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La gran decisión de los Lakers

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¿Qué pesa más, ser campeón del Oeste después de batir sin contemplaciones a equipos del nivel de los Jazz y los Spurs, o perder la gran final ante el eterno rival y con una sensación de inferioridad que se manifestó en toda su crudeza en el doloroso sexto partido en el que los Celtics despedazaron sin piedad a unos Lakers rendidos y sin argumentos?

Es la pregunta que parecen hacerse los Lakers desde que se quedaron a dos triunfos del anillo. Una distancia mínima pero suficiente para generar dudas trascendentales en el entorno del club angelino. Dudas que, en esencia, tienen que ver con el esperado regreso de Andrew Bynum y con la posibilidad de jugar con un quinteto en el que el joven center comparta frontcourt con Pau Gasol y un Lamar Odom desplazado al puesto de tres. La alternativa pasa por traspasar a Odom en busca de un alero que, es un secreto a voces, podría ser Ron Artest.

La cuestión no es nueva ni es baladí, y está claro que la herida abierta por los Celtics, y especialmente por Paul Pierce, tiene mucho que ver con las inquietudes de la franquicia californiana. Porque los Celtics desnudaron las carencias (o desequilibrios) de los de Phil Jackson, y ahora arrecian la voces que piden cambios basados casi exclusivamente en la posibilidad de encontrarse en una nueva final con los de Doc Rivers.

Desde luego, la opción del cambio puede ser defendida con argumentos de peso y casi hasta obvios: Artest no sólo es un tres puro sino que aportaría actitud e intensidad defensiva, concretada en la posibilidad de ejercer de perro de presa de la estrella rival en el juego exterior. En ataque, y aunque en los Lakers debería prescindir de su gusto por retener la bola, es desde luego un mejor tirador que Lamar Odom, con el añadido de que podría sacar provecho de la libertad que obtendría en posiciones abiertas ante defensas ya de por sí más que obligadas por la combinación en ataque de Bryant, Gasol y Bynum. Los defensores del alero de los Kings también consideran que la guía Zen de Phil Jackson es el antídoto perfecto para reconducir al polémico y díscolo Ron Ron. El ejemplo para ellos es, claro, Dennis Rodman. Finalmente, también se apunta a que el propio Bryant estaría deseando compartir pista con un jugador como Artest, que lograría casi al instante que los Lakers dejaran de ser tan estéticos pero compitieran con más dureza contra los propios Celtics o contra unos Spurs menos mermados que en la última final de Conferencia.

Se valora, por lo tanto, la posible llegada de un tres puro y la búsqueda de un mayor equilibrio entre el trabajo defensivo y el show-time del siglo XXI. Pero se tiene en cuenta también la complicada gestión salarial que los Lakers tienen que hacer frente en un futuro próximo, que pasa por encarar las renovaciones de Bynum, Vujacic o Farmar, de llegar a alguna conclusión en torno a los altísimos contratos de Walton o Radmanovic, y también de asumir que será prácticamente inviable retener a un Odom una vez cumpla su próximo año de contrato, en el que cobrará más de 14 millones de dólares (por los 7’4 con los que llegaría Artest).

Mejor con Lamar Odom. Al menos por ahora…

Si bien no cabe duda de que hay algo tentador en la ‘vía Artest’, creo que harían mal los Lakers en tomar una determinación antes del arranque de la temporada. Si hay movimiento debería ser en invierno, cuando el contrato en vías de extinción de Odom sea más atractivo para equipos en reconstrucción o simplemente ya se haya comprobado las bondades o fallas del plan deportivo actual.

En primer lugar, Odom es un jugador excelente, que ya demostró en sus mejores momentos en los Heat que puede jugar como alero y que, aunque quizá le falte dureza metal en los momentos importantes, parece más capaz que Artest de rendir noche tras noche, al menos durante la temporada regular. Garantiza química ofensiva con Gasol (demostrada), adaptación al triángulo ofensivo de Phil Jackson (demostrada) y una capacidad reboteadora de la que los Lakers no pueden prescindir, mucho menos hasta comprobar la evolución de Bynum tras su complicada lesión.

Tampoco creo que los Lakers deban obsesionarse con los Celtics ni aventurarse a romper la química de un equipo que fue finalista de la liga sin Bynum y con Gasol recién llegado y con poco rodaje en el sistema Jackson. No se debe, en definitiva, deshechar un plan que todavía no ha fallado y que parte de un quinteto con Bynum, Gasol, Odom, Kobe y Fisher o incluso Farmar, cuya progresión anima tanto como las de Vujacic o un Ariza que si mejora en el tiro exterior puede ser a medio plazo el alero titular del equipo a base de intensidad defensiva y de su indudable despliegue atlético. Aventurar este camino plantea otra alternativa sugerente: Odom como sexto hombre jugando minutos como 3 pero también muchos como 4, con Gasol o Bynum descansando.

Odom, precisamente por su propia mentalidad, puede rendir mucho más gracias a la liberación de presión que le aportará la recuperación de Bynum y la integración total de Gasol. Puede ser en ese rol un ‘arma invisible’ mucho más eficaz que un Artest que plantea tantas dudas como esperanzas. Evidentemente es mejor defensor, pero Odom, si mejora su desplazamiento lateral, puede ser efectivo en la defensa del alero rival (y no todos son Paul Pierce, no lo olvidemos…) gracias a su envergadura. En cuanto al tiro exerior, de nuevo es evidente que Artest está má cualificado, si bien las estadísticas de las dos últimas temporadas arrojan un 38 y 35% para el de los Kings en triples por los 29 y 27% de Odom. Bien es cierto que Artest llegaría con una (teórica) mejor disposición competitiva y que tendría muchas posibilidades para tirar libre de oposición en un equipo en el que ni siquiera partiría como la tercera opción ofensiva.

En definitiva, los Lakers, que acaban de perder a Turiaf, no deberían tocar la base de un equipo absolutamente brillante en ataque y a la espera de mostrar su nivel verdadero con la inclusión de Bynum, que si sigue con su imparable progresión será uno de los pívots dominadores de la liga a medio plazo. Sólo si éste demuestra estar recuperado plenamente o si Odom no se acopla al puesto de tres, deberían, durante la temporada, tratar los lakers de buscar una operación en lo que los Kings querrían además meter el inflado contrato de Kenny Thomas (en torno a los 18 millones de dólares por las próximas dos temporadas). Por ahora mi apuesta es seguir igual y comprobar cómo encajan las piezas y cómo evolucionan los jóvenes valores del vestuario. Para los cambios, y más si plantean tantas dudas como las que ofrece un jugador tan conflictivo como Artest, siempre habrá tiempo.