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Murray abortó la remontada

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Tomás de Cos

El escocés alcanzó su primera final de un grande tras superar a Rafa Nadal por 6-2, 7-6, 4-6 y 6-4 y se disputará el título con el descansado y cuatro veces campeón Roger Federer.

El sábado fue un día nefasto para Nadal que acabó con un esperanzador final feliz. Lo comenzó ninguneado por la organización y la televisión, que adelantaron injustamente la semifinal entre Djokovic y Federer. Y posteriormente le degradaron por urgencia meteorológica a la pista Louis Armstrong, la pista central del Billie Jean King Tennis Center de Nueva York hasta 1997. Para colmo de males el balear saltó a la pista sin las energías necesarias para jugar con garantías, lo que aprovechó el talentoso Andy Murray para colocarse con dos sets a favor (2-6 y 6-7) a ritmo de winner. Una ventaja que acabó resultando insalvable hoy domingo, en un día ventoso pero soleado, incluso para el ciclón de Manacor.

El huracán 'Hannah' se había aliado con Nadal para interrumpir el partido. La suerte del campeón, debió pensar entonces el escocés. Tras un día de perros, Rafa abandonaba el club relajado y sonriente, con un esperanzador 3-2 y servicio a favor en el tercer set, mientras que su rival lo hacía ofuscado y malhumorado, lamentando la oportunidad perdida. Y justo ahí, en el lamento del escocés, fijó Nadal su intento de remontada, forzando un duelo psicológico que le otorgara una nueva victoria a la heroica. Con su gran mentalidad, la misma que le ha permitido erigirse en el número uno, trató de convertir el contratiempo meteorológico en un punto de inflexión de un guión con un claro tufo a derrota. Pero en el momento más inesperado, Murray abortó la remontada con una declaración universal de talento maduro.

Nuevo día, nuevas sensaciones

Rafa Nadal saltó a la pista Arthur Ashe, el lugar destinado al número uno y de donde nunca debieron sacarlo, empeñado en demostrarse a sí mismo que su tenis del sábado era una mala imitación del que le ha aupado a la cima del tenis mundial. Su actitud volvió a ser positiva y esta vez encontró carga suficiente en las maltrechas baterías que alimentan sus piernas. El excelente trabajo de su fisioterapeuta, Rafa Maimó, y la milagrosa capacidad de recuperación del prodigio de Manacor, le permitió acariciar el milagro.

Recuperada su habitual movilidad, Nadal igualó las fuerzas y mantuvo firme el pulso con el cañonero de Dunblane. A Nadal le bastó con mantener su servicio para llevarse la tercera manga por 6-4 y desestabilizar a Murray. Pero al escocés, que esta misma semana ha relevado a David Ferrer como número cuatro del mundo, la pájara le duró apenas tres juegos.

Demostración de madurez

Andy Murray, la gran esperanza del tenis británico, superó con apuros el primer juego de la cuarta manga ante un Nadal embalado hacia la victoria. Y pareció desesperar cuando Nadal salvó siete opciones de break en el segundo juego (1-1) y le quebró el servicio después aprovechándose de cuatro errores no forzados (2-1). Pero cuando Nadal se veía con medio pie en la final, con 3-1 y 0-30 a su favor para colocarse con un contundente 4-1, el escocés sorprendió a todo el mundo con una genial lección de madurez.

El larguirucho barbilampiño aguantó el tipo con el servicio, una de sus mejores armas, y acortó distancias. E inmediatamente aprovechó la enésima oportunidad de break sobre el dubitativo saque del español para firmar la igualada. A partir de ese momento Murray acertó en todas sus decisiones. Jugó con potencia y agresividad, pero armado de inteligencia para buscar los huecos y de paciencia para encontrar el momento de cerrar los puntos. Sus bolas corrieron siempre más que las de Nadal y acabó teniendo el justo premio a su gran tenis: disputar su primera final de un Grand Slam tras resolver con gran maestría el duelo en el primer punto de partido.

Federer llegará a la final, prevista para las 23:00 hora española de hoy, más descansado, pero tiene motivos para preocuparse aunque no tenga enfrente a Nadal. Murray no sólo ha puesto fin a la racha victoriosa de Nadal (54 victorias en los últimos 56 partidos disputados, lo que le ha permitido ganar Roland Garros, Wimbledon, Queen's, el Masters de Toronto y la medalla de oro en los JJ.OO. de Pekín) y se ha vengado de su tremenda derrota en la catedral de Wimbledon. Ha dado un gran paso adelante en su carrera mostrando una madurez y una seguridad hasta ahora desconocidas. Pero esa será otra historia.