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Murray evitó la enésima ‘nadalada’ de Simon

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Tomás de Cos

La capacidad física de las personas es una variable limitada, por más que Nadal parezca empeñado en demostrar lo contrario. Andy Murray se encargó de reafirmarlo en el partido del adiós a la Casa de Campo, el que le sirvió para incluir su nombre en el prestigioso palmarés del torneo: Andre Agassi (2002), Juan Carlos Ferrero (2003), Marat Safin (2004), Rafa Nadal (2005), Roger Federer (2006) y David Nalbandián (2007). Cinco de esos siete campeones que conquistaron Madrid han conocido lo que se siente siendo el mejor tenista del planeta.

El nuevo Murray poco o nada tiene que ver con el chaval que entrenaba en la Academia Sánchez-Casal. En este 2008 se ha revelado como la otra nueva gran alternativa al poder establecido, tal y como hace casi un año anunciaba Alex Corretja, su asesor durante la temporada de tierra batida, en una entrevista con AS.COM. Sin duda sus palabras estaban llenas de conocimiento. El otrora dueto de cabeza es ahora un afinado cuarteto de ‘cuerdas’.

En la final de Madrid el chico de Dunblane superó con una gran solvencia el único momento de apuro en el que le puso Gilles Simon, la otra gran estrella del torneo. Dos bolas de set en la muerte súbita de la segunda manga malogradas por el agotado Poussin. En la mejor edición del torneo por el nivel de los jugadores participantes y la afluencia de público, la final no fue la soñada. Pero el torneo mostró al mundo las buenas maneras de las nuevas estrellas emergentes.

Al doctorado de Murray, que ya suma cuatro títulos esta temporada (Doha, Marsella, Cincinnati y Madrid) y se ha asegurado la disputa del título de maestros, hay que unir la sobresaliente actuación de Simon. Desde hoy es el mejor tenista galo en las clasificaciones de la ATP, por delante de Jo Wilfried Tsonga, Richard Gasquet y Gael Monfils. Algún día deberíamos hablar de la gran generación de tenistas de nuestro país vecino. Pero es que Simon, el primogénito de un trabajador de una aseguradora y una médico, ya sabe este año lo que es ganar a los tres primeros de la clasificación mundial. Y es bien sabido que los milagros no existen en el deporte de la raqueta.

El chaval pelea todas las bolas -Murray le forzó con muchas dejadas consciente de su cansancio-, tiene una gran seguridad desde el fondo de la pista y sabe variar con inteligencia ritmos, velocidades y alturas para sorprender a la contra. Si mejora el físico puede convertirse en todo un hueso. Esta semana ha encadenado una 'nadalada' detrás de otra y sólo el agotamiento físico hizo bajar enteros en su tenis correoso. De momento la fórmula que patentara Nadal hace ya algunos años ya ha empezado a darle buenos resultados.