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El gran Papaloukas

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En los últimos tiempos hemos asistido a los mejores momentos de uno de los grandes directores de juego del baloncesto mundial. El griego Theodoros Papaloukas ha dado clases de inteligencia y astucia al tiempo que llevaba a todos sus equipos a las cotas más altas. Ahora, ha recibido el justo premio a mejor jugador europeo del año tras proclamarse campeón de la Euroliga y subcampeón del Mundo.

Muchos podrán decir que el premio de la FIBA debería haber sido para uno de los ‘Golden Boys’, pero la trayectoria y logros del ateniense son suficientes como para considerarle el mejor de 2006. En primer lugar, llevó al CSKA de Moscú a la victoria de la Euroliga. Un año después de fracasar en la ‘final four’ que albergaron en Rusia el equipo se clasificó entre los cuatro mejores sin David Andersen y con el Maccabi de Tel Aviv como favorito. El griego fue la batuta del director Ettore Messina en Praga y destronaron al equipo israelí con 18 puntos del base.

Pero lo que tiene Papaloukas va más allá de los puntos y las estadísticas. Su astucia, su trabajo y su capacidad para leer los partidos le han llevado a ser uno de los jugadores más apreciados por sus entrenadores. Bien lo sabe Panagiotis Giannakis –otro destacado base en sus tiempos-, quien en la selección griega le permite sentarse unos minutos el inicio de los partidos para que analice a sus rivales. ‘Theo’ escruta a sus enemigos y selecciona la mejor estrategia para que su equipo desarrolle el mejor juego. Luego, con su velocidad de manos roba balones, distribuye asistencias a sus compañeros en los momentos clave y, sobre todo, es el líder al que todo el grupo acude cuando necesitan una luz que les guíe.

No podemos olvidar la espléndida actuación con su selección este verano ante Estados Unidos. En Japón se esperaba que norteamericanos y españoles se las vieran en la final, pero el base-escolta comandó a su selección con su magnífica defensa y ataque ante estrellas como LeBron James, Carmelo Anthony o Dwyane Wade.

En definitiva, el premio a Papaloukas no es sólo el reconocimiento de toda su trayectoria deportiva sino también el último logro de otro de sus grandes años. Deberíamos dar gracias a aquella selección griega que ganó el Eurobasket de 1987 a la Unión Soviética porque consiguió que le picara el gusanillo a uno de los mejores jugadores europeos de la última década. Sólo falta que su amigo Mihalis Kakiouzis le convenza para que juegue en España.