"El tenis necesita gente con el carácter de Nadal"

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"El tenis necesita gente con el carácter de Nadal"

Texto: Jesús Mínguez | Foto: Carlos Martínez

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John McEnroe (Wiesbaden, Alemania, 16-02-1959) pasó por Madrid para disputar el Masters Sénior, donde dejó destellos del revés letal y la perfecta volea que le sirvieron para ganar tres veces Wimbledon y cuatro el Open USA. También protestó, claro. Él siempre será el 'bad boy' del tenis.

¿Se siente ahora más querido que cuando jugaba, Mr. McEnroe? Sigue despertando pasiones allá donde va...
Bueno, el público, los que eran niños hace veinte o treinta años ya han entendido el deporte de otra manera, como un gran espectáculo, y reaccionan de otro modo. Han entendido cómo soy yo. La gente se relaciona ahora con nuestro mundo de otra forma porque los deportistas trascienden al deporte. Además, a diferencia de cuando jugaba, el público sabe ya cómo es mi personalidad.

(El Palacio de Deportes acaba de despedirle con una ovación cerrada tras impartir una clase magistral ante Mats Wilander. McEnroe tarda poco en cambiarse de ropa: chupa de cuero, tejanos desgastados, zapatillas de camuflaje raídas y discreto pendiente en el lóbulo izquierdo. Una cervecita -americana- para soltar tensión y está listo para las preguntas).

El año pasado, cumplidos ya los 47 años, ganó un torneo de dobles en San José. Se le ve muy fino. ¿No le apetecería jugar algún individual?
No, sería muy difícil para mí. Estamos ya en otros tiempos, el tipo de tenistas es totalmente diferente. Sólo hay que mirarles los bíceps. Definitivamente no, si hasta en el circuito sénior a veces me cuesta cuando van llegando tenistas más jóvenes

Usted protagonizó dos de las rivalidades más grandes del tenis. Frente a Bjorn Borg y contra a Ivan Lendl. ¿Cuál fue más duro?
Mi rivalidad con Borg fue muy fuerte, muy excitante, mientras que con Ledl ya estábamos ante el inicio de los cambios en el tenis, con jugadores más fuertes y grandes. Se iba configurando el tenis poderoso de ahora. Aunque los dos fueron jugadores de otra galaxia, frente a Lendl se me hizo más duro porque yo dependía más de lo que hicera el rival.

Con Borg mantuvo duelos que trascendieron fuera de las canchas. Sin embargo, no dudó en telefonearle para disuadirle cuando el año pasado se enteró de que iba a vender sus trofeos de Wimbledon. Cuente, por favor.
Sí, lo hice porque es un buen amigo y me preocupó lo que quería hacer. No podía dejar que estuvieran por ahí los trofeos que tanto le costó ganar sobre la pista y en los que yo tuve tanto que ver (perdió frente a él la final de 1980 con un tie-break en el cuarto set de 34 puntos y 22 minutos y luego ganó al sueco la de 1981). Intenté convencerle y creo que al final tomó la mejor decisión, que fue la de conservarlos.

¿Cómo recibe Wimbledon ahora a McEnroe? En 1989 llegó a ir escoltado por nueve policías
Bueno, fueron tiempos muy emocionantes (esboza media sonrisa) Ahora me gusta ir porque yo amo a Wimbledon, disfruto sin la presión de jugar, me divierte y siento más cariño que antes, evidentemente. Pero al final los importantes son los que están sobre la pista. Ya no lo somos tanto los que un día fuimos allí campeones o protagonizamos grandes partidos.

¿Antes de usted el tenis era demasiado serio? ¿Estaba demasiado alejado del pueblo?
Creo que a mucha gente que acudía a las pistas le hacía falta comprender que el carácter, la personalidad, es muy importante para este deporte. Quizá eso fue algo que yo contribuí a aportar. Ahora el tenis va en la misma dirección que la gente.

¿Qué opinión tiene sobre Roger Federer? ¿Llegará a ser el mejor de la historia?
Él ya es uno de los grandes, de los mejores. Pero para decir que es el mejor de todos los tiempos debe ganar Roland Garros y no veo que ahora mismo esté en condiciones.

¿Qué le falta para ganar en París?
Podría hacerlo, claro, pero su juego no es de tierra batida, no tiene esa base y es difícil conseguirla. Será muy complicado para él y yo le doy el plazo de este año y el próximo. Si no, se le hará ya muy cuesta arriba. Y delante está Nadal.

¿Y a usted, qué le faltó para ganar Roland Garros?
Pues fíjese que de júnior la tierra batida era la mejor superficie para mí, sobre la que me sentía más cómodo. Pero comencé a ganar torneos en otro tipo de pistas y adapté mi juego a ellas. Luego era ya muy complicado cambiar de registro para brillar sobre tierra. En cualquier caso, estuve cerca en 1984, pero Lendl me remontó dos sets. Lo rocé.

¿Y Rafa Nadal? ¿Cómo analiza su explosión?
Está lleno de energía y eso me encanta. Su juego transmite emociones y su estilo es diferente al de la mayoría de los jugadores. El tenis necesita de gente con el carácter de Nadal.

El español está domando un poco su furia. Por ejemplo, celebra menos sus puntos. ¿Es correcto?
Pues a mí me gusta cómo celebra sus victorias, cómo se desenvuelve sobre la pista. Él se muestra natural, como es, como me mostraba yo cuando estaba en activo. Su personalidad es así y debe mantenerla.

¿Llegará Nadal a ser número uno con Roger Federer en activo?
Será muy difícil, aunque no me atrevería a decir que no. Por un lado debe mejorar algo su juego, seguir trabajando, y, por otro, hay jóvenes que ya vienen avisando desde atrás.

¿Qué opinión tiene sobre los otros españoles?
España tiene grandes jugadores, no sólo Nadal. Se está haciendo un gran trabajo con ellos, hay muchos y ya no sólo dan batalla sobre la tierra. Cada vez son más solventes en todo tipo de superficies.

Usted ha ganado la Copa Davis en cuatro ocasiones y ha sido capitán. ¿Qué le parecen las renuncias a jugarla?
Me cuesta entenderlo. Para mis padres era un orgullo que su hijo jugara para su país en la Copa Davis, sobre todo porque antes el tenis no formaba parte de los Juegos Olímpicos, y para mí era un placer. Pero los tiempos cambian y para algunos jugadores esto se ha convertido en un trabajo.

Por cierto, ¿se imagina el Ojo de Halcón (sistema de repeticiones para bolas dudosas) en su época? John McEnroe no hubiera sido el mismo
Pues fíjese que me parece un buen invento. Me habría venido muy bien, podría haber jugado mejor tenis y habría protestado menos bolas. ¡Qué pena que no llegara antes!