rivales deberán minar más allá de sus virtudes y defectos baloncestísticos: deberán atacar una moral casi milagrera que ahora mismo parece de cemento. Al alcance del recuerdo más fresco tienen dos victorias que llegaron a parecer imposibles ante los dos gigantes que aparecen en su teórico camino hacia la final: Barcelona (en Euroliga) y Tau (en ACB). Los vitorianos, casi perfectos, siguen pareciendo el rival a batir pero tienen en su derrota ante los blancos una muesca en su orgullo y un pequeño atisbo de duda.

Un cuadro salvaje para tres gigantes

Pamesa Valencia, con sus zozobras marca de la casa en las últimas temporadas, alcanzó la Copa para verse inmerso en un sorteo que le deparó un cuadro hercúleo. Competirá por un puesto en la final con Tau, Barcelona y Real Madrid, los tres grandes favoritos junto a Unicaja si (con respeto a la magia de esta competición) nos permitimos dividir en dos cuadrantes las posibilidades de los equipos.

De ese grupo de favoritos sobresale el Tau, al que personalmente no otorgaba un papel tan dominante ni un juego tan excepcional tras el regreso de Ivanovic. Su reto es romper la maldición del equipo que cierra la clasificación copera (primera vuelta) como líder. Algo que nadie consigue desde el…Tau. Fue en 2004 y con una versión histórica del equipo vitoriano: Calderón, Prigioni, Scola, Nocioni, Macijauskas, Splitter… La encarnación actual del equipo vitoriano llega tras dejar su racha de victorias ACB en 16. Una exageración que define al equipo que comanda la liga y buena parte de los apartados estadísticos, con una plantilla desbordante a la que Ivanovic (no hay que escatimar alabanzas al polémico sargento de hierro) está sacando lo mejor. De su mano, nos encontramos con una versión impecable de Prigioni, Splitter o Vidal y con un fortalecimiento evidente de Mickeal o Rakocevik, más anotador pero también más líder que nunca.

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El Tau, si controla las circunstancias que le pueden abocar a una improbable derrota ante Pamesa, recibirá en semifinales al vencedor del clásico Barcelona-Real Madrid. El estado de gracia blanco, su espíritu inquebrantable y la condición de local (otra maldición a romper ya que no hay alegría para la afición local desde Vitoria 2002) le otorga un papel para esta Copa que no parecía corresponderle tras las sombras de su arranque de temporada. Ahora bien, los blancos siguen siendo un equipo con menos recursos que Barça o Tau y necesitan algo más que aferrarse a su recién adquirida condición de especialista en vuelcos (algunos milagrosos). En la baraja de Plaza lucen ases muy claros: el constante estado de gracia de Felipe Reyes, el crecimiento de Llull (juego y espíritu), el enésimo y ¿penúltimo? momento dulce de Bullock y el regreso de Raúl López. Van den Spiegel da más centímetros pero no mucho más brillo y los nuevos (Hosley, Massey, Tomas) siguen alternando una de cal y unas cuantas de arena. Por ahí pueden llegar problemas para el Real Madrid.

El Barcelona, por su parte, llega con todo su deslumbrante arsenal algo mermado (la baja de Lakovic multiplica su importancia ante la incapacidad para aportar minutos positivos de Barrett) pero dispuesto para la batalla, que es una reválida para Xavi Pascual. Siempre lo es por el sobrecargo que supone ser un técnico joven y de la casa. Nadie le puede negar que su equipo funciona como un bloque con una defensa atroz (por actitud y por la intensidad que le permiten las constantes rotaciones que emanan de una plantilla profundísima) y un juego interior demoledor, con centímetros y fuerza, Vázquez por fin en la línea que se debe esperar de él e Ilyasova (otro punto para Pascual) confirmándose como uno de los ‘4’ más valiosos de Europa. Navarro, además, vuelve al escaparte de la Copa en un torneo que se adapta a él como un guante (¿cuál no?). Su calidad individual, si está en vena, puede decantar una competición que se resuelve en cuatro días.

Cierra el grupo de favoritos Unicaja, al que puede beneficiar la cota de piel de cordero que aporta ese aparente mal momento. Las declaraciones derrotistas de Aíto seguro que encierran una estrategia de mentalización y, al fin y al cabo, el equipo malagueño tiene armas de sobra y un lado del cuadro más cómodo en el que hay veneno de escaramuzas pero no aroma de batallas hercúleas. Otro arma de doble filo, para bien y para mal. La Copa, que marca la temporada y define o corrige estados de juego y ánimo, pasa por ser vital ahora para un Unicaja que debe superar su mala relación con esta competición en las dos últimas ediciones.

Preparados para la sorpresa

Estudiantes

Por debajo de estos cuatro gigantes se sitúan los equipos que llegan con menos posibilidades, al menos en teoría. Pamesa, decía, tiene el lastre de navegar por un lado del cuadro infernal, pero llega como lo que es: un equipo imprevisible que parece un año más por debajo de las expectativas pero que resulta temible en las ocasiones en las que todos sus elementos convergen en la química óptima. ¿Puede superar al Tau y después al vencedor del Real Madrid-Barça? No parece probable, por mucho que Nielsen haya aportado fuerza y cohesión a un juego interior que debería complementar mejor la riqueza exterior del equipo. En la muñeca de sus tiradores reposan, en gran medida, sus opciones de sorpresa.

Por el otro lado del cuadro, el de Unicaja, se sitúan Estudiantes, DKV Joventut y Kalise, posiblemente el perfecto aspirante a dar la gran sorpresa en la primera ronda, precisamente ante los malagueños. Un equipo admirable y modélico que busca, a la sexta tentativa, romper por primera vez la barrera de los cuartos. Salva Maldonado maneja un bloque vistoso, muy fuerte como local y que combina la presencia de jugadores asentados y comprometidos con el perfecto acople de los recién llegados. La Copa supone un escaparate perfecto para los English, Augustine… Estudiantes regresa a la Copa por la puerta de atrás de la condición de anfitrión tras cuatro años de ausencia. Cuatro años de infierno en el que el fantasma del descenso ha sido más real que nunca. Parece suicida meter al Estu en las quinielas, pero el equipo de Casimiro intentará regalarse y regalar a su afición al menos un triunfo copero. Su trayectoria de la actual temporada es ascendente con el coraje eterno de Jasen, las virtudes de Carlos Suárez, el cemento interior de Wideman y Popovic y la llegada de Brewer.

El DKV es, de los cuatro equipos que he situado en este segundo escalón, el más capacitado para llegar lejos. Se presenta como campeón y con un baloncesto que sigue siendo moderno y valiente tras la transición de la experiencia de Aíto a la juventud de Sito Alonso. El DKV ha ofrecido un rendimiento ACB mayor del que personalmente esperaba, y más teniendo en cuenta la convalecencia de Ricky Rubio (que por fin está alcanzando su nivel y sobre el que estarán todos los ojos de los ojeadores NBA) y que ha lidiado con situaciones casi esperpénticas con sus a priori dos grandes fichajes: Mensah-Bonsu y Wright. Nada importa, el Joventut se ha movido con maestría para recuperar a Moiso y dar la alternativa europea a Coby Karl, un jugador lleno de posibilidades. Con eso, sus armas habituales, su eterna cantera (no sólo Ricky, Pau Ribas ya es una extraordinaria realidad) y baloncesto vistoso, los badaloneses cuentan con sus opciones, aún sin Aíto y sin Rudy…

¿Un pronóstico? La Copa es experta en romperlos y sacar los colores a quienes los dejan escritos. Parece lo más conservador apostar por un triunfo del Tau en una final ante Unicaja, pero queda por ver como manejan los de Aíto su actual momento ante un rival tan peligroso como Gran Canaria. Es uno de muchos factores: Importa el juego, importan los nervios, la gestión de la presión (en los favoritos) o de la fe en la sorpresa (en los aspirantes); Importan las explosiones individuales, los porcentajes de tiro, el rebote ofensivo… y según se acerca la hora de competir parece tan probable la citada final Tau-Unicaja como una entre Barcelona y DKV u otra entre Real Madrid y… aquí reside, ni más ni menos, la magia de la Copa.

Un brindis, por último, por la Minicopa, que este año alcanza su sexta edición con el perfecto marco del Magariños. Un torneo dominado por el Barça excepto en su primera edición, donde ganó el Joventut de…Ricky Rubio, que sólo tardó cuatro años en ser campeón de la Copa ‘grande’. Ellos, el futuro de nuestro baloncesto, también merecen este magnífico escaparate, acertadísima creación de la ACB.