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Federer y Ferrer merecieron la final

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Tomás de Cos

No habrá final española en la Copa Masters de Shanghai. Ferrer cumplió con su parte desnudando al bombardero Roddick (6-1 y 6-3) pero a Nadal se le volvió a atragantar 'Mr Perfecto', que en dos encuentros -Davydenko y Roddick- se recuperó de la derrota inicial ante González y acabó aplicándole su temible rodillo (6-4, 6-1) en menos de una hora de partido.

El duelo más esperado de todos acabó descafeinado. El Qi Zhong Stadium por fin albergó a los 15.000 espectadores para los que tiene cabida. La épica, el dramatismo y la lucha encarnizada que los primeros de la clase han ofrecido en múltiples duelos se tornó en monólogo tras el desenlace del primer set. Hasta entonces la cosa anduvo muy igualada. Los servicios imponían el ritmo de juego, con una efectividad superior al 80% en ambos casos, y los puntos se sucedían con rapidez. Sin los largos y duros intercambios de otras veces. Una clara ventaja para el más virtuoso del circuito, que atacó incansable la red y encontró muchos golpes ganadores.

Tan sólo Nadal dispuso de una bola de break en el séptimo juego pero el de Basilea no titubeó y acabó pegado en la red después de haber desplazado al manacorí. Ni siquiera debió volear ya que Nadal malogró el intento de passing shot. Una oportunidad perdida a la que debió darle muchas vueltas Nadal, a tenor del resultado ulterior. Federer blindó su servicio -anotó 7 aces en el primer parcial y 11 en total- desde entonces y convirtió en imposible una nueva alegría de Nadal. Y antes ya había avisado que estaba fino porque en el quinto juego levantó un 0-30 en contra con cuatro saques directos consecutivos.

Cuando todo apuntaba a que el primer set se decidiría en la muerte súbita, Roger Federer incrementó la presión al resto. Un cambio de ritmo con el que apuntaló los cimientos de su victoria. Mandaba 5-4, puso en juego todos los restos y su derecha hizo estragos. A la segunda oportunidad de las tres de las que dispuso (15-40) cerró a su favor una primera manga muy igualada hasta ese momento. El de Basilea sólo se anotó cuatro puntos más que el duro fajador nacido en Manacor.

Nadal encajó mal el golpe moral y no supo remontarlo. Para cuando se vio con fuerzas de ponerse con 30-0 al servicio y gritar uno de sus habituales ¡vamos! ya perdía por 6-4 y 5-0. Federer estuvo inalcanzable en el arranque del segundo set. Ganó trece puntos de forma consecutiva (3-0 y 0-15 con servicio del español) y era el dueño y señor de la pista. Jugaba muy profundo y variado, acortando los intercambios con feroces subidas a la red, encontrando un ganador detrás de otro. Y a Nadal, muy lejos de la línea de fondo, no le bastaba con sacar lo máximo de sus potentes piernas.

Por dos veces (2-0 y 4-0) rompió con suma facilidad el saque del español, que ya no encontraba tantos primeros servicios y sufría tratando de achicar agua bajo el intenso ciclón de juego de 'Mr Perfecto'. Nadal, como le ocurriera a Roddick en el último partido de la fase de liguilla del grupo rojo, se tuvo que conformar con salvar el dudoso honor de evitar el rosco. Porque con 5-1 y su servicio el suizo no iba a complicarse el encuentro. A pesar de los dos buenos pasantes encontrados por Nadal en ese séptimo juego, el servicio volvió a reivindicarse como su arma letal.

La deseada final española se deshizo lentamente a lo largo del segundo parcial a ritmo de golpe ganador del suizo. Roger Federer, herido en su orgullo, sacó de la chistera el mejor tenis de la semana para endosarle un duro 6-4 y 6-1 a Rafa Nadal en 59 minutos. Y nada cabe reprocharle al bravo tenista español, que nunca bajó los brazos. La mejor raqueta del mundo aplicó un severo correctivo a su ya eterno rival.

Ferrer mostró su mejor cara

Una vez más David Ferrer dejó boquiabiertos a propios y extraños. El alicantino sigue contando sus encuentros en el torneo de maestros por victorias. Nadie salvó él suma cuatro victorias y nadie ha demostrado mayor adaptación a la pista y a sus distintos rivales. El de Jávea hace sencillo lo que se antoja casi imposible, el arte de restar. Y como ejemplo sirva decir que sólo ha perdido un set frente a Nadal.

Ante un Roddick en gran estado de forma, aunque algo tocado tras la enésima derrota ante Federer, demostró que no es casualidad que la estadística le señale como el mejor restador de la ATP. Tiene un don especial para anticiparse al tiro de su rival y volcarse sobre la bola para ponerla en juego con ventaja.

Incluso ante un gran cañonero como Roddick, que en el primer servicio ya sacó por encima de los 220 km/h. Pero de poco o nada le sirvió al de Nebraska despeluchar cada bola ante la eficacia restadora de 'Ferru', que volvió a mantener virgen su servicio.

Y es que sin ser un diez en nada, Ferrer es un ocho u ocho y medio en casi todo. Desde el fondo de la pista se mueve como pez en el agua, lo que acabó advirtiendo pronto Roddick, y también es un excelente pasador, lo que fustró aún más al norteamericano. Su revés es un seguro de vida y su derecha un cuchillo afilado con el que incide y reincide sobre los puntos débiles de sus rivales.

Roddick fue un muñeco en manos de un niño jugón. Ferrer se apoderó del servicio del chico que ostenta el récord de velocidad en esta especialidad en tres de las cuatro ocasiones en las que disfrutó de la iniciativa de poner la bola en juego, dejando al desnudo sus debilidades. En especial el juego de fondo y su "torpe" movilidad. Con el 4-1 Roddick incluso pidió la presencia del fisioterapeuta en la pista.

Con el primer set en el bolsillo Ferrer mantuvo la concentración y la intensidad. Sumó su séptimo juego consecutivo con su saque a pesar de cometer dos dobles faltas. Y el respiro le duró poco a Roddick, que salvó dos de sus servicios (hasta el 3-2 y pasando apuros para igualar a dos tras desaprovechar un 40-0) hasta volver a estrellarse con el muro alicantino en el tercero. El acierto de Ferrer y sus propias prisas condenaron a Roddick (4-2) gracias a un nuevo passing cruzado de revés.

Pero si mérito tuvo la facilidad con la que Ferrer despojó a Roddick de su mejor arma hasta en cuatro ocasiones, especial relevancia tuvo su forma de confirmar el último break. Porque los nervios le habían enganchado demasiado al verse con la responsabilidad de rematar el choque con su servicio. Pero su casta, su coraje y su inteligencia agarrándose a la pista le permitieron remontar un inquietante 0-40 en contra, con el que el partido quedó definitivamente sentenciado (5-2). Incluso en la mente del norteamericano, que tampocó supo sacar provecho de la ansiedad del español -dos nuevas dobles faltas incluidas- en el último y definitivo juego.

Una brillante victoria que afianza un poco más la autoestima del tenista más en forma -junto a Nalbandián- de este final de temporada y que le sirve para subir un nuevo peldaño (adelanta a Roddick en la clasificación) en la élite del tenis mundial. La final es un merecido premio para el gran año de David Ferrer. Y aunque las estadísticas le dan pocas opciones ante Federer, el de Jávea no siente inferior y no se arruga ante nadie. Por ganas, confianza y piernas no será. Está en condiciones de hacer la machada.