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Movimiento sísmico en el Oeste

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Febrero acustumbra a dejar noticias jugosas, rumores en fechas más o menos cercanas al All-Star y carreras en busca del trade con la fecha límite pisando los talones. Resultados que van del fiasco al ring trade, el soñado movimiento que hace campeón al aspirante. Pero lo de este 2008 se lleva la palma. Entre traspasos hasta cierto punto menores (en proporción a lo que ha generado el mercado) como el de Bibby a Atlanta Hawks (si Bibby rinde formará un gran quinteto junto a Johnson, Smith, Williams y Horford), y rumores como el de un nuevo éxodo significativo en Memphis (¿Miller a...Denver?), la salvaje Conferencia Oeste convulsiona ante tres movimientos que buscan el jaque-mate a los campeones Spurs. Primero fue el salto de Gasol a los Lakers, al que se han unido dos zancadas mayúsculas desde el Este: Shaq a Phoenix y Kidd de vuelta, tanto tiempo después, en Dallas.

Porque, esencialmente, parece que San Antonio Spurs remueve un terror casi atávico en sus rivales, que temen sacudir a los tejanos en temporada regular sólo para acabar engullidos por la máquina de Popovich y su particular y bien complementado big-three (Parker, Ginobili, Duncan) cuando llegue la hora de la verdad.

A la cabeza de ese pánico febril están los Suns, especialmente tras su tremenda derrota en la eliminatoria (léase final anticipada) de los últimos playoffs. Y quizá haya influido esto más incluso que la llegada de Gasol a Lakers para que los Suns afronten un movimiento en cierto modo contra natura. Seguramente, hay un plan a la espera de revelarse como fútil o como la solución final para terminar con la sequía en Arizona.

Por un lado, el rearme moral de Phoenix parece un hecho. Innegable cuando el Gran Aristóteles levanta toda su humanidad y enseña su anillo de campeón a un enfervorecido US Airways Center. Dice que está enfadado y tiene por aval la mala costumbre de cumplir sus promesas y salir airoso de órdagos a grande del tamaño del que lanzó cuando llegó a Miami.

Pero las dudas residen en el aspecto deportivo. O'Neal, en el declive de una carrera fabulosa, parece la antítesis del juego centelleante de Phoenix, que pierde a Marion, otrora representante de su frenética versión del run and gun pero, de un tiempo a esta parte, enfadado con el mundo por temas contractuales y deportivos. Llega Shaq y la apuesta pasa porque asuma su nuevo rol. Nash y Amare seguirán funcionando con sus determinantes dos contra dos, y Barbosa o Bell resolverán muchos ataques que O'Neal verá prácticamente desde su canasta. Pero habrá sistemas para él, y su aportación, a nada que concentre lo mejor que aún puede ofrecer, puede volver a ser esencial en los dos lados de la pista. Sobre todo si los playoffs reservan un nuevo enfrentamiento ante ese emblema de competitividad que llega de Tejas, viste de negro, y acostumbra a no ser favorito en febrero y ponerse anillos en junio.

Mientras, en Dallas, también parece haber mucho de psicológico en el regreso de Jason Kidd casi tres lustros después. Otro jugador de trayectoria legendaria, que de hecho se hará la foto de su triple-doble número 100 con la camiseta de los Mavs, pero en declive físico a pesar de que este año tira peor que nunca pero produce a un ritmo imparable. Quiere el anillo y sabe que el tiempo se acaba, así que se alista junto a un Mark Cuban dispuesto a cerrar una herida que se abrió no tras la marcha de Kidd a Phoenix sino con la salida de Steve Nash con el mismo rumbo.

Pero hay dudas sobre la conveniencia del fichaje para un equipo encerrado todavía en los traumas heredados de una final perdida cuando parecía en el bolsillo y de una derrota en primera ronda tras una temporada regular estratosférica. Obviamente Kidd es uno de los grandes bases de la historia y sus prestaciones parecen superiores en el corto plazo a las que ofrecía Devin Harris, pero quizá la duda esté en el rendimiento físico de Kidd cuando llegue la hora de luchar por un anillo tan esquivo antes como cotizado ahora.

Los movimientos sísmicos de febrero provocarán réplicas en las próximas semanas y, en mayo, un verdadero terremoto de consecuencias impredecibles en un Oeste que ya era de por sí pura pólvora: Spurs, Suns, Mavericks,Lakers, Jazz, Hornets, Nuggets, Warriors, Rockets... nueve equipos luchando por ocho plazas por las que incluso amenazaron con suspirar unos Blazers de realidad diferente y reconstructora. La temporada regular promete un final de pura foto-finish, con saltos importantes vinculados a un número de victorias que se podrá contar con los dedos de un mano. Si es de riesgo extremo apostar en torno al posicionamiento en la recta final de la regular season, ¿quién se atreve a hacer apuestas de cara las eliminatorias por el título?