La marcha de Bodiroga
Dejan Bodiroga anunció esta semana su retirada del baloncesto internacional y con él se marcha el emblema de otra época del baloncesto como la última estrella que rechazó la oportunidad de jugar en la NBA. A cambio, el serbio ha sido el puntal más destacado de algunos de los mejores equipos del viejo continente y uno de los jugadores europeos más laureados de la historia.
Bodiroga destacaba por ser uno de los baloncestistas con mejor técnica de los últimos años y porque desde su polivalencia se convertía en un jugador imposible para sus rivales. Podía subir el balón y organizar como base, buscarse un hueco en la pintura cuando su defensor era más bajo o recurrir a su tiro en las posiciones exteriores, pero siempre desde la base de su inteligencia e inigualables recursos.
Señalado como un jugador lento (especialmente en su última época) siempre se recurrió a esta característica para vaticinar que no triunfaría en la NBA –fue seleccionado en el número 51 del draft por Sacramento en 1995 pero nunca llegó a estar cerca de compartir equipo con su compatriota Peja Stojakovic-. Sin embargo, su ritmo pausado escondía su inigualable talento: Dino Meneghin aseguraba que era "rápido" y que sería el "mejor jugador en los noventa". De hecho, su compañero en el Barcelona, Juan Carlos Navarro (otro genio del ataque) reconocía que incluso estudiando sus jugadas en los entrenamientos y esperando sus movimientos resultaba imposible detenerle. De hecho, el escolta catalán aprovechó sus años juntos para intentar imitar el famoso "látigo" de Bodiroga o su paso atrás en plena carrera.
En la Final Four volvió a tener la responsabilidad final de los tiros libres en los últimos instantes y entonces se vio como Obradovic celebraba moderamente la consecución de la Euroliga antes de que se efectuaran los lanzamientos. Según el técnico balcánico, estaba seguro de la victoria “porque Bodiroga no fallaba un tiro libre desde la Segunda Guerra Mundial”.
Pero este tipo de 2,05 con cara de niño, aparentemente frágil, religioso y peinado con raya al medio también tenía “sangre caliente” en los partidos clave. Ya lo decía su ex compañero, Arturas Karnishovas: “Parece tímido e introvertido, excepto en la cancha”. Así, los seguidores de Trieste, Milán, Madrid, Panathinaikos, Barcelona y Roma respondían de inmediato cuando el serbio alzaba sus brazos en busca del apoyo del público cuando las circunstancias apretaban y todos recordarán sus canastas decisivas y sus inmediato llamamiento a sus seguidores en el antiguo Palacio de los Deportes, en la puerta 13 del OAKA, en el Palau o en la curva Ancillotto de Roma.
Nos quedamos sin la lucidez y habilidades de Dejan Bodiroga en la cancha porque inicia una nueva etapa. "No me planteo para mí un futuro como dirigente en Belgrado o en Roma, pero lo que seguro que no haré es ser entrenador", ha adelantado el astro serbio, que ahora tendrá más tiempo para sus actividades humanitarias, quedar con sus amigos Danilovic, Rebraça o Radja y disfrutar de su otro deporte favorito: el fútbol.