El Masters Madrid se queda sin españoles
Antonio Jiménez Charcos
El viernes resultó una dura jornada para ‘La Armada’ en el Madrid Arena. David Nalbandián destrozó a un Nadal desconocido (6-1, 6-2) y Federer eliminó a un sobresaliente Feliciano López (7-6, 6-4).
De nada le sirvió a Nadal haberle ganado a la play-station toda la semana, ni haber compartido con el argentino numerosos entrenamientos. En la central del Mutua Madrileña Masters Series Madrid se medían por primera vez y no cabía la piedad. Así es el deporte. El resultado se convertía por vez primera en la mejor crónica posible del duelo: 6-1 y 6-2 en apenas una hora y diez minutos.
Nalbandián volvió a ser el talentoso tenista que doblegó a Federer en la final de la Copa Masters de 2005 y Nadal “dificilmente pudo jugar peor”. De otro modo no se entiende que el número dos del mundo encajara nueve juegos consecutivos. Así lo reconoció el manacorí en la rueda de prensa, en la que desveló que no sentía bien la bola y que saltó a la cancha sin un plan claro de juego. Anduvo lento, jugó corto, sin sus habituales bolas pesadas, con problemas en el saque y sin encontrar la luz en ningún momento. Un partido para olvidar que no debe esconder sus dos buenos primeros encuentros, ante Marcos Baghdatis y Andy Murray. A ver qué ocurre en París.
Mucha mejor imagen dejó Feliciano López ante Míster Perfecto a pesar de caer por 7-6 y 6-4. El toledano se encontró cómodo en la pista madrileña como ya demostrara en 2002 ante el mismísimo Andre Agassi. Pero a pesar de que su servicio funcionó a la perfección y de que buscó con insistencia el revés del suizo y la red, no fue suficiente ante el número uno. Con la naturalidad y suficiencia que le caracteriza Federer restaba dentro y largo cada zambombazo que no acababa en ace (11 anotó en el partido). Y acto seguido tomaba la iniciativa para mover al español hasta encontrar el hueco oportuno donde colocar la pelota definitiva. Sin despeinarse, sin perder nunca la tranquilidad. Como el gran cazador que es sabe adaptarse al terreno (ama esta superficie indoor) y a su rival (Feli le había robado un set en el US Open) y encontrar con sigilo el momento para dar el zarpazo definitivo.