Nadal ya está listo para ganar Wimbledon
Tomás de Cos
Apenas una semana separan las dos fotos que ilustran los dos primeros post de Matchball. En ambas aparece la imagen poderosa de un exultante Nadal, mordiendo el trofeo tras salir victorioso del último combate. Pero detrás de ello hay mucho más. El manacorí ha estrenado su palmarés en un torneo disputado sobre hierba, en Queen’s, a una semana del inicio del más ilustre torneo de tenis de la tierra: Wimbledon.
Una victoria que refuerza aún más, si cabe, su autoestima y que le sirve para poner más puntos de por medio con Novak Djokovic, su inmediato y más temible perseguidor. Pero significa algo más, supone un nuevo mazazo psicológico para el serbio, al que Rafa ya domina por un contundente 9-3 en sus enfrentamientos directos (4-1 en este 2008) y al que ha sabido mantener a raya en los tres últimos duelos, con el número dos del mundo en juego. Y es un aviso más para el suizo Roger Federer, que a pesar de haber sumado su quinto título en Halle, también sobre hierba (superficie sobre la que encadena 59 victorias consecutivas), no debe estar muy tranquilo con la tremenda evolución de Nadal sobre su superficie favorita.
Y es una gran noticia para el tenis español, que hasta hace bien poco miraba con recelo el mes de junio y a las pistas verdes. “La hierba es para que pasten las vacas”, comentaban muchos tenistas españoles y argentinos. Un dato es esclarecedor: ningún español ganaba un torneo sobre esta superficie desde que el gigantón Andrés Gimeno se proclamara campeón en Eastbourne en 1972. El otro, incluso inquietante: Nadal es el primero en la historia en ganar consecutivamente Roland Garros y Queen’s. Las grandes diferencias entre una y otra superficie, unida a la proximidad de ambos en el calendario, hasta ahora lo había impedido.
No es una casualidad y sus victorias sobre los bombarderos Karlovic y Roddick así lo demuestran. Nadal lleva más de año y medio trabajando duro para hacer su tenis más agresivo y su servicio más eficaz, para mandar más sobre la pista y acortar los puntos. Hemos asistido a una gran evolución en sus golpes. Desde el servicio -más natural, suelto y potente- hasta su revés cortado –ahora tan efectivo como seguro-, sin olvidarnos de su volea –con una sensacional facilidad para la dejada o stop volley-. Todo ello añadido con su mayor presencia dentro de la pista, lo que le hace terriblemente peligroso, y sin perder su capacidad de lucha y su solidez. Nadie falla menos bolas que Nadal, que parece estirar hasta el infinito su condición de frontón.
Ahora ha comenzado a recoger los frutos de ese esfuerzo sostenido en el tiempo. Los Nadal (Toni y Rafa) no dejan pie a la improvisación y no entienden otra fórmula que no sea la del esfuerzo y el sacrificio. El perfecto complemento para el gran talento natural del mallorquín, que además ya cuenta con la experiencia de las dos finales disputadas en la pista central del bello All England Tennis Club. Sus ganas y su impresionante efectividad en las finales amenazan el indiscutible reinado de Federer en Wimbledon. Nadal afronta en La Catedral el reto de igualar las hazañas de Björn Borg (1978, 79 y 80) y Rod Laver (1969), los únicos capaces en la Era Open de ganar de forma consecutiva en París y Londres. Su victoria en el club más antiguo del Mundo (Queen’s se inauguró en 1886) es un pequeño pero gran paso en la carrera de Rafa Nadal. Ya está preparado para reinar en Wimbledon.