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Una victoria para soñar

Nadal

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Tomás de Cos

Rafa Nadal sólo ha superado un encuentro de segunda ronda de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Pero la forma de hacerlo, con una superioridad incontestable -insultante por momentos-, junto a las sensaciones ofrecidas por su tenis, ya le permiten soñar con colgarse la medalla de oro al cuello.

El tenista de Manacor volvió a mostrar su innata capacidad de adaptación. Tras sufrir más de lo deseable ante el italiano Potito Starace, se merendó al siempre correoso Lleyton Hewitt en un pispas. Atrás quedaron ya las quejas sobre la gran humedad del Centro Olímpico de Tenis de Pekín, que le obligan a cambiar constantemente el overgrip de su Babolat. AeroPro Drive Cortex, y las malas sensaciones al golpear la bola con las que ha convivido desde su tumultuosa llegada a la capital china.

La actitud positiva con la que Nadal afronta cualquier reto y el esmero y empeño que pone en su realización son las claves de su éxito. Sin olvidar, por supuesto, que juega al tenis como los ángeles y que es un gran estratega dentro de la cancha. Hewitt examinaba hoy a Nadal tras la estresante remontada ante China de la España de su amigo Pau Gasol. Y el gladiador que lidera el tenis español pasó la prueba con nota.

Su superioridad fue abrumadora de principio a fin y el nivel de su tenis fue altísimo. Hoy sí fue reconocible el doble ganador de Roland Garros y Wimbledon, que el próximo lunes será reconocido como el mejor tenista del mundo. Su mejorado servicio - a pesar de alguna doble falta- y su portentosa derecha hicieron estragos en el mejor tenista australiano de los últimos tiempos y el número uno mundial más sólido antes de la explosión de Roger Federer.

Nadal convirtió el duelo en el monólogo de un tirano. Estuvo agresivo y valiente (rondando la red en los momentos delicados), pegado a la línea de fondo y sin apenas conceder la palabra a un desarmado Hewitt, al que se hartó de someter con derechas ganadoras cuando trataba de taparse el revés y al que regaló un passing shot detrás de otro cada vez que asomó por la red. En una simple anécdota dejó el balear la breve reacción del aussie en el inicio del segundo set, en el que devolvió un break a Nadal y osó ponerse por delante por 2-1. A Nadal le saltó la alarma contra la relajación, recuperó la intensidad y le endosó cinco juegos consecutivos antes de irse a la ducha. Próximo objetivo: el ruso españolizado Igor Andreev.