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Nadal se estrelló en el frontón de Davydenko

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Jesús Mínguez

Crandon Park llenó sus 14.000 localidades para coronar al Latin Boy, al chico hispano de melena a lo Antonio Banderas, look pandillero con pañuelo en la frente y gestos de ganador. El chico al que, tras caer el descarado Djokovic, el emergente Tsonga, Don Perfecto Federer y el chaval de casa, Roddick, debía llevarse la copa de cristal que acredita al ganador del Masters Series de Miami, el Quinto Grande. Ese que se le resiste a los españoles.

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Invitado inesperado

Pero en la fiesta de Rafa Nadal se coló ayer el tenista anti-glamour del circuito. Nikolay Davydenko, el ruso que desencadenó el huracán de las apuestas ilegales en la ATP con su sospechosa retirada en Sopot, decidió reivindicarse en un gran escenario. Y Nadal lo pagó. Sufrió las descargas de ira del tenista de origen ucraniano. Se preveía un partido de fondo, jugado a fuego, pero lo que no se esperaba es que Davydenko fuera un frontón. Que lo devolviera todo y bien. Que su porcentaje de puntos ganados con primer servicio se elevara a un 80%, que se tirara a matar a la red en cuanto veía resquicio, que su derecha cruzada viajara como un obús.

Nadal, que siempre sale a morder para lograr una rotura cuanto antes, vio ya cómo en el tercer juego Davydenko lograba el break (2-1). Se lo devolvió (2-2), pero no minó la confianza del hombre al que evitan los patrocinadores. A la sombra rápida y astuta que estropeó la coronación de Nadal ante la predispuesta grada de Miami. El ruso logró otra ruptura para 4-3 y dejó claro que iba en serio. La primera manga se cerró en 6-4.

En la segunda, en un visto y no visto ya iban 4-1 y el 6-2 tardó poco en caer. "Davydenko jugó increíble. Y ante eso no hay nada que hacer", resumió lacónico Nadal, que sale de Miami con más puntos sobre Djokovic y menos en su carrera por alcanzar a Federer. Pero sin el trofeo. El invitado sorpresa a la fiesta impidió que acabara con nueve meses de sequía.