Monfils dio la campanada ante Ferrer
Tomás de Cos
El tenis es impredecible, como a menudo inexplicables son las sensaciones vividas en primera persona. Si las de Almagro frente a Nadal no fueron nunca buenas –al talentoso murciano pareció maniatarle la espaciosa e imponente Philippe Chatrier- y nunca vislumbró el modo de jugarle al rey de Francia, algo parecido le sucedió a Ferrer frente a Gael Monfils. Otro gran tenista de la quinta de Nadal, que desde hace algunos años pelea por dar el salto definitivo en su vigoroso tenis.
El alicantino se dio de bruces con su propia receta, con un rival que esta vez pareció un ‘clon’ mejorado de sí mismo. Y ello, a pesar de que encontrar algún parecido físico entre ambos tenistas sería imposible o un milagro de claros tintes etílicos. Ayer Monfils fue tan incansable, tan agresivo y tan luchador como habitualmente lo es el de Jávea. Y a ello le sumó un temible servicio marca de la casa (anotó diez ‘aces’, por uno de Ferrer y sirvió a más de 220 km/hora) y un convencimiento pleno en sus posibilidades de éxito. No se arrugó. Ni por el escenario del duelo, ni por el hecho de jugar ante el quinto mejor tenista del mundo, ni por hacerlo sobre la superficie favorita de éste. Por cierto, que con su brillante victoria (6-3, 3-6, 6-3 y 6-1) impidió que Ferrer alcanzase el cuarto escalón de ese ilustre listado.
Gael Monfils protagonizó la jornada erigiéndose en el nuevo referente del tenis francés. De forma especial tras la renuncia de Richard Gasquet a jugar el presente Roland Garros por sufrir un exceso de presión. Desde que lo consiguiera el gran Sebastien Grosjean en 2001, con sus míticas protecciones en los tobillos, ningún otro jugador local se había clasificado para la penúltima ronda en el segundo Grand Slam de la temporada. ‘Chaupeau’ por el atlético tenista de color nacido en París, que se medirá en semifinales con Roger Federer.
Pocos, por no decir muy pocos, pueden presumir de su gran movilidad sobre la pista con su metro noventa y tres centímetros de altura. Su tenis agresivo y su corpachón desgarbado, propio de quien ha estirado mucho y muy deprisa, recuerdan algo al brasileño ‘Guga’ Kuerten, tres veces campeón en París y que en esta edición se ha despedido del tenis y del torneo que le hizo grande. Aunque dado el tamaño que han adquirido sus músculos, cada vez menos.
Monfils ha cosechado la victoria más brillante de su carrera y parece haber encontrado el camino correcto. Pero ningún sendero está libre de piedras y con la próxima que se topará sigue pareciendo casi una montaña a pesar de haber sido ligeramente limada por el viento, el agua y Rafa Nadal. Y si no que le pregunten al chileno Fernando González, que debió creerla casi superada con el 6-2 inicial.