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El triunfo de Plaza

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La victoria del Real Madrid en la Liga ha supuesto un premio tanto para el club como para una forma de ver el baloncesto. El logro personal de Plaza supondrá un apoyo importante para los entrenadores de clubes españoles que tendrán en el catalán una referencia de virtud, trabajo y éxito de un técnico que ha trabajado en todos los escalones.

Cuando Antonio Martín y Alberto Herreros decidieron contar con Joan Plaza ya habían obtenido el ‘no’ de dos prestigiosos entrenadores como Repesa y Aíto García Reneses tras la marcha de Maljkovic. El hasta entonces segundo entrenador del serbio se había planteado marcharse del club para ser primer espada pero en la LEB no había recibido ninguna oferta y llegó a plantearse aceptar una propuesta llegada desde la lejana Ucrania.

Sin embargo, desde que asumió el cargo se decidió a confeccionar una plantilla a su imagen y semejanza. Plaza, quien como modesto jugador había ocupado el puesto de base, orientó su Real Madrid hacia el juego de conjunto en el que todos trabajaban y todos asumían sus roles. El primer paso consistió en fichar a dos bases de calidad y experiencia –Raül López y Tunçeri- para librar a Bullock de subir el balón y posteriormente se hicieron con los servicios de Charles Smith, un refuerzo consistente alejado del individualista Rakocevic, del que Plaza siempre respondió que probablemente “no se le echaría tanto de menos” para terminar apuntalando un grupo que ya conocía desde dentro.

Con la complicidad de una plantilla que asumió desde el primer momento la idea de su técnico ha ido progresando hasta ganar tres títulos -se tomó muy en serio el Torneo de la Comunidad de Madrid- a pesar de algunas rachas negativas del equipo. Plaza no se ha cansado de asumir su responsabilidad y errores cuando ha sido necesario, pero tampoco se ha acobardado cuando ha tenido que reclamar a sus jugadores un mejor juego o entregarse más en determinadas tareas.

Una idea contagiosa
Su perfil bajo no le ha eximido de responsabilidades porque él mismo se las ha puesto sobre las espaldas, aunque sí que le ha impedido tener los mismos ‘privilegios’ que otros entrenador de alto nivel en ciertos momentos, como cuando los árbitros han sido menos permisivos con sus gestos.

Al fin y al cabo, el tercer debutante que ha ganado la ACB es de esas personas que no buscan la confrontación pero que dejan bien claros sus pensamientos. Inteligente, comedido o vehemente cuando la situación lo requería, con humildad pero sin humillarse, tratará de mantener su filosofía en su segunda campaña con la tranquilidad del respaldo de su primer año pero con la presión mayor de alguien que se autoerige tanto o más que a sus discípulos. Eso sí, parece que sus vacaciones serán más placenteras de lo habitual, aunque a buen seguro desconectará del baloncesto que tanto quiere y que al fin le ha correspondido en el ámbito deportivo –en el personal ya sabemos que su cuñado es Salva Maldonado-.

En definitiva, Plaza se merece un gran reconocimiento porque aceptó un reto del que ha salido con buena nota y ha rescatado al Real Madrid como un grande del baloncesto, objetivo que se quedó en el camino de técnicos anteriores con más pedigrí.