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Todos mirando a Boston

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Boston Celtics. Todo el mundo elucubra, debate y profetiza en torno a Boston Celtics. Para bien o para mal, el equipo que va a marcar la temporada 2007/08. El 'big three' definitivo, poco menos que la alineación de los planetas. El eterno Paul Pierce junto al tiro más elegante y demoledor de la liga -Ray Allen- y junto a uno de los tres mejores jugadores de la última decada, Kevin Garnett. KG, Big Ticket. 30, 32 y 31 años. Los tres ante su gran oportunidad de conquistar el anillo, algo con lo que Garnett ha soñado desde que Kobe y Shaquille se cruzaron en su camino cuando los Timberwolves olían a campeones. Era el año de Cassell, Sprewell y compañía.

Pura excitación desatada, el TD Banknorth Garden saludó a la nueva temporada con el orgullo de la bestia renacida, entre rugidos y pancartas en las que se leía "¿es demasiado pronto para pronosticar un 82-0?". De arranque, los Celtics amasaron ocho victorias consecutivas hasta que se cruzó en su camino un titán llamado Dwight Howard. Nueve partidos, 8-1 y la mejor defensa de la liga, que concede a los rivales sólo 89 puntos por los más de 102 que firman los verdes, 64 de ellos equitativamente repartidos entre los tres grandes. Boston reparte casi 24 asistencias y domina el rebote de la mano del irresistible Garnett. Quizá algunos, tras su última etapa en los grises Wolves, habían olvidado lo bueno que es. Lo increiblemente bueno que es.

Así que las cosas marchan y Doc Rivers ha superado el examen inicial. Los Celtics parecen un equipo, defienden con intensidad, conjugan egos en ataque y tienen el ingrediente extra de quien quiere reivindicarse en cada partido. Aún así, las sospechas perseguirán a este equipo durante toda la temporada, especialmente cuando lleguen las eliminatorias. Entonces, muchos esperarán su eliminación afilando el cuchillo. Especialmente aquellos que no se quitan de la boca la relativamente recurrente comparación con los Lakers que juntaron a Kobe, Shaquille, Payton y Malone con nefasto resultado.

Pero el hecho es que Boston es un equipo en el que son tan evidentes sus puntos débiles como sus descomunales posibilidades, que pasan evidentemente por el 'Big Three'. Con los tres en forma, en sintonía y con sobredosis de motivación, el ataque celtic roza la indefendible. Si te tapas la cabeza, te destapas los pies. Si cierras filas sobre el inmenso Garnett, puede que liberes un metro allá donde Allen aguarda con el cañón preparado. Un metro que es mucho más de lo que el escolta necesita para anotar. O quizá estés dando pista libre a la incombustible elegancia de Pierce, capaz de anotar desde cualquier posición, con cualquier variante ofensiva. Si el puzzle no se desmorona en el camino de espinas de la temporada regular, hay equipos que pueden ganar a Boston en playoffs. Pero esos mismos equipos también pueden perder con Boston. Es tan sencillo como eso.

Las primeras dudas en torno a esta plantilla giran alrededor de los convidados de piedra del quinteto inicial, los que pueden ser desequilibrantes, para bien o para mal, en el momento decisivo. El base Rajon Rondo va dejando apuntes para la esperanza. Es muy joven, apenas un sophomore. Es rápido como un demonio, también impreciso y algo difuso. Pero parece en la buena senda. Se está esforzando por mejorar su deficitaria suspensión, a la que puede sacar mucho partido por la libertad que le van a conceder las defensas rivales. Y lo está haciendo con un profesor como Ray Allen. De momento, en partidos como el de Orlando demostró mejoría en este aspecto y, seguramente,jugar con tres jugadores de tanto calibre le ayudará a implementar también su lectura de los partidos. Necesita toneladas de trabajo para ser útil en playoffs, pero de momento ya ha mejorado sus números de la pasada temporada hasta situarse por encima de los diez puntos y las cuatro asistencias.

Así que el verdadero agujero negro es el puesto de pívot. Ni con un exceso exagerado de optimismo se puede creer en la valía de Kendrick Perkins. De él se espera defensa, kilos en la zona, no fallar bandejas y aportar en apartados intangibles como la intimidación. Más allá de la estadística de tapones, Perkins no aprovecha su físico para forzar fallos en tiro de los rivales. Su debilidad, además, obliga a Garnett a defender muchos minutos a los pívots rivales, lo que pone en riesgo el físico de KG, le hace más vulnerable en cuanto a faltas personales y le obliga a un esfuerzo desmesurado qu repercute en su rendimiento ofensivo. Su primer recambio, Scalabrine, tampoco es un pívot de garantías ni un jugador con el perfil que necesita el equipo, mientras que el rookie Glen Davis está más verde que su camiseta. En ese cuestionado banquillo no hay grandes soluciones, si bien el backcourt puede contar con minutos valiosos de Eddie House, un base con buen tiro y movimientos particulares heredados de su pasado como escolta, y Tony Allen, en pleno proceso de recuperación física. Y, por supuesto, se puede contar con James Posey, otro ilustre treintañero que es pieza fundamental como especialista defensivo. Y quien no lo crea que pregunte en Miami, donde le echan de menos desde el día que se fue.

Así que el mundo se ve de distinta manera para unos aficionados que asistieron la pasada temporada a un desmoronamiento de 18 derrotas consecutivas que dio con los huesos de Boston en la segunda peor marca de toda la NBA, también la segunda peor en la historia de la franquicia. Danny Ainge se ha movido a lo grande, ha apostado por el corto plazo, y ahora llega el momento de observar el resultado. Queda ver si el equipo mantiene el ritmo con los tres del 'big three' jugando en torno a 40 minutos por partido. El título del Atlántico parece un objetivo tan innegociable como seguro. La verdadera batalla será por el cetro del Este. Por ahora, el actual campeón parece todavía más limitado y dependiente de LeBron que la pasada campaña. Detroit parece incapaz de maquillar el hecho de que sus estrellas tienen un año más, y Chicago vive en un proceso de descomposición que acabará en desastre total o en temible rearme, con o sin Kobe, con o sin Pau. Ahora mismo apuntan muy alto los jóvenes y frenéticos Magic, pero quedan muchos meses para los playoffs y quizá se trata de un equipo que todavía tiene que madurar su poso ante las grandes batallas. Si Boston llega en condiciones de sortear todos estos obstáculos, se enfrentaría a la gran prueba ante uno de los gigantes de la liga. O San Antonio, el rival a batir cuando acaben las batallas de la temporada regular y empiecen las grandes guerras; Phoenix, ante una de sus últimas oportunidades con un ojo puesto en la espalda de Nash y el otro en las rodillas de Amare; y Dallas, que además de a sus temibles rivales deberá enfrentarse a sus demonios en los playoffs. Houston, New Orleans o Utah parecen un escalón por debajo. Pero, por ahora, Boston ha conseguido que su camiseta vuelva a ser temida y su pista una caldera. Y, sobre todo, los Celtics han conseguido que todas las miradas se fijen de nuevo en ellos.