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El pívot que hace escuela

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Luis Scola se ha convertido en un auténtico lujo para la ACB. Semana tras semana repite sus fantásticas actuaciones y ni siquiera su lesión de inicios de temporada ha mermado sus cualidades. De hecho, ahora mismo es el líder de gran parte de las estadísticas de la liga española, que parece habérsele quedado pequeña.

Hijo de Mario Scola (integrante de la selección nacional juvenil argentina entre 1975-76) y sobrino de Jorge Becerra (integrante de la selección nacional entre 1971 y 1975), Luis Alberto Scola tenía predestinado jugar al baloncesto desde que nació. No obstante, cuando debutó con 15 años como profesional en Argentina apenas había precedentes de sus compatriotas triunfando en las grandes ligas.

Pero la mejor cualidad de Scola es su gran esfuerzo para superarse y lograr objetivos. Su decisión y entrega le han llevado una evolución increíble. Por ejemplo, en su última temporada en Argentina logró promedios de 10,4 puntos y 4,8 rebotes para el Club Ferro Carril Oeste y con 26 años promedia 18 puntos y 9 rebotes en una competición de mayor nivel como es la ACB, en la que ha sido nombrado nueve veces mejor jugador de la semana y siempre consigue buenos números.

Su salto a España también es fruto de su perseverancia, puesto que se marchó a jugar a la Liga LEB con el Capitel Gijón –otro día hablaremos de esa gran 'cantera'- y ayudó al ascenso a la ACB aunque ya había llamado la atención del TAU. El equipo vitoriano le había fichado y le había cedido al equipo asturiano -como apunta Juanra en los comentarios- y le permitió jugar una temporada más para que conociera la ACB (99-00), año en el que fue considerado el mejor novato de la liga.

El argentino llegaba al equipo de Querejeta cuando en Europa sólo había un precedente argentino de alto nivel: Marcelo Nicola. A Luis Scola no le dio miedo ser un pionero y además contaba con su gran dedicación al trabajo y eso en el TAU le venía como anillo al dedo, por lo que ha progresado cada año hasta convertirse en el mejor pívot de la ACB.

Sus cualidades
El porteño es uno de los mejores jugadores que existen fuera de la NBA en estos momentos. Se mueve con agilidad en la pintura, despliega numerosos recursos bajo el aro gracias a su buen movimiento de pies y también mantiene buenos porcentajes de tiro cuando tiene que alejarse a cuatro o cinco metros. Se crece en los momentos decisivos –en la final olímpica se llevó el oro tras anotar 25 puntos y capturar 11 rebotes-. Su capacidad para anotar y para capturar rebotes en ataque le han llevado a ser sobreexplotado en ocasiones –Pedro Martínez ordenaba principalmente el ‘pick and roll’ con Prigioni-, pero también tienen recursos para salir de los grandes marcajes.

Únicamente tiene problemas con su propensión a cometer faltas –mal endémico de los pívots argentinos como su amigo Oberto- y Felipe Reyes asegura que es el jugador más marrullero con el que se ha enfrentado.

Con estos mimbres, no podía pasar desapercibido para la NBA. Los San Antonio Spurs le eligieron en la segunda ronda del draft de 2002 y durante el verano de 2005 el equipo norteamericano quiso ficharle, pero el Tau quería tres millones de dólares y los tejanos se decantaron por Fabricio Oberto. Su intención está clara: “en el momento en que un equipo (NBA) confíe en mí yo haré el esfuerzo que considere necesario para dar el salto. Soy conciente que en el caso de querer ir a la NBA, voy a tener que resignar algo de dinero... o más bien bastante dinero”.

A final de año los rumores sobre su marcha y sus posibilidades se repetirán, pero está claro que mientras Scola siga en la ACB tendremos que disfrutar del lujo, como este fin de semana.