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Pekín '08: A las puertas de la gloria


Llega, por fin, la hora de la competición, del reto más hermoso que existe en el mundo del deporte: los Juegos Olímpicos. Por tradición, por significado y, en lo que respecta al baloncesto, también por el brutal sistema de competición. Porque los Juegos cuentan con la excelencia eléctrica de un sistema reducido a dos grupos de seis equipos: 12 selecciones por las 24 del Mundial o las 16 del Eurobasket. Así que estamos a las puertas de una lucha brutal, en primer lugar, por ocho plazas en cuartos de final. En el Grupo A, con Irán como comparsa (pese a sus buenas sensaciones de los partidos de preparación), se espera una lucha a muerte en cada partido, en cada posesión, entre Argentina, Australia, Croacia, Lituania y Rusia. En el Grupo B, si descartamos a Angola, tenemos a Estados Unidos, España y Grecia en una dura pelea por la primera línea de parrilla de cara a los dramáticos cruces, y a Alemania seguramente trabajando duro para sofocar la ilusión de China, anfitriona que viaja sobre los hombros de Yao Ming.

Así que el torneo es hermoso y el premio (las medallas) representa una de las cimas en la carrera de cualquier deportista. Desde el primer día tendremos una lucha cerrada, primero por evitar el infierno de la eliminación y segundo para tener el mejor asiento posible en el viaje al purgatorio de los cuartos. Sólo hay que mirar el calendario para ver que no habrá tregua desde el pistoletazo de salida: la primera jornada nos ofrece, además de la puesta de largo del Redeem Team nada menos que ante el anfitrión (Estados Unidos - China), un tremendo España - Grecia (con mucho en juego en lo relativo al posicionamiento en el grupo) y dos duelos (Lituania - Argentina y Australia - Croacia) que ya darán pistas sobre los futuros supervivientes y desterrados del Grupo A.

Un desarrollo probable

No parece suicida establecer una categorización inicial entre los doce contendientes: Angola e Irán como equipos sin opciones; China como sorpresa prácticamente improbable; Alemania y Australia como aspirantes a ponérselo difícil a unos cuantos rivales; Croacia como equipo siempre capaz de romper quinielas, y a partir de ahí el lote de los seis equipos más poderosos, todos con armas para derrotar a cualquiera de los otros en un partido a cara de perro, pero también con una jerarquía en principio evidente: de Lituania y Rusia a un segundo grado con Argentina y Grecia, y de ahí al primer nivel que ocupan España y Estados Unidos.

En un ejercicio libre, más temerario y en absoluto científico, se puede hacer una de esas predicciones que posteriormente la realidad tiende a arruinar de forma inmisericorde. Pero, que al menos no se diga, ahí va:

El Grupo A dejará como clasificados, por este orden, a Argentina, Rusia, Lituania y Australia. El B, a Estados Unidos seguido por España, Grecia y Alemania.

En los cuartos de final, Argentina superará a Alemania, España a Lituania, Grecia a Rusia y Estados Unidos a Australia. Lo que nos envía (en esta perspectiva un tanto conservadora) a las semifinales del último Mundial, en la que se repetirá el triunfo de España sobre Argentina pero no la sorpresa de Grecia ante EE.UU. Los griegos sí serán capaces de batir a los argentinos en la lucha por el bronce mientras que España perderá ante los norteamericanos para dejar el siguiente podio final: Oro para Estados Unidos, plata para España, bronce para Grecia.

Después de garabatear en un folio este posible desarrollo de la competición, compruebo, junto al temor a los posibles disparos al aire, que respeta el esquema que veo más evidente entre los favoritos: Estados Unidos por delante; un paso por detrás España, un par más atrás Grecia, y Argentina a otro de los helenos. Eso sí, el nivel es tan alto que cualquiera de las predicciones puede desmoronarse. Espero que así sea, para bien, en el caso de España, a la que creo con opciones de lograr el oro después de ver los amistosos tanto de los de Aíto como de los de Krzyzewski.

España, la principal amenaza para Estados Unidos

De EE.UU. ya hablé en su día. Ahora, después de haber seguido sus partidos de preparación, mantengo casi todas las alabanzas y también las principales dudas. Sigue sin gustarme la gestión del puesto de base derivada de la, sigo pensando que innecesaria, presencia de Jason Kidd, y del exceso de minutos que comparten en pista Chris Paul y Deron Williams. Sigo viendo un problema en la falta de otro pívot puro junto a Howard. Parece que, al menos, sí han trabajado la defensa con algo más de esencia FIBA (aunque siguen mandando el estilo Krzyzewski y la rapidez de manos) y han buscado algunas soluciones, aunque rudimentarias, para atacar las defensas en zona, ya sean en la confección del equipo (con la aportación en el tiro exterior de Kobe y Redd) o en el propio sistema, con desdoblamientos por la línea de fondo en apoyo del último pase. Pequeños ajustes para un juego que en lo esencial no ha cambiado demasiado y que debe ser suficiente ante la suma de talento y poder físico que acumula y ante el excelente momento de su trayectoria en el que llegan a la cita olímpica algunos jugadores que fracasaron en anteriores versiones del USA Team (Howard, Paul, James) u otros a los que tanto se añoró (Kobe).

Aún con todo, Estados Unidos puede volver a estrellarse ante un equipo que pueda ser capaz de jugar todo el partido al mismo nivel de intensidad para sobrevivir a las fases de actividad infernal de los americanos; Que aproveche un mal día en el tiro exterior de su perímetro, que trate de cargar de personales a Howard y, sobre todo, que sepa marcar el tempo del juego para evitar el correcalles del que salen tan beneficiados los norteamericanos. Con buena gestión del balón, sin precipitaciones y con buena selección de tiro. Cualquier cosa menos permitir robos y transiciones rápidas tras fallos prematuros en el tiro.

Y ahí entra España, por potencial, talento y sistema, un equipo que parece capaz de frenar la reconquista de Estados Unidos. Porque tiene seguramente el mejor equipo de su historia y porque, aunque hay jugadores que llegan en peor momento que en la cita de Japón (Garbajosa o Jiménez), también se cuenta ahora con otros en plena explosión (Rudy o Marc Gasol) y con una única revolución que se concentra en el puesto de base, con la salida compresible de Sergio y algo más delicada de Cabezas, pero con la difícilmente discutible inclusión de Ricky Rubio y del talento desbordante de Raúl López. Se fue el admirable, pese a alguna probable laguna en el Eurobasket, Pepu, pero ha llegado un entrenador espléndido como es Aíto que parece, por lo visto en los partidos de preparación, centrado en ajustar una defensa infernal y menos preocupado por el ataque, donde el talento manda. Con su baloncesto moderno, de despliegue total y rotaciones constantes, España aspira al oro y realmente se puede argumentar que todo lo que no sea medalla se considerará un fracaso. Es el derecho pero también el precio de la categoría de un equipo que puede cerrar un ciclo mágico abierto en Japón y continuado en el Eurobasket con el único lunar de la maldita final ante Rusia. Aquel partido, con un año de perspectiva, será una referencia útil para los jugadores, si bien no me ha gustado que se repita la planificación de entonces y hubiera preferido ver a España jugando más partidos de preparación fuera de nuestras fronteras.

Candidatos con galones

A la espalda de Estados Unidos y España se abre una pequeña brecha (que puede no ser tal a la hora de la verdad) que deja un escalón por detrás a Argentina y Grecia. De los primeros se teme su competitividad brutal, su contrastada capacidad para sobrevivir en el fragor de la batalla, y la jerarquía de un bloque legendario que afronta una de sus últimas grandes citas internacionales: Ginobili (veremos cómo está su tobillo), Scola, Oberto, Nocioni, Delfino… los problemas llegan con la falta de sangre fresca que revolucione el equipo (lo que precisamente le ha sobrado a España desde Atenas, donde la albiceleste alcanzó la gloria) y se ceban en el puesto de base, sin relevo de garantías para Prigioni, y en el juego interior, donde hay una enorme laguna en cuanto faltan Oberto y el descomunal Scola.

Grecia llega tras ganar con total autoridad el preolímpico en el que actuaba como local y con sus armas habituales reconvertidas sin Papadopoulos hacia un sistema algo más agresivo y rápido, con un poco más de gusto por el juego en transición. Sin embargo, son el mismo bloque que defiende a muerte y contra el que es un suplicio jugar, y llega en mucho mejores circunstancias que al pasado Eurobasket. Volveremos a disfrutar (y a padecer) el cerebro privilegiado de Papaloukas y la capacidad defensiva de Diamantidis, Bouroussis o Vasilipoulos. Además, Spanoulis ha olvidado ya su frustrante experiencia NBA y Schortsanitis vuelve a ser jugador de baloncesto, por obra y gracia de los milagros de las clínicas adelgazantes. Por todo ello doy en principio cierta ventaja a Grecia en un hipotético duelo ante Argentina.

En el siguiente peldaño quedan Rusia y Lituania, a pesar del cetro europeo de los primeros y del brillante baloncesto que practican los segundos. Ambos comparten problemas con las bajas, Rusia con la casi segura ausencia (clave) de Victor Khryapa, Lituania con las de Songaila y la habitual de Ilgauskas. Aún así, Rusia demostró en Madrid que es un bloque de cemento, competitivo al máximo gracias al trabajo de David Blatt y perfectamente articulado en torno a la dupla Holden - Kirilenko. Un rival al que hay que respetar con todos los honores ante un partido a todo o nada. El mismo respeto, quizá en menor grado, se merece Lituania, con el talento incombustible de Jasikevicius y la presencia del excepcional Siskauskas, Kleiza o Kaukenas. Lituania es siempre sinónimo de talento.

Croacia sirve quizá de puente hacia el grupo de los outsiders. Siempre es un equipo imprevisible que no perdona un día gris del rival, como demostró ante España en el Eurobasket, pero parece inferior a los citados hasta ahora. Tras ella llega China, de la que algunos esperan más de lo que seguramente sea capaz de ofrecer, con sus deficiencias en el juego a pesar de Jianlian y sobre todo a pesar de un Yao Ming recién recuperado de una grave lesión. Animadores como locales ante un país enfervorizado con el gigante de los Rockets, quizá rompan mi pronóstico y se planten en cuartos, aunque yo sigo viendo por delante a Alemania. Porque si China tiene a Yao, Alemania tiene a Nowitzki, y le ha añadido además a Kaman, uno de los mejores pívots de la NBA en el primer tercio de la pasada temporada. Trabajo duro, puntos y rebotes asegurados, y la posibilidad de formar junto a Dirk un frontcourt temible que abra espacios a los tiradores exteriores. Esas armas pueden servir para obligar a trabajar más de la cuenta a algún favorito, pero no deberían valer un billete a semifinales y a la lucha por las medallas, donde tampoco debería estar Australia, otra selección difícil de ganar que también basa su fortaleza en un juego interior de lujo: Bogut, Andersen, Nielsen. Si Alemania añade a sus estrellas un buen rendimiento de Hamann o Australia cuenta con unos inspirados Bruton y Mills, aspiran seriamente a dejar fuera de cuartos a China y Croacia, respectivamente.

La selección femenina, dispuesta a admirarnos de nuevo

Mención para un torneo femenino también sumamente interesante e igualmente con una jerarquía evidente, marcada por el duelo entre Estados Unidos y Australia, con Rusia como clara tercera opción. Las norteamericanas son favoritas con su bloque WNBA abanderado por Lisa Leslie, Candance Parker, Tamika Catchings, Diana Taurasi o Sue Bird, pero deberán controlar el potencial de Australia, liderada por Lauren Jackson y Tully Bevilaqua, y el peligro menor de las campeonas de Europa, la Rusia de Maria Stepanova.

España, por su parte, llega después de su brillante subcampeonato de Europa y con la ilusión de superar el trance de los cuartos de final. Más allá de los tres equipos más fuertes hay peligros claros como Bielorrusia, Brasil, la República Checa o China, pero la España de Evaristo Pérez asegura entrega defensiva y competitividad, además de un bloque de primer nivel liderado por Amaya Valdemoro junto a Laia Palau o Nuria Martínez, a las que se suma la calidad y juventud de Tamara Abalde o Alba Torrens. Para romper la maldición de los cuartos, sería fundamental evitar un cruce con Australia o Rusia, por lo que puede ser clave el primer partido ante China. El resto de rivales de grupo son República Checa, Nueva Zelanda, Mali y la todopoderosa EE.UU.